Según el viejo proverbio, cuando los hechos históricos se replican, primero son tragedia luego farsa, lo cual confirmamos día con día tanto en nuestro país como en el extranjero. El ejemplo más reciente: cuando pensamos que la Guerra Fría había terminado, un atentado contra un ex espía ruso y su hija en Reino Unido detona la mayor crisis diplomática entre Rusia y varios países europeos. Nuestro país no es ajeno a lo paradójico de la historia y los periódicos nos lo restriegan cotidianamente….
Caso paradigmático es el proceso electoral en ciernes, en el cuales vislumbramos los mismos argumentos, aunque sean distintos los personajes. La realidad interna e internacional son un eterno tiovivo de desventuras y sainetes.
Esa es con certeza la materia prima de “El sapo, y las minas de mercurio”, obra dramática de Martín López Brie ganadora del Premio Bellas Artes Baja California de Dramaturgia 2016, la cual si bien se presentó en cartelera en agosto del año fue hasta principios del presente año cuando anunciaron su publicación.
Desde su epígrafe inicial, el autor no deja duda de la directriz de su obra:
La profusión cotidiana de informaciones,
alarmantes para unos y simplemente
escandalosas para otros, modela nuestra
aprehensión de un mundo globalmente ininteligible.
Su aspecto caótico es la niebla de la guerra
detrás de la cual ésta se hace inatacable…
No hay “crisis” alguna de la que haría falta salir, hay una guerra que nos hace falta ganar
COMITÉ INVISIBLE
Denominarla amena y certera, sería mezquino ya que el ritmo y los personajes llevan al lector a un tour de force por una período histórico nacional que exhibió posturas heroicas –lo mismo chovinistas que extranjerizantes- por parte de políticos, militares, empresarios y celebridades. Y es que después de la resaca que dejó la revolución mexicana en al ambiente político nacional, el principal desafío en política exterior que afrontó México fue asumir una postura internacional durante la segunda Guerra Mundial.
En ese tenor, López Brie presenta una obra diseccionada en cuatro partes -más un preludio y un epílogo- en la cual tres personajes (José Ortiz, ‘el Sapo’; Patrick Brice, ‘Brice’, y Dolores Toral, ‘Lolita’) se desenvuelven entre enredijos con personajes de diversa calaña que estimulan o atacan el florecimiento del nazismo y el sinarquismo en México. Para actuar, los personajes recurren a lo soterrado para hacerse de dinero e influencia: la explotación de un recurso mineral estratégico (el mercurio), así como a prácticas para tratar de imponer sus ideales: sobornos, crímenes, alianzas, traiciones…
La triada concebida por López Brie –un matón a sueldo, un caricaturista y una secretaria influyente- nos deleita con dosis de humor y reflexión. Si bien hay más personajes en la obra, es este trío de cómplices y amigos el que da sentido a la obra a través de una técnica narrativa singular: lo mismo monologan para dar contexto, que dialogan para lograr movimiento y dan voz a los otros personajes para asegurar el desenvolvimiento de la trama.
Además de brindarles una sólida personalidad a los tres personajes, el dramaturgo bonaerense, aunque forjado y radicado en México, los coloca en ámbitos que aseguran el interés en la historia. Así los (nos) lleva en tren por un recorrido que inicia en la añorada estación Buenavista y culmina en el puerto Veracruz, haciendo escalas en ciudades rescatadas de los almanaques de geografía: Ometusco, Huamantla, Orizaba. Posteriormente nos (los) lleva en camión de carga hacia el puerto de Dos Bocas, cerca de Tabasco, donde abordan un barco en el cual se desarrolla el clímax de la obra. El periplo continúa en un bote que es rescatado por un buque petrolero con destino a Cuba, pero que, debido a la coyuntura histórica, regresa al puerto de Tampico, de donde son (somos) llevados en avioneta a la mina de mercurio, localizada al sur de Nuevo León, cerca de Tampico y San Luis Potosi.
El núcleo de la trama es un conjunto de revistas y documentos con información agrupada bajo el nombre de “operación mercurio”, sobre los espías nazis en México, la Falange española y su vínculo con sinarquistas y miembros del partido Acción Nacional, así como políticos, militares, empresarios (mexicanos y extranjeros), así otras personalidades (Errol Flynn, Hilda Krüger).
En este un coctel de personajes, desfilan, entre otros, José Vasconcelos, Manuel Gómez Morín, Emilio Azcárraga y Maximino Ávila Camacho. Lo cual no hace sino transportarnos al momento actual, donde dejando al margen cualquier ideología extremista, en los círculos de poder político o económico se entreteje algo similar a la obra: una mixtura de alianzas, sobornos, desapariciones y traiciones.
López Brie nos recuerda que como sucede en una guerra, en cualquier confrontación humana nunca gana el más fuerte sino el más inteligente. Para ello recurre a la agudeza de Lolita, quien transfigurada en una Mata Hari azteca recurre al engaño siempre que busca conseguir algo a cambio:
LOLITA: No les entregaríamos toda la información. Sólo lo indispensable para sacarles algo a cambio. Si quiere, usted me deja algunos documentos para que yo investigue y se lleva otros de regreso a la capital. Y para que vea que no hay dobles, lo dejo que escoja lo que se quiere llevar. (p.53)
El autor también da oportunidad a sus otros personajes de deslindarse de cualquier encasillamiento que se les quiera adjudicar a partir de sus acciones:
SAPO: Antes de la guerra yo solo era un matón a sueldo del Estado. Ahora me había convertido en un cazador de espías y sediciosos. Nos llaman violentos y antisociales, pero cuando hay guerra, nos convertimos en héroes de la patria. (p.39)
SAPO: (…) En un país donde la ley se dobla a modo de los poderosos, la gente como yo siempre tiene chamba. Led oy miedo a la gente y eso siempre sirve a la patria. (p.47)
BRICE: Creo en el comunismo libertario y el anarcosindicalismo. No simpatizo con los soviéticos por dogmáticos (…) Nadie me paga por lo que pienso. (p.69)
La liberación de los esclavos de la mina marca el fin de este road-drama, deleitable de principio a fin. Lo que queda como recapitulación de su lectura es que seguimos inmersos en un drama nacional que a veces es una nueva versión de la misma película, un melodrama constante, un mal chiste, en pocas palabras. Y ante tal situación, si no se tomará ninguna postura, por consiguiente una acción, sólo queda asumir la recomendación de el Sapo: “ lo mejor es irse a la chingada ya que el mundo entero se está yendo para allá y por la tanto cualquier rumbo que se tome es bueno”.
Al margen de esta interpretación, es importante reiterar lo que señala el texto de contraportada de esta obra: Martín López Brie puede considerarse una de las voces más provocadoras de la dramaturgia mexicana contemporánea. Ö
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El sapo y las minas de mercurio. Martín López Brie. Secretaría de Cultura. Instituto Nacional de Bellas Artes. México, 2017. 110p
Ciudad de México, 1963. Internacionalista, Maestro en Administración y Doctor en Administración Pública. Miembro del Servicio Exterior Mexicano desde 1992. Fue editor de las revistas Litoral y Proa; ha colaborado en diversas publicaciones en México y en el extranjero. Es integrante del consejo editorial de la revista digital ADE- Asociación de Escritores Diplomáticos. Autor de BelizeArt. Panorama de las Artes en Belize y del poemario Oranges for Sale. Coordinador y editor de cambiavías.