Luis Ayhllón
Luis Ayhllón, cineasta y dramaturgo, continua su saga de narraciones que en conjunto forman un amplio relato escénico denominado El Principe-Princesa. Con esta entrega inicia la cuarta parte que componen Los Bosques Sagrados.
1
– ¡Quién vive!
– ¿Escuchaste?
– No, ¿qué? Me quedé dormida.
– ¿Quién es?
– Sepa. Guarda silencio.
– …
– ¡No tengan miedo!
– …
– …
– ¡Lanzaré una cuerda para que puedan salir!
– ¿Qué hacemos?
– No hagas nada.
– Tenemos que hacer algo.
– No hay nada qué hacer.
– ¿Y si estamos muertas y es Dios?
– ¿Con esa voz de pito? ¿Dios?
– ¡No tengan miedo!
– ¿Qué hacemos?
– Nada, nada.
– ¡Sólo soy un pobre anacoreta!
– ¿Ves? No es Dios. Es un anacoreta.
– ¿Qué es eso?
– Yo conocí una vez un anacoreta. Le gustaban las niñas. El Rey me llevó con él.
– ¿Qué hacemos?
– ¡Qué es lo que quieres!
– ¡Sólo pretendo ayudar!
– ¡Cómo sabemos que no tienes otras sucias intenciones!
– ¡Estoy en penitencia!
– ¡Y eso, qué!
– Mira, arrojó una cuerda.
– ¿Qué hacemos?
– Salir, ¿qué otra cosa? Vamos.
2
– Sé que me veo curioso. Deben tener hambre. Coman. Yo también, en su lugar, me les quedaría viendo con esos ojos. ¿Qué hace un hombre peludo, desnudo y vergón en medio del bosque? Pues, pues…
– El anacoreta que conociste, ¿estaba así de peludo?
– No.
– La penitencia, la vida salvaje, me hizo como soy.
– ¿Y a mí qué me importa?
– Lo mismo pienso.
– Ey, tú, anacoreta.
– Homo sylvestris.
– Como sea.
– Dime.
– No nos importan tus historias.
– Cuando llegué al bosque…
– Que no nos importan.
– Lo que sea. Lo que sea. Buscaba abandonarme al espíritu. Por eso llegué a sus profundidades. Una tarde, mientras me encontraba orando, una de las hijas del Rey, completamente desnuda, llegó a mi cueva. Me pidió guarida y sustento. Se los di, niñas. Le di lo que me pidió, pero, pero ustedes tienen qué entender. ¿Qué podía hacer yo? Contesten, niñas. Les hablo. ¿Les comieron la lengua? Sucumbí al deseo. La hice mía. Y fue cuando comenzaron las pesadillas… La culpa me carcomía y decidí que lo mejor era alejarla de mí y…
– …
– …
– … la enterré en el bosque… para que no me molestara más.
– …
– …
– Fui con el Rey a confesar mi crimen y él, comprensivo, me perdonó. Dijo que la culpa era de su hija, pues no se debe correr en el bosque desnuda y mucho menos pedir guarida a un triste eremita.
– ¿El Rey te indultó?
– Sí, junto con el Obispo.
– ¿Y regresaste al bosque?
– Sí, a ser un penitente. A vivir como los animales. A comer hierbitas y champiñones. Me hice vegano.
– ¿Te hiciste vegano?
– Me hice vegano.
– ¿Y esa carne en la fogata?
– Es de jabalí.
– ¿No que eras vegano?
– Hace unas horas.
– Mientes.
– No, no miento.
– Todo lo que dices es una mentira. Como todos en este bosque. Todos mienten.
– Llevo años haciendo penitencia. Pero nada cambia. Miren, hace unos días tuve una revelación. Soñé con Adán y Eva, los dos eran unos ancianos. No decían nada, sólo copulaban. Su carne era monstruosa. Su piel derramaba grasa. Ahí, por fin, supe que por más penitencias y castigos, su puto pecado nos ha condenado a la desgracia. ¿Me entienden? Nuestra carne está podrida. Fue por eso que construí esa trampa. Y ustedes son las primeras que han caído en ella.
– Todo está muy bien.
– ¿En serio?
– Sí, la verdad es que comprendemos perfectamente.
– Así es.
– Te entendemos, hombrecito peludo.
– Sí, te entendemos.
– Comprendemos el infierno que has vivido.
– Sí, está muy cabrón. Eso se ve.
– Una bruja que fue quemada en la pira, en plena plaza pública, nos dijo, antes de que la quemaran, algo sobre ti.
– ¿En serio?
– Nos leyó la fortuna.
– ¿En serio?
– Sí. Nos dijo que en el bosque encontraríamos un hombre muy peludo.
– ¿En serio?
– Un hombre al cual nosotras debíamos entregarnos sin reserva alguna. Y eso haremos.
– ¿Y esa botellita que arrancaste de tu cuello?
– Es un elíxir.
– ¿Qué clase de elíxir?
– Un afrodisiaco que contiene el aceite de siete doncellas.
– Qué deleite.
– Quien lo beba experimentará la mayor cantidad de placer. Tendrás la fuerza ponedora de un asno en primavera.
– ¿La bruja se los dio?
– Tú lo has dicho.
3
– Casi me cago de la risa en frente del peludo. Siete doncellas. Fuerza ponedora. Un asno en primavera. Te pasaste de lanza.
– Subamos al árbol. Quiero dormir. Siento que me comí un caballo.
– Era un jabalí.
– Durmamos…
– …el sueño de los justos…
– Como sea. Como sea. Trépate, vamos.
Ciudad de México, 1976. Dramatrugo, guionista y director mexicano. Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte snca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes fonca. Miembro del taller de la Royal Court of London en México. Ganador del Premio Nacional de Literatura 2006, en la rama de teatro; del Premio Nacional de Dramaturgia Manuel Herrera 2004; del Premio Nacional de Teatro para Adolescentes 2004; y del Premio Oscar Liera a la Mejor Dramaturgia 2004, entre otros premios y reconocimientos. Su trabajo en cine incluyen el guión del largometraje Caja Negra; el guión y la realización del mediometraje Instrucciones para acabar con la neurosis; Dodo fue su ópera prima como director de cine (2013); en 2016 escribió y dirigió Nocturno.