LOS BOSQUES SAGRADOS (III-Segunda Parte)

Luis Ayhllón


Con esta entrega Luis Ayhllón, cineasta y dramaturgo, continua su saga de narraciones que en conjunto forman un amplio relato escénico denominado El Principe-Princesa, el cual comparte desde hace varios números con los lectores de cambiavías. Esta entrega es el fin de la tercera parte que componen Los Bosques Sagrados.


6

– No les haré nada…
– …
– …
– Pueden comer la sopa.
– …
– …
– Hay suficiente. Coman.
– …
– …
– ¿Qué hacen dos niñas bonitas en el bosque?
– …
– …
– ¿Les comió la lengua el ratón?
– O hablamos…
– …o comemos sopa.
– Sí, eso veo. Coman. Coman.
– Es difícil hacer las dos cosas.
– …
– Son tan lindas.
– …
– …
– Ya no recordaba mi voz.
– …
– …
– Es bueno tener con quién hablar.
– …
– …
– Coman…
– Eso hacemos.
– …
– No les voy a hacer nada.
– Ya lo dijo.
– …
– En otras épocas…
– ¿Sí?
– …
– En otras épocas, no les hubiera permitido que entraran a hurtadillas y se comieran mi sopa.
– …
– ¿Por qué?
– No lo sé. El tiempo hace su trabajo…
– …
– …
– …horada nuestros cuerpos, opaca los instintos…
– …
– …
– …Nos hace várices y pudre las encías.
– Ah…
– …
– Antes recordaba cosas. Podía contar muchas historias. Ahora la memoria es un puto pantano.
– …
– Ajá…
– En otras épocas, no sé, las hubiera empalado.
– ¿Empalado, dijo usted?
– …
– Sí.
– ¿Por comernos su sopa?
– ¿Sólo por eso?
– Sí.
– ¿Nos hubiera empalado en el bosque por comernos su sopa?
– ¿Sólo por eso?
– Sí.
– Eso es un poco exagerado.
– ¡Yo diría que muy exagerado!
– Pues…
– Qué bueno que el tiempo se le metió por las orejas.
– Sí, qué bueno que ya está trasnochado.
– Sí.
– Cascajo.
– Antediluviano.
– Sí.
– Con ese olor a trapo…
– …y a jocoque.
– ¿Jocoque?
– Qué bueno que podemos comer la sopa.
– Muy rica, por cierto.
– …
– ¿No tiene algo de pan?
– ¿O queso?
– …
– ¿O vino?
– ¿A poco tomas vino?
– …
– ¿Se durmió?
– No lo sé.
– ¿Tú qué crees?
– No lo sé. Tiene los ojos abiertos.
– Pero está roncando.
– Se durmió.
– Come.
– Sí, sí.
– Está bien dormido.
– Ronca como un oso.
– Como un oso centenario.
– Se durmió. El trapo se durmió. ¿Qué hacemos?
– Comernos la sopa, buscar algo para el camino y largarnos de aquí para siempre.

7

– ¿Y Daisy?
– Ya lo sabes. Se deshizo con la lluvia.
– ¿Y Leonor?
– La lluvia.
– Pero, Leonor.
– …
– ¿Y Desislava?
– …
– ¿Dónde están?
– Las dejé en la casa del anciano empalador.
– ¿Por qué hiciste eso?
– No lo sé. Ya me tenían hartas.
– ¿Por qué abandonaste a Leonor y Desislava?
– Ya estaban maltrechas. Ya no tenían dignidad. Eran unos palos con hongos y hojarasca barata.
– No tenías por qué abandonarlas.
– ¿Me puedes decir por qué?
– Eran compañeras de viaje.
– No digas eso. Ya no soy una niña. Olían mal. Ni quien las quiera.
– …
– Pinches muñecas feas.
– Ya, ya.
– Ni quien las quiera.
– Está bien.
– …
– …
– …
– Esa sopa estaba rica.
– Estábamos hambrientas. Cualquier sopa, así fuera una sopa de pie, nos habría sabido a gloria.
– ¿Una sopa de pie?
– Fue lo primero que se me ocurrió.
– Más bien, de calcetín.
– Como quieras. De calcetín.
– ¿Qué te pasa?
– ¿Qué me pasa de qué?
– ¿Por qué estás así?
– ¿Cómo?
– Pues, mamona.
– Perdóname. Tú eres toda una princesa.
– Parece que te tragaste un ogro.
– Lo único que me tragué es la sopa de ese puto anciano.
– Bueno… ¿quieres un abrazo?
– No quiero ni madres.
– Está bien, sigamos solo caminando…
– …
– …
– …
– …

8

– Pensé que estabas muerta.
– Yo también. ¿Qué fue lo que pasó?
– Caímos en un hueco en la tierra.
– ¿Qué vamos a hacer?
– Pensé que estabas muerta.
– ¿Qué vamos…?
– No sé, no sé. Es de noche, no veo nada. Al parecer no podemos trepar, sólo siento la tierra húmeda.
– ¿Será una trampa?
– Sí, es probable.
– Si esto es una trampa significa que alguien va a venir por nosotras. Debemos salir.
– No hay manera.
– ¿Y si un lobo cae aquí adentro?
– No encuentro las cerillas. Ayúdame. Busca las cerillas en la tierra. Vamos.
– …
– …
– …
– …
– Aquí están.
– …
– Sí, es una trampa.
– No hay manera de salir.
– No, no hay manera.
– ¿Y si nos tomamos el frasquito?
– No. No.
– Creo que sería lo mejor. Nos tomamos el frasquito y nos quedamos dormidas.
– No, yo creo que, lo que venga, podremos aguantar.
– ¿Para qué?
– Me da miedo morir. Si muero, dejo de existir.
– Qué frase tan cabrona te acabas de aventar.
– Cuando digo que dejo de existir, es eso, dejar de hacerlo. Me da miedo no ir a ninguna parte.
– ¿Cómo lo sabes?
– ¿Cómo sé qué?
– ¿Cómo sabes que no iremos a ninguna parte? ¿Qué tal que es solo un sueño?
– ¿Y si no? ¿Si lo que sigue no es un sueño? ¿Entonces, qué? Ya nos chingamos.
– No lo sabemos.
– Por eso.
– No sabemos que vendrá después. Nos tomamos esto y ya.
– ¿De verdad te lo quieres tomar?
– Es que ya me cansé.
– …
– …
– No lo sé.
– Tomemos esto juntas.
– ¿Las dos?
– Al mismo tiempo.
– ¿Cómo un canto al unísono?
– Sí, como un canto.
– Al mismo tiempo.
– Sí.
– …
– ¿Vamos?
– Está bien.
– Gracias…
– Gracias a ti. Todo por la sangre.
– La sangre está bien.
– ¿Cómo?
– No es por la sangre per se, es por… es por otras razones.
– Sí.
– La sangre está bien.
– Abrázame.
– Sí.
– Abrázame.
– Sí.
– No me sueltes.
– …
– …
– …
– …
– …

Fin de la tercera parte

 

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