Un Premio, un Autor y un Lector a domicilio

Guillermo Gutiérrez Nieto

Dentro del universo de premios literarios que se otorgan anualmente en Francia, existe uno que reconoce la trayectoria de los autores latinoamericano. Se trata del Premio Roger Caillois, galardón obtenido por varios escritores mexicanos desde su creación en 1991.  Fabio Morábito, un autor polifacético, tanto por los géneros que maneja como por  sus rumbos de vida, lo recibió en diciembre de 2019.

Como en otros países, los premios literarios en Francia tienen un efecto vibrante tanto en el ámbito editorial, como entre el público ávido de nuevos autores y de novedades creativas. Otoño es la temporada insignia de los reconocimientos a las letras en este país, empero durante el resto del año hay variados reconocimientos. La mayoría de las fuentes refieren más de dos millares de estos galardones, incluyendo regionales y locales, aunque los circunscriben a dos centenas cuando refieren solo los de carácter nacional.

De los premios franceses, el referente cardinal es el Goncourt, establecido en su testamento por el escritor Edmond de Goncourt y otorgado desde 1903 por la sociedad literaria que lleva el mismo nombre, la cual elige anualmente la mejor novela publicada en lengua francesa. Otros casos de sólida trayectoria son el Renaudot, cuya característica es que su jurado lo componen críticos literarios y autores enfocados en galardonar obras en los géneros de novela, ensayo, libro de bolsillo y obra juvenil. Otra singularidad es el Femina, creado en 1904 como réplica al jurado masculino que formaba el Goncourt y desde entonces cuenta con un jurado formado únicamente por mujeres, quienes eligen la mejor obra  en prosa o en verso de una autor(a) francés(a). Con similar preponderancia, se encuentran el Interallie, fundado en 1930 por periodistas con un carácter honorario ya que no va acompañado de ninguna recompensa monetaria y el Medicis, fundado por Gala Barbisan y Jean-Pierre Giraudoux en 1958 para reconocer una novela, una narración o una colección de obra de algún autor novel o que no haya recibido ningún reconocimiento.

Del gran conglomerado de galardones, desde 1991 existe uno que trasciende la lengua francesa y el ámbito nacional para reconocer anualmente, de manera simultánea, la obra de un autor francés y otro latinoamericano, además de una categoría de ensayo (desde 2007)  y otra de traducción (desde 2016). Se trata del Premio Roger Caillois, establecido por la Sociedad de Lectores y Amigos del escritor sociólogo y crítico literario francés y la Casa de América Latina en Paris, en colaboración con la PEN Club Francia. Es un premio que honra a quien fuera parte del movimiento surrealista, férreo opositor al nazismo, cercano amigo de Victoria Ocampo, pero sobre todo un promotor comprometido de la literatura latinoamericana, lo cual constató con la traducción al francés de las obras de Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier, Gabriela Mistral y Pablo Neruda, entre otros.

En el listado de quienes han recibido este premio, la variedad de autores latinoamericanos es amplia y diversa, sin embargo, de sus 23 ediciones celebradas hasta ahora, 6 corresponden a autores mexicanos: Homero Aridjis, (1997), Carlos Fuentes (2003), Sergio Pitol (2006), Elsa Cross (2010), Cristina Rivera Garza (2013) y Fabio Morábito (2019).

Morábito recibe este reconocimiento por su más reciente obra: El Lector a Domicilio (Editorial Sexto Piso), con la cual obtuvo en México el Premio Xavier Villaurrutia en 2018. Se trata de un escritor sui generis, tanto por los géneros que ha explorado – poesía, narrativa, ensayo y traducción- como por su desenvolvimiento personal.

Constatando que se trata de un reconocimiento a lo universal de las letras sobre cualquier etiquetación nacional, el jurado del Premio Caillois la consideró una obra que hace una reflexión profunda sobre el sentido de la lectura, sobre del acto de leer en público y sobre la transformación que lectura genera en quienes la escuchan.

Fabio Morábito cuenta la historia de un hombre que, por cometer un delito menor, es condenado a un año de trabajo comunitario: leer novelas a domicilio a personas enfermas o jubiladas, sin que termine por involucrarse en esas lecturas, lo que acaban por reprocharle sus oyentes. Esta postura genera en el lector diversas reflexiones lo mismo acerca de la poesía, que del cuento, así como de la forma y el efecto de leer.

Al respecto, en una entrevista ofrecida en México, Morábito señaló que su obra “viene a ser casi una reflexión sobre lo que he escrito, incluso pensando en que me hubiese gustado ser solo cuentista o solo poeta, pero no puedo prescindir de ninguno”. Sin embargo, aseguró que, al mismo tiempo, es una mirada crítica hacia el fenómeno de la lectura, ya que la lectura no es un ejercicio nada sencillo, ni siquiera de los libros que se consideran de fácil comprensión.

El Lector a domicilio, es considerada una novela de gran originalidad. El jurado del premio Villaurrutia la consideró una obra “con un ritmo envolvente y una lúcida ironía”. Y es que en esta narración fragmentada cohabitan un narrador, un antihéroe, y personajes variopintos, -entre ellos el progenitor  del lector, quien rescata del olvido a la poetisa Isabel Freire,-con quienes crea un universo múltiple donde lo insospechado emerge de forma natural.

Con todo ello, se puede afirmar que lo meritorio de este premio a un autor que nació en Alejandría, Egipto, en 1955, vivió en Milán hasta 1969, desde entonces radica en la Ciudad de México, trasciende la obra y refrenda la valía del ejercicio de la lectura en todas sus expresiones, refrendando lo que en alguna ocasión señalara Roger Caillois: “Lo fantástico es siempre una ruptura en el orden reconocido, una irrupción de lo inadmisible dentro de la legalidad cotidiana inmutable”.