Guillermo Gutiérrez Nieto
Un reciente anuario sobre investigadores franceses que asumieron a México como objeto de estudio motiva esta reseña. Se trata de un listado de científicos sociales que exhiben además de un enorme interés, un gran cariño, por nuestro país.
La cooperación internacional en los ámbitos académicos y de investigación es un elemento estratégico en la política exterior de cualquier país. Es un tema de creciente importancia en los últimos años porque involucra movilidad de estudiantes y expertos, por ende aportaciones recíprocas de un país a otro que se manifiestan a través del intercambio de conocimientos, la especialización en diversos rubros o la creación de redes de investigación. Un caso emblemático de esta cooperación es la que desarrollan desde hace varios años México y Francia, la cual motivó una obra de gran valía presentada recientemente.
Nos referimos a Penser le Mexique. Annuaire de Mexicanistes en France, publicado por la Embajada de México en Francia, a través del Instituto Cultural de México en Francia, y la Casa Universitaria Franco -Mexicana de la Universidad de Toulouse. Esta obra refleja una urdimbre precisa y metódica sobre la labor realizada por los denominados mexicanistas franceses, es decir “los investigadores o docentes que guían a otros investigadores en ciencias sociales o humanidades, teniendo como objeto de estudio México y/o Mesoamérica”, según Estefanía Angeles Escudero y Sonia V. Rose, coordinadoras del anuario.
Esta muestra de gratitud a los investigadores y enseñantes que han consagrado su vida científica a México, como lo destaca el Embajador Juan Manuel Gómez-Robledo, es al mismo tiempo una oportunidad para aumentar la visibilidad y la difusión de su producción, con miras a valorar y enriquecer los intercambios con México. La obra es resultado de un profundo análisis de las obras de quienes han generando conocimiento a partir de sus aproximaciones a México. Con base en esta compilación, un comité científico seleccionó a las 60 personalidades (35 hombres, 25 mujeres) que, desde su óptica, han contribuido a moldear en sus respectivas disciplinas el objeto de estudio “México” y su trasmisión en Francia.
Como el universo de mexicanistas en Francia es amplio, y crece si se consideran aportaciones de los estudios de América Latina o de las Américas, se aplicó como criterio incluir solo las áreas de conocimiento con mayor número de publicaciones, así como los profesores de universidades y los directores de investigación, ello a pesar de que gran parte de la investigación actual es realizada por profesores y becarios de investigación. Por ello este libro se considera el primer paso hacia la próxima creación de una base de datos en línea que incluya a todos los mexicanistas franceses.
La estructura de la obra es fundamental. A partir de su concepción como un repertorio de mexicanistas, este anuario sintetiza sus vetas de investigación, enlista sus principales publicaciones e incluye sus opiniones respecto a lo que les motivó elegir a México como objeto de estudio. Su contenido está enriquecido con secciones de citas, cifras y datos referidas a los vínculos académicos y de investigación entre México y Francia.
Previo al listado de los profesionistas seleccionados, los representantes del comité científico escriben someros estados del arte para cada una de sus respectivas disciplinas, brindando su visión personal y destacando la trayectoria de sus predecesores y de las nuevas generaciones.
Así, Françoise Lestage, responsable de la Antropología, recuerda a la Sociedad de los Americanistas (1895) como el primer hito de la investigación francesa en el hemisferio y, para el caso de México, las primeras lecturas hechas por viajeros, diplomáticos o exploradores durante la primera mitad del siglo XIX. En época más reciente, señala que a partir de mediados del siglo XX, el estudio está enfocado en las poblaciones étnicas de México, tema que después se amplió hacia el mestizaje, las creencias religiosas, y el racismo. Otra variedad de temas emergen a partir de 1990, alimón de la agenda de los organismos internacionales (desarrollo y medio ambiente, turismo, biodiversidad, alimentación) y del inevitable análisis multidisciplinario de las ciencias sociales (expresiones del arte popular, arte y religión, lingüística y antropología; psicoanálisis y mitos indígenas).
Del momento actual, Lestage refiere dos tendencias fundamentales: la imposibilidad de analizar aquí y ahora a las personas, los objetos o las relaciones sociales, y la utilización de medios audiovisuales a fin de crear trabajos sobre los problemas contemporáneos.
Por su parte, Éric Taladoire, subraya que, a diferencia del trabajo individual que predomina en otras disciplinas sociales, la Arqueología es una disciplina grupal que lleva tiempo e involucra infraestructura especializada, áreas de almacenamiento y laboratorios de análisis de materiales específicos. En el caso de México, destaca como referente fundamental de colaboración los acuerdos de colaboración entre el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA), que depende del Ministerio Francés de Asuntos Exteriores (MAE).
Destaca que actualmente la cooperación arqueológica franco-mexicana está inscrita en programas de larga duración clasificados en dos grandes ejes geográfico-culturales: la región maya, específicamente el Norte de las tierras bajas centrales y el Centro-Oeste de la región mesoamericana. Como hechos recientes sobresalientes destaca el establecimiento de las Unidades Mixtas de Investigación, que implica la división de tareas por especialidad a fin de optimizar resultados; el otorgamiento del premio Alfonso Caso, a investigadores que han sostenido sus tesis doctorales en Francia (Leonardo López Luján y Élodie Mas), y la exhibición de los resultados arqueológicos liderados por franceses en México (Uacusecha y Chupicuaro, ambos en Michoacán).
En el caso de la Geografía, Alain Musset afirma que hasta mediados del siglo XX los estudios de los geógrafos franceses estuvieron enfocados en Europa, las colonias y los territorios de ultramar, los cuales era necesario conocer a fin de obtener los recursos que internamente necesitaba su país. Por ello América, por ende México, fue sólo parte de los múltiples compendios geográficos y es hasta 1928 cuando por vez primera se dedica un volumen consagrado a México y América Central en la Géographie Universelle de Paul Vidal de la Blache y Maximilien Sorre.
Señala que la nueva forma de hacer geografía se explica a partir de la segunda guerra mundial, cuando la visión se prolonga más allá de Europa. Aparecen así los primeros estudios de geografía regional o económica enfocados únicamente en México.
Musset asegura que referir geógrafos mexicanistas es un abuso del lenguaje ya que a diferencia de los arqueólogos o antropólogos, que se enraízan en un territorio específico para hacer sus investigaciones, los geógrafos tienen a ser nómadas. A menudo es la diversidad de terrenos y el enfoque comparativo lo que les permite comprender, incluso definir, sus objetos de estudio. Por lo tanto, asegura que si son mexicanistas, lo es más por el corazón que por la razón o el cálculo.
Un caso singular es el de la Historia, en el cual Thomas Calvo destaca como atractivo de los investigadores franceses el tamaño y la calidad de ciertos archivos de México, específicamente los coloniales que existen en el Archivo General de la Nación y en la Biblioteca Pública de Jalisco, lo cual ha motivado desde los años sesenta un acercamiento nutrido y constante de los historiadores franceses.
Un referente fundamental en esta disciplina es Serge Gruzinski, quien abordó el tema de la colonización del imaginario de los siglos XVI-XVIII, apoyándose fuentes indígenas, crónicas e iconografía diversa. Otros autores más conocidos entre los mexicanos son Jean Meyer, con su amplia obra sobre La Cristiada, o François-Xavier Guerra, quien ha analizado tanto el Porfiriato como las conexiones personales de los miembros de la élite del poder entre 1970 y 1980.
Como ocurre en otras áreas de conocimiento, ser un historiador mexicanista ya no es tan simple hoy. La interrelación con otras disciplinas se ha profundizado; las herramientas de análisis se han diversificado y los objetos de estudio se han ensanchado. Así, según Calvo, lo que observamos son autores que se renuevan abordando nuevos temas; otros que aparecen retomando análisis previos desde horizontes más amplios, y otros más que suman esfuerzos con especialistas de otras disciplinas para asegurar enfoques globales.
Los estudiosos de la Literatura y la Civilización son descritos por Florence Olivier, quien señala como primeros antecedentes de estos temas el Instituto de Estudios Mexicanos en la Universidad de Perpignan y su extensión con el Centro de Investigaciones Ibéricas y Latinoamericanas. (CRILAUP) dirigido por Daniel Meyran en esta misma universidad. En lo que se refiere a personajes, reconoce el trabajo de Claude Fell, de la Universidad Sorbonne Nouvelle Paris 3, quien ha dirigido más de una veintena de tesis doctorales exclusivamente mexicanistas.
De los instrumentos de colaboración académica que Olivier menciona destacan los intercambios vigentes desde 1980 entre l’Université Paul Valéry Montpellier 3 y la Universidad de Guadalajara o la del Centro de Investigación sobre América Latina (CRLA) de la Universidad de Poitiers con la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. También refiere la creación, en la Université Toulouse Jean Jaurès, de la Cátedra de Estudios Mexicanos (2000) y de la Casa Universitaria Franco-Mexicana (2004), así como las alianzas logradas con instituciones como la Casa de América Latina y el Instituto Cervantes.
La herramienta de difusión más destacada, al igual que ocurre en el resto de las disciplinas son las revistas. Al respecto sobresalen América; Cahiers du CRICCAL; Les ateliers du SAL (que publica los trabajos del seminario sobre América Latina) y Amerika, dirigida por Néstor Ponce. De manera paralela destacan también los libros universitarios, los anuarios colectivos, los sitios web o los archivos virtuales de literatura latinoamericana.
Finalmente, en el caso de la Sociología, Delphine Mercier considera al periodo comprendido entre 1950-1960 como clave en la transformación del análisis de las ciencias sociales francesas frente a América Latina debido a la emergencia del “pensamiento del desarrollo”. Así, comparado con otras disciplinas, el conocimiento sociológico francés sobre México es bastante reciente, lo cual tendió a incrementarse con el discurso sobre la modernización y el desarrollo.
Mercier subraya que durante cierto tiempo la influencia francesa es evidente fundamentalmente en la Revista Mexicana de Sociología, sobre todo a través del análisis de los problemas teóricos típicos de la tradición del conocimiento europeo. Igual nos recuerda que el primer texto de un francés publicado en una revista académica nacional fue el de Raymond Aron sobre “El concepto de clase”, en el cual el autor plantea el problema del estado teórico del conocimiento sociológico.
En el balance del análisis que realizó para el anuario Mercier dice que se privilegiaron los temas sobre los autores y por ello la investigación realizada se centró a partir de 1990, utilizando como fuente de investigación fundamental los Archivos abiertos en humanidades y sociedad (HAL-SHS), lo cual dejó al margen trabajos no guardados en esta base de datos, así como aquellos realizadosen español por sociólogos franceses.
De forma sumaria Penser le Mexique. Annuaire de Mexicanistes en France es una obra fundamental para identificar las rutas de conocimiento que han seguido los investigadores sociales franceses respecto a nuestro país. Las hojas de vida, el listado de obras referido y las opiniones de los investigadores respecto a su objeto de estudio incluidas en este anuario confirman el lugar de nuestro país en el imaginario de sus creadores. Sus comentarios dejan fuera de duda que México es un referente ineludible en la evolución del conocimiento universal. Enhorabuena a los patrocinadores, coordinadores y colaboradores de una obra que confirma la fraternidad franco-mexicana.
Ciudad de México, 1963. Internacionalista, Maestro en Administración y Doctor en Administración Pública. Miembro del Servicio Exterior Mexicano desde 1992. Fue editor de las revistas Litoral y Proa; ha colaborado en diversas publicaciones en México y en el extranjero. Es integrante del consejo editorial de la revista digital ADE- Asociación de Escritores Diplomáticos. Autor de BelizeArt. Panorama de las Artes en Belize y del poemario Oranges for Sale. Coordinador y editor de cambiavías.