Cuaderno de faros

Aurelia Cortés Peyrón

El título Cuaderno de faros (Fondo Editorial Tierra Adentro, colección ensayo, número 567, 124pp. 2017) contiene el libro de Jazmina Barrera pero, a la vez, el libro desborda al título. Lo contiene porque precisamente su estructura fragmentaria y la intermitencia de varias voces (anecdótica, autobiográfica, meditabunda, informativa, poética, siempre ágil en sus asociaciones, a veces taquigráfica) existe dentro de la libertad del cuaderno, no a rayas, sino en blanco. Lo contiene también porque su escritura, aunque prismática, se centra en delinear la figura adusta del faro y el faro es su guía siempre, con o sin niebla.

«El faro es siempre otro dependiendo de cuándo y desde dónde lo mire. Está el faro de lejos, un salvavidas diminuto. El faro de cerca, muy cerca, cuando su tamaño se impone y revela su origen de templo, de torre y de casa de la luz. Está el faro a distintas horas del día. Lo vemos por la mañana, rodeado de gaviotas; al mediodía el sol lo puntúa como una ‘i’, pero en la tarde se inclina y se despiden en una especie de ritual. De noche, el faro es una segunda luna en la tierra».

Pero también lo desborda, porque al faro siempre lo acompaña y, más aun, lo define su contexto. No hay faro si no hay mar ni distancia, no hay faro sin mal clima. Tampoco hay naufragio sin curiosidad. La exploración es una de las fuerzas motrices de este libro, junto con el impulso, muchas veces obsesivo, de abarcarlo todo. No sólo abarcarlo, sino documentarlo, en la medida de lo posible; poseerlo de esta manera.

Tras reflexionar sobre la naturaleza de las colecciones, los coleccionistas y el coleccionismo, una actividad que nos parece fundamentalmente humana pero que algunas aves practican, Jazmina Barrera llega a la conclusión de que las colecciones (su propia colección de faros) son más un verbo que un sustantivo, más una tarea interminable que poco a poco se convierte en renuncia, en aceptación de lo incompleto: del esbozo como único retrato posible.

Sin embargo, los límites bien definidos de una colección son una certeza. Dentro de las paredes cilíndricas del faro, desde la tierra pero de cara al mar (esa “cosa tan grande”, en palabras de un farero), se puede experimentar un tipo de soledad que alimentan el ruido blanco del aire y el agua, y la falta de interlocutores; un estado de contemplación que no siempre es sinónimo de calma, sino que a veces es un aburrimiento enorme y a veces tiene la fuerza de la destrucción y la locura. La contemplación anestesiada de la muerte, frente a frente, o la supervivencia gracias al pasatiempo, la rutina y el deber. Desde la altura solitaria del faro se puede ser el farero entrenado para diagnosticar una tormenta, el habitante que se transforma lentamente en la piedra que habita, pero también, el guardián que no duerme y hace señas con un lenguaje mudo (el más antiguo: el del fuego) que todos comprendemos.

La colección nunca se termina pero invita a que la continuemos. Sus límites llegan a donde un individuo se convierte en comunidad. Yo sólo he heredado una colección, la de timbres postales de mi mamá y aunque he añadido muy pocos, quiero creer que es una colección viva. Cuaderno de faros es uno de esos libros que invitan a escribir, a seguirlo escribiendo, por lo que decidí continuar la colección que inició Jazmina con los poemas que presento a continuación. No los escribí yo, solamente guardé en diferentes compartimentos mis pasajes favoritos, mis recortes de este cuaderno. Todas las frases de estos poemas están tomadas del libro Cuadernos de Faros.

I. Pasión por la anestesia *

A algunos les gusta mirar dentro de los pozos:
a mí me da vértigo.
Me alejo en el espacio,
me alejo también en el tiempo.
Si me concentro en mí misma, me duelo.
Quisiera ser un barco que lleva a las personas.
Mi mente suele ir a donde van mis ojos.
Veo que me convierto poco a poco en una torre cerrada,
Desde aquí puedo contemplar la muerte como un océano en calma.
Así, sin miedo.

II. Juego de distancias

Qué importante es la distancia. Al estar dentro del faro [la distancia] deja de serlo   porque el faro es dirección y nunca punto de llegada.

Qué importante es la distancia y qué importante es la distancia en movimiento, el alejarse de Jean Louis (su envejecer), el permanecer del faro (su mucho más lento envejecer), el ir y venir de las olas.

III. Colecciones

  1. La obsesión es una especie de coleccionismo de la mente.
  2. La colección como un ritual, como una repetición que se significa con cada adición.
  3. Si no hay plural no es colección.
  4. La paradoja de las colecciones [es que] retiran la atención del uso de los objetos para enfocarla en los objetos mismos.
  5. Permanece la inquietud de nunca poder adueñarse del otro o de lo otro, de saber que habrá para siempre una distancia infranqueable entre uno y lo que se desea.
  6. La última realización del deseo es insoportable: anula el motivo, aniquila el sentido.
  7. Coleccionar es una especie de escapismo.
  8. Hay que aceptarlo. Aunque a veces parezca inútil el intento si desde el principio iba a ser una empresa fallida.
  9. Era tiempo de aceptar lo finito y lo incompleto y dejar ciertos pájaros sin ver para siempre. Si esto fuera un diario de verdad, aquí contaría cómo ese pájaro me recordó a otro pájaro que vi un día que me despedí de alguien.

IV. Casa de la luz

Las lámparas de los faros son las campanas de las iglesias. Las ondas sonoras anuncian y convocan igual que las ondas de luz.

V. Muerto pero vivo

Ahí los vi por primera vez: acariciaban el agua con sus alas y luego se iban a comer los frutos de la noche. El faro emite una luz geométrica, el murciélago representa la oscuridad orgánica.

VI. Taquigrafía

Prefiero esos diarios que utilizan una escritura taquigráfica, que elude los pronombres y no se molesta en conjugar los verbos.

Dos segundos encendido, dos segundos apagado, dos segundos encendido, catorce segundos apagado.

Como faros que hablaran entre sí.

La luz del faro es voz.

Tres destellos de luz blanca cada diecinueve segundos.

Vi el faro de noche. Vi la Osa Mayor. Vi una luciérnaga tirada en el suelo, inmóvil.

* Todas las frases de estos poemas están tomadas del libro Cuadernos de Faros.


Cuaderno de faros.  Jazmina Barrera. Fondo Editorial Tierra Adentro, colección ensayo, número 567, 124 pp. 2017.