Pedro González Olvera
Fugaz recorrido por los avatares de México en el contexto mundial a lo largo de siete décadas, todo fundamentado en informes gubernamentales, aunque testimoniando también la personalidad y la visión de quienes decidieron el destino nacional.
Se presenta un sommero recorrido por la evolución de los preceptos que explican la política exterior de México entre 1912 y 1982, tomando como argamasa lo que consignan los informes anuales de gobierno de los Jefes del Ejecutivo. El objetivo es exhibir una perspectiva propia respecto a la visión tradicional que se tiene de esos principios.
1. Solemos hablar de los principios de la política exterior de México, tradicionales o ahora constitucionales, como si hubieran existido desde el nacimiento del país a la vida independiente o como si hubieran tenido una vida inmutable, es decir como si aquellos que están en la fracción décima del artículo 89 constitucional hubieran sido los mismos siempre, recorriendo los caminos presidenciales sexenio tras sexenio.
2. La verdad es que de la lectura y análisis de los informes presidenciales, para el caso de este estudio durante el periodo que va de 1920 a 1988, los respectivos jefes de gobierno mexicanos los manejaron y los mencionaron según su propia perspectiva y entendimiento.
3. Es bien sabido que el origen de los principios se encuentra en la famosa declaración de Benito Juárez, una vez derrotados la intervención francesa, el imperio de Maximiliano y la facción conservadora que lo apoyaba, condensada en la frase “entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. Se trata en realidad de un pequeño fragmento del manifiesto que Juárez dirige a la nación, cuando vuelve a la ciudad de México, después de su itinerancia por buena parte del país, luchando contra los adversarios ya mencionados. Un fragmento más amplio dice lo siguiente “…Mexicanos: encaminemos ahora todos nuestros esfuerzos a obtener y a consolidar los beneficios de la paz. Bajo sus auspicios, será eficaz la protección de las leyes y de las autoridades para los derechos de todos los habitantes de la República. Que el pueblo y el gobierno respeten los derechos de todos. Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz. Confiemos en que todos los mexicanos, aleccionados por la prolongada y dolorosa experiencia de las comunidades de la guerra, cooperaremos en el bienestar y la prosperidad de la nación que sólo pueden conseguirse con un inviolable respeto a las leyes, y con la obediencia a las autoridades elegidas por el pueblo.”
4. Desde luego esta frase que en principio parece dirigida a los habitantes del territorio mexicano, tiene como destinatarios también a los países del mundo. Se trata de un mensaje interno, pero también externo. Que no se repita la experiencia mexicana, dice don Benito urbi et orbi.
5. Viene después el largo interregno porfirista en donde la política exterior se maneja sin muchos aspavientos, pero si con la idea de continuar la obra iniciada por el Benemérito de las Américas. Conforme a la línea trazada por Juárez, Díaz no busca establecer relaciones diplomáticas con aquellos países que apoyaron el imperio fallido, sino que espera pacientemente que dichas relaciones le sean solicitadas, al mismo tiempo que desarrolla una estrategia de diversificación que da como resultado el establecimiento de vínculos con varios otros países (Japón, Italia, Alemania, por ejemplo).
6. Más tarde con la revolución de 1910, se vuelven a sufrir las invasiones extranjeras, en este caso de nuestro vecino del norte. Primero fue la ominosa presencia del Embajador Henry Lane Wilson, cómplice siempre irredento del usurpador Huerta y por ello coautor del asesinato del Presidente Madero. A veces apoyado por su gobierno, a veces desautorizado, pero con una activa presencia de odio hacia México y los mexicanos durante los años que estuvo como representante diplomático de Estados Unidos en nuestro país.
7. Enseguida vinieron las invasiones de Veracruz y la Expedición Punitiva, en 1914 y 1916, respectivamente, igual llegadas desde el norte. Más allá de los pretextos utilizados el gobierno de los Estados Unidos para que tuvieran lugar, el incidente de Tampico y la aventura de Pancho Villa en Columbus, la realidad es que fueron intervenciones puras y llanas a las que, en el primer caso, protestaron tanto el gobierno huertista, como el de don Venustiano Carranza, sobre todo este que insistió rotundamente a la salida de las tropas norteamericanas de territorio mexicano en los dos casos, incluso a la mediación del grupo ABC (Argentina, Brasil y Chile) en la de Veracruz.
8. Desde luego estas experiencias, más su formación familiar siendo como era hijo de un coronel que había vivido al lado del Presidente Juárez todas las guerras en contra del invasor, formaron en don Venustiano, como bien nos ilustra la Dra. Rosa Isabel Gaytán en su obra…un profundo nacionalismo, de defensa a ultranza de la soberanía, de la no intervención y de la autodeterminación y de la igualdad de las naciones. Las ideas directrices de la política internacional de Venustiano Carranza (hoy llamada Doctrina Carranza, enunciada durante su segundo informe de gobierno el 1 de septiembre de 1918) pueden entonces ser consideradas, sin que ello signifique que estoy haciendo un gran descubrimiento, emanadas directamente de los principios contenidos en la Doctrina Juárez y continuación natural de la misma.
9. Carranza nos dice que las ideas directrices de su política internacional, o las de México por extensión, son pocas, claras y sencillas: todos los países son iguales; respeto mutuo y escrupuloso de sus instituciones, sus leyes y su soberanía; no intervención en ninguna forma y por ningún motivo en los asuntos interiores de otro. Todos deben someterse estrictamente y sin excepciones, al principio universal de no intervención; nacionales y extranjeros iguales ante la soberanía del país en que se encuentran; y legislaciones uniformes e iguales en lo posible sin distinciones por causa de nacionalidad, excepto en lo referente al ejercicio de la soberanía. A partir de estos principios se modifica profundamente el concepto actual de la diplomacia., que no debe servir más para proteger intereses de particulares, ni para poner al servicio de éstos la fuerza y la majestad de la naciones.
10. La Doctrina Carranza y sus componentes tienen, desde luego, y desde la perspectiva de su autor una validez universal, pero es innegable que, en ese momento, sus destinatario principales son el gobierno de Estados Unidos y su presidente el “pacifista” Wilson, que había estado presionando al mandatario mexicano para que se uniera a los aliados en la Primera Guerra Mundial, sin conseguirlo, por el buen tino de Carraza de mantener una neutralidad a toda costa. Como sabemos, esta actitud le va a costar a Carranza y al país que las potencias vencedoras inviten a México a formar parte de la Sociedad de Naciones.
11. Parecería entonces que México tenía una renovada, pero continua, tesis doctrinaria sobre la política exterior a seguir por los gobiernos subsecuentes. Pero la realidad no fue así. Dichos gobiernos, producto en su origen de un golpe de Estado, se olvidan de la Doctrina Carranza; de hecho no vuelve a mencionarse en ningún gobierno emanado de la revolución mexicana, y empiezan a hablar de los principios de política exterior, como antes dijimos, tradicionales o históricos.
12. La principal preocupación de estos gobiernos, el de Adolfo de la Huerta, y particularmente el de Álvaro Obregón, será la relación con Estados Unidos y el reconocimiento de los mismos por parte de este país, hasta que, con los Convenios de Bucareli, Obregón lo consigue.
13. Durante sus informes de gobierno, Álvaro Obregón va a referirse en términos bastante administrativos de la política exterior, con la salvedad, como antes se mencionó de la relación con Estados Unidos y, en el último de ellos, de la complicada relación con Inglaterra y alguno de sus representantes, incluidos los extra oficiales y resalta que no haya mención alguna a principios.
14. Algo semejante sucede con los informes de Plutarco Elías calles, para quien “el desarrollo de la política eminentemente constructiva de (su) Gobierno, se traduce en el ramo de Relaciones Exteriores, en la mejor cordialidad de nuestras relaciones con los demás países y en el firme propósito de mantenerse dentro de los límites de la política, al mismo tiempo que de cuidar celosamente del mayor decoro de nuestro país,” sea esto lo que sea. No obstante, en el Tercer informe de gobierno presenta algunos planteamientos que necesariamente deben ser vistos como una forma diferente de proponer los principios de política exterior. Así, afirma que “Consecuente con sus propias convicciones México ha rechazado, rechaza y tengo fe en que rechazará siempre, el empleo de la agresión para el buen mantenimiento de sus relaciones internacionales; pero no admite, al mismo tiempo, que para su conveniencia con otros países, se le fijen normas extrañas en desdoro de la dignidad nacional ni con privilegio contra los intereses de la República; acepta, y aun desea, la cooperación de todos los extranjeros, pero en armonía con los mexicanos, que son los dueños indiscutibles de su país; otorga a los amigos y extraños la hospitalidad de la nación, pero sin preeminencias que no se conceden a los nacionales; acoge de buena fe el capital y el esfuerzo extranjeros, pero bajo la condición irrecusable de respetar y acatar las leyes que México se ha impuesto a sí mismo. Tales concepciones del derecho, de la justicia y de la equidad, que son para nuestro país normas constantes de sus relaciones con los demás pueblos, susténtalas el Ejecutivo de mi cargo como irreprochables preceptos que fijan y conducen nuestros negocios internacionales”
15. En el periodo siguiente, el correspondiente al llamado Maximato, casi de manera similar al del gobierno de Plutarco Elías Calles, no huno mayores pronunciamientos específicos sobre los principios tradicionales de la política exterior; aunque si existe lo que Emilio Portes Gil llama relaciones internacionales de México conducidas “a base de mutuo respeto y de dignidad y decoro para nuestro país.”
16. Asimismo, Pascual Ortiz Rubio aprovecha la oportunidad para anunciar su desacuerdo con “la viciosa política de reconocimiento de gobiernos”, por lo que, “con motivo de cambios de régimen ocurridos en diversos países de América, su Gobierno, hizo públicas sus normas sobre la materia, estableciendo sus principios de no mezclarse en la política interior de otras naciones por medio de calificaciones sobre la seguridad o inseguridad constitucional de gobiernos extraños. Es decir, la Doctrina Estrada, por cierto conocida originalmente como la Doctrina Ortiz Rubio.
17. El mismo Ortiz Rubio sostiene que las actividades internacionales de su gobierno, realizadas por “la Secretaría de Relaciones Exteriores se han caracterizado durante, por un espíritu amplio de cooperación internacional y un vigilante cuidadoso de los intereses y dignidad nacionales, normas que han guiado invariablemente al Gobierno en las relaciones en extremo cordiales que sostiene con las demás naciones”. Igualmente,
18. De igual modo, al informar sobre el ingreso de México a la Sociedad de Naciones, el Presidente Pascual Ortiz Rubio señalaba que al hacerlo “lo animaban los más categóricos propósitos de mantener la paz y fomentar la colaboración internacional.” Y que con este ingreso, en consecuencia participaba en diversas conferencias, entre ellas la de desarme, en la cual la delegación mexicana actuaba con instrucciones “en el sentido de la misma amplia cooperación en todas las ideas que impliquen una tendencia efectiva a la supresión de la fuerza. los ideales de paz y cooperación universal”.
19. Hay que hacer referencia que si algo se menciona en los informes de los gobiernos posteriores al de Venustiano Carranza, es la actitud sumamente positiva hacia la cooperación internacional, en particular con las naciones del continente americano.
20. Ya en el gobierno del general Lázaro Cárdenas se inicia un proceso de definir con mayor precisión los principios tradicionales de política exterior. Dicho de otra manera se vuelve, incluso sin decirlo a las Doctrinas Juárez y Carranza. Así, en su primer informe hay una muy explícita referencia al principio de No Intervención: “”A fin de mantener la autoridad moral de México, nuestros representantes en el extranjero tienen instrucciones terminantes para que se aparten de los asuntos internos de los países en que están acreditados” y a mayor abundancia, agrega “”En acatamiento de nuestros deberes de amistad y neutralidad con los demás pueblos, se ha procurado, asimismo, que nuestro país no sea campo de actividades en contra de otros Gobiernos” con la salvedad de que “ello signifique que México deje de ser un desinteresado asilo para refugiados políticos, en determinadas situaciones.”.
21. Sin embargo, con motivo del levantamiento en contra de la República Española, el gobierno cardenista va a hacer una precisión respecto de la no intervención, en lo que será, a mi juicio, la primera ruptura con la Doctrina Estrada: “Con relación al caso especial de España, el Gobierno de México dirigió a la Sociedad de las Naciones el 31 de marzo del año en curso, una nota en la cual México definió su criterio respecto a la conveniencia de interpretar la neutralidad internacional en casos como el de España, conforme a los principios del Pacto Constitutivo de la Liga, estableciendo una distinción entre los Gobiernos legítimos agredidos, a los que debe proporcionárseles el apoyo a que tienen derecho, y los grupos agresores, a los que resulta indebido facilitar elementos destinados a continuar y volver más sangrienta la lucha.”
22. Poco más tarde, a propósito de su apoyo a la República española Cárdenas sostenía que no era posible asumir otra conducta diferente a la seguida y que, frente a los grandes problemas de la civilización y de la cultura. México sería contrario a la guerra de agresión; seguiría repudiando el atropello a la soberanía de cualquier pueblo; seguiría siendo enemigo de los regímenes que conculcan las libertades y los principios de la democracia y, por tanto, significaría una fuerza de oposición, tenaz y enérgica, a todos los actos de barbarie, que los ímpetus de la violencia injustificada implican.
23. En adelante, los gobiernos sucesivos van a hablar de los principios tradicionales. No serán, sin embargo, siempre los mismos; Manuel Ávila Camacho dice, por ejemplo, que su gobierno mantiene “una firme definición en favor de la Democracia y el defender los postulados de la igualdad y de la soberanía de todos los pueblos libres, que son principios vitales de nuestra historia”. Más tarde lo anterior se transforma en tradición internacional: de reprobación de las agresiones y de la adhesión para todos los pueblos que luchan contra la tiranía, por el mantenimiento o la reconquista de su libertad.
24. Por su parte, Miguel Alemán sostiene que la actuación de su gobierno en la esfera de las relaciones exteriores, se ha ajustado a los conceptos fundamentales que son norma de nuestra patria: dignidad nacional, acatamiento del derecho y colaboración internacional en la solidaridad humana. Y hace una diferencia en relación a los vínculos con América:” Entre los postulados que sostenemos para la convivencia en la buena vecindad, es el de que ésta consiste en la cooperación económica, cultural y de defensa común.”
25. El presidente Ruíz Cortines manifiesta la vigorosa repulsión de su gobierno a cualquier forma de hegemonía externa; su inquebrantable respeto al derecho que todo pueblo libre tiene a darse la normas que mejor le acomoden; su innata simpatía para los débiles y los oprimidos; su ausencia absoluta de prejuicios raciales; su aversión congénita a todas la injusticias; su acendrada devoción a la causa de la paz y, por encima de todo, su amor indomable a la libertad le han permitido ocupar un sitio de honor entre los paladines de esas causas.
26. Durante el sexenio siguiente, encabezado por Gustavo Díaz Ordaz, los principios manejados fueron los siguientes: invariable respeto a la vida humana, cumplimiento de los compromisos contraídos, equidad en el trato. Lucha en favor del desarme, igualdad jurídica de los Estado, no intervención, libre autodeterminación de los pueblos, lucha por la paz, solución pacífica de los conflictos conforma a normas de derecho o amistosos arreglo y, sorprendentemente, defensa de los derechos humanos.
27. Luis Echeverría mantiene en general los anteriores principios, solo no haciendo alusión a la vida humana y el respeto a los derechos humanos, pero sí a la igualdad jurídica entre los Estados, no intervención, autodeterminación de los pueblos, solución pacífica de las controversias y cooperación entre los miembros de la comunidad de naciones.
28.José López Portillo va introducir una característica propia a los principios de la política exterior, pues además de la no intervención y autodeterminación de los pueblos, asumió que no podía haber estabilidad, democracia y disminución de las tensiones (internacionales) sin atacar las causas económicas y sociales de los problemas que agobian a la región (América Latina), por lo que esta política había pasado a ser “pilar y base de la política exterior de México.
29. De esta manera llegamos al sexenio de Miguel de la Madrid, en el que se hizo la reforma constitucional que permitió agregar una fracción, la décima, al artículo 89 correspondiente. Desde su discurso de toma de posesión de la Madrid anunció los principios que guiarían su política exterior: la autodeterminación de los pueblos, la no intervención, la solución pacífica de los conflictos, la igualdad jurídica de los Estados, el desarme para la preservación de la paz y la cooperación internacional equitativa y eficiente
30. Como puede notarse estos principios son casi idénticos a los que luego se incluyeron en la Constitución mediante la reforma al artículo 89 de 1988: la no intervención; la solución pacífica de controversias; la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales; la igualdad jurídica de los Estados; la cooperación internacional para el desarrollo; y la lucha por la paz y la seguridad internacionales.
31. No es extraño que así fuera, es un hecho que el alma de la reforma fue el Canciller de ese gobierno, Bernardo Sepúlveda Amor, quien desde antes de la elección había sido nombrado Embajador de México en Estados Unidos, como una concesión del Presidente López Portillo a su sucesor, sabiendo que iba a encargarse de conducir directamente la política exterior.
32. Como bien se sabe, el último agregado a los principios “tradicionales” fue hecho con la reforma de 2011, durante el gobierno de Felipe Calderón y se refiere al respeto, la protección y promoción de los derechos humanos.
33. Hasta aquí henos tratado de presentar una sucinta evolución de los principios tradicionales, que al parecer no lo son tanto, de la política exterior de México. En algún momento, el ex canciller Emilio Rabasa narraba que él había tenido la intención de proponer la reforma anterior y que si no lo hizo fue porque existía la posibilidad de que cada mandatario agregara o mencionara los principios que considerara más conveniente a su juicio. Si hubiera recorrido a los informes presidenciales se hubiera dado cuenta que eso ya había sucedido.
Licenciado y Maestro en Relaciones Internacionales por la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM ; tiene una Especialización en Promoción Cultural por la UAM y ha sido profesor en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, en el área de Relaciones Internacionales. Autor de artículos publicados en revistas mexicanas y extranjeras. Diplomático retirado con rango de Embajador. Actualmente es profesor investigador de la Universidad del Mar, campus Huatulco, adscrito el Instituto de estudios Internacionales “Isidro Fabela”.