Carlos Milá
La colaboración visual de verano comprende un autor con referentes que van de la contemplación a la acción, motivando en Carlos Milá una disertación, lo mismo erudita que esclarecedora de instantes en apariencia simples, aunque cargados de gran significado.
“Contemplaban como arqueólogos curiosos que miran la aparición de la estatua al desenterrarla, o como paleontólogos apasionados que miran el fósil traído por la azada a la luz del día”.
Giorgio de Chirico
Ante la sorpresa cautivadora por el incidente, al romperse un jarrón en varias partes sobre el suelo Hebdomeros [1] se queda observando con detenimiento los múltiples pedazos en el piso al igual que sus familiares.
Así es como De Chirico nos narra en un pasaje inolvidable de su anti-novela, la cual no tiene principio ni fin, dicho momento de azoro en la mente estética de su personaje. La contemplación domina la escena sobre la acción misma del pequeño-gran desastre hogareño. Emancipado de cualquier reacción anímica y únicamente dando cabida a la fascinación despierta ante un suceso de violencia doméstica que se vuelve todo lo contrario.
La observación indirecta en el uso imaginario de vasijas y utensilios echa mano del recurso imaginario en la elaboración pictórica de los pintores metafísicos italianos desarrollando el estímulo a la memoria haciendo de dichos objetos representados y convirtiéndolos en sujetos afectivos que entran en relación con el mundo significante de la épica, de lo heroico y del pensamiento legendario. Es así como en pequeños bodegones trazados sobre los lienzos se recurre al ánimo nostálgico de un pasado irremediablemente perdido en la oscuridad del tiempo lejano. [2] Éste ejercicio de traer de la distancia profunda hacia la presencia estática del “congelamiento” pictórico, es de uso frecuente, en dicha escuela italiana y en un ánimo presente quizá en casi todo el arte latino, desde los romanos e incluso griegos.
La nostalgia por mundos abandonados pero al que nos mantienen unidos una consecuencia prolongada de un sin fin de hechos cotidianos junto al de las grandes hazañas históricas, es el hilo conductor de nuestros pintores y artistas que usan ésta mirada hacia atrás, como el recurso constante y como una de las grandes propiedades de nuestra especie, que es el poder del recuerdo ancestral.
En otros títulos por demás fantasmales De Chirico llama a los objetos representados para atraer la facultad imaginaria de los que contemplan sus obras para así detonar un sin fin de posibilidades en las relaciones del sueño despierto produciendo el efecto simétrico a las visiones de vigilia. Aludiendo por lo tanto al juego mental de una pintura que no termina en sí misma ni en sus propuestas pictóricas auto-contenidas yendo más allá de formalismos o del posicionamiento característico del “arte por el arte” del siglo diecinueve. [3]
La estética pictórica de la pintura metafísica emprende así una aventura que secunda al espectador para hacerlo partícipe activo dentro de los contenidos propuestos por los artistas. Salvando las directrices del espíritu o retomando un camino alterno dentro del arte moderno que se bifurcó con las intenciones del arte abstracto, diferente de todo aquello que fue herencia del rastro de la llamada “pintura-pintura” desde el ágil pintor francés Édouard Manet. [4] Para ello el recurso de las arcadas, monumentos, estatuas y resabios de la antiguedad son requisitos indispensables para contrarrestar el arte puro, y el arte de las formas auto-contenidas. No cabe pues hacer ninguna lectura formularia ante la pintura de de Chirico, Carrà y Morandi. El universo plástico se desplaza de modo distinto a lo que propone la historia del arte escrita desde la abstracción total a partir de los ángulos y colores primarios estilo Mondrian.
Los sujetos metafísicos se anticipan a una gama del arte que alude en el sentido inverso el juego de lectura del avance lógico y frontal de todas las vanguardias artísticas proyectadas en el siglo veinte. Siendo un ángulo optativo para los días que corren en la actualidad para hacer uso de las facultades mentales olvidadas en los arcones antiguos por la típica costumbre moderna sobre un pensamiento utópico y una apuesta futura. La pintura metafísica pide pues un alto y un respiro profundo que sirve de pausa para los estímulos imaginarios dentro de los rincones secretos de la mente humana. Más allá de la robótica, los metafísicos ven en los antiguos autómatas y en la escultura tanto sagrada como en la de uso público y profano, la oportunidad de confrontar los misterios del destino y la indagación sobre posibles identidades secretas en el universo tangible.
Pero retomando el paisaje y la naturaleza muerta [5] como campos de acción para el encuentro metafísico del sujeto pictórico, se pregunta tanto al paisaje como género opuesto y por mucho tiempo minimizados en importancia por la pintura oficial y académica que daba predominancia a la temática histórica y mitológica como sus lugares predominantes. Es así como en los géneros anteriormente desplazados como valores secundarios, la poética metafísica italiana promovió la lectura gracias a la predominancia y la valoración de dichos temas desde el ánimo cubista [6], en los inicios del siglo veinte. Éste nuevo enfoque sobre las “nuevas” categorías estéticas permitió que la naturaleza muerta practicada con insistencia por el barroco Chardin [7] pasara a primer lugar de interés pero llevándola hacia territorios no sólo de experimentación plástica sino a la recuperación del ánimo tanto del pintor como de sus espectadores, haciendo de dichos géneros los “nuevos” espacios particulares para explorar el campo “ultra-subjetivo” en el uso combinatorio de tiempos y lugares posibles, dando por hecho la alteración del sentido ordinario de las cosas que nos rodean y aludir más bien al fantasma que oculta sus apariencias fugaces.
La metafísica abre pues la puerta de los sentidos atada a los pensamientos y declara una actitud que utiliza el pasado ancestral como recurso válido en los juegos de lo imaginario. Es así como el pintor mexicano Francisco Constantino (n. 1968) se torna heredero de una larga tradición desprendida desde el arte grecolatino pasando por el filtro de la escuela metafísica italiana y apoyado en pintores también de su misma nacionalidad pertenecientes a la escuela mexicana de pequeño formato como lo fueron: Roberto Montenegro, María Izquierdo, Manuel Rodríguez Lozano, Carlos Orozco Romero y especialmente la obra de Alfonso Michel.[8]
El lector atento podrá auscultar la obra plástica de Constantino con la suficiente libertad imaginaria que la obra de dicho autor nos propone, el seguimiento sobre todo de las lecturas citadas son asunto de rigor que dejo despejadas y abiertas para su futura exploración y que arrojan luminosidad suficiente sobre la pintura y estilo de nuestro artista invitado.
Tlalpan, CdMx. Verano 2019.
Notas-.
[1] DE CHIRICO, Giorgio – “Hebdomeros”. Edicioned del Cotal, S.A. Prólogo de André Pieyre de Mandiargues. Trad. Josep Elías. Barcelona. 1976. ISBN 84-7310-003-4 Pág. 22.
[2] NARPOZZI, Marino – “Aldo Rossi” (Tradición y talento individual) Revista de variedades “El Paseante” – Núm. 14. Ediciones Siruela, S.A. Madrid. 1985. Depósito legal: M 43116-1985. Págs. 78-88.
[3] TOMKINS, Calvin and the Editors of Time-Life Books. “The world of Duchamp”. Time- Life International (Nederland). 1979. Págs. 114-115. ISBN 900658 65 7
[4] GORDON, Robert and Andrew Forge – “The last flowers of Manet”. Translation from the french by Richard Howard. Abradale Press. Harry N. Abrams, Inc., Publishers, New York. 1986. ISBN 0-8109-14220
[5] LAHUERTA, Juan José – “1927” (La abstracción necesaria en el arte y la arquitectura europeos de entreguerras) Parte I El mundo representado : metafísica y nueva objetividad. Cap. 1 El valor de los objetos en la pintura de Giorgio de Chirico. Y cap. 2 Una elección teórica de de Chirico: La metafísica de los viajes extraordinarios. Editorial Anthropos. Primera Edición: enero 1989. Barcelona, España. Págs. 9 – 93. ISBN: 84-7658-119-X
6. SANTOS, Torroella, Rafael – “Dalí” (época de Madrid). Publicaciones de la Residencia de Estudiantes: (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) Catálogo razonado. 1994. España. Págs. 34 – 35. ISBN. 84-00-07452-1
7 CLAY, Jean and Jossette Contreras – “The Louvre”. Chartwell Books Inc. A division of Book Sales, Inc. Secaucus, N.J. In colaboration with The Editors of Réalités – Hachette. 1980. Págs. 226-229. ISBN: 0-89009-370-9
8. DEL Conde, Teresa, et al. “La pintura surrealista en México”. México en el Arte. INBA. Núm. 7 / Diciembre de 1984. Págs. 2 – 23. ISSN 0185-4569
Francisco Constantino Ramírez Quintero
Estudió Artes Visuales en la FAD-UNAM, desarrollándose en la disciplina de la pintura. Cuenta con exposiciones individuales y ha participado en exposiciones colectivas, de estas últimas destacan: Metamorfosis", organizada por Manuel Marín, certámenes como la Bienal FEMSA Monterrey, la Bienal Rufino Tamayo y los Encuentro de Arte Joven.
Obtuvo el premio de Adquisición en el X Encuentro Nacional de Arte Joven, Premio de Estímulo en la Bienal Johnnie Walker y fue becario en pintura en la emisión 2000-2001 en el programa de Jóvenes Creadores FONCA, CONACULTA. En el área de la literatura, ha incursionado en la poesía, participando en los talleres de “Poesía Visual y Concreta”, a cargo de Laureana Toledo, y en ”Verbo Vórtex”, impartido por Rocío Cerón, en los cuales, realizó prácticas poéticas a través del acciones perfomáticas y video. En el último lustro participo en proyectos de mail art; es decir, elaborando postales o pequeñas piezas: collages y pinturas enviadas por correo tradicional a diferentes partes del mundo.