Retrato de 2 Artistas-Scouts adolescentes

Redacción cambiavías

La biografía y la crónica son estilos literarios de amplio alcance que permiten conocer fragmentos de la vida de personajes relevantes en contextos específicos que son de interés para quien los admira o desea conocerlos. Arturo Reyes Fragoso (Ciudad de México,1967) acaba de publicar una obra que amalgama estos géneros al referirse al devenir de Manuel Felguérez y Jorge Ibargüengoitia en sus años de juventud, cuando ambos eran boy scouts y descubrieron sus verdaderas vocaciones, uno como artista plástico, el otro como escritor.

En Dos artistas en pantalón corto. Ibargüengoitia y Felguérez, scouts (Ediciones La Rana, Guanajuato, 2020. 120 pp.), Reyes Fragoso nos ofrece un recorrido guiado por diversas “instantáneas” del escultismo que practicaron ambos creadores y al mismo tiempo devela las condiciones nacionales imperantes en los años posteriores a la segunda guerra mundial para entender cómo se arraigó en México el movimiento creado por Robert Baden Powell.

El acontecimiento central que narra esta nueva edición del libro –la primera fue en 2003 por editorial Praxis- son las peripecias que ambos artistas afrontaron antes, durante e inmediatamente después del VI Encuentro (Jamboree) Internacional de Scouts en Moisson, Francia en 1947. Este hecho tiene una trascendencia fundamental para ambos y de ello dejaron evidencia a través de obras que en distintos momentos cada uno de ellos escribió: Ibargüengoitia con el cuento “Falta de espíritu scout” (incluido en La ley de Herodes y otros cuentos, 1967) y Felguérez con el texto “El reencuentro”, que apareció en el número 100 de la revista Vuelta (marzo de 1985).

Ambos materiales son retomados por Reyes Fragoso en diversas ocasiones para conformar el eslabón cronológico en el que Jorge y Manuel se desenvolvieron siendo escultistas y cómo ese aspecto forjó sus respectivas personalidades. Este certero trabajo de investigación, sin embargo, no se limita a la recreación de esos momentos y tiene un alcance más amplio. Se trata de un periplo que conlleva la recreación de una época: el inicio de la modernización en México, para lo cual el autor refiere lugares, personajes y corrientes de pensamiento que tendrían algún impacto posterior en el destino nacional.

A guisa de ejemplo destacan los Caballeros de Colón, las escuelas jesuitas, maristas y lasallistas de la Ciudad de México, la Asociación de Scouts de México, el al Café Olimpia, el University Club de Reforma, el Casino Español. De estos lugares e instituciones emergieron personajes con influencia en sus ámbitos de acción: Juan Lainé, Edelmiro Traslosheros, Jorge Núñez Prida, Rafael Ulibarri, Santiago Zubiría, Mario Alfonso de la Parra, Roberto Burckle y muchos otros de una lista amplia. Entre los datos anecdóticos que el autor refiere se encuentra la relación de Antonio de la Lama y Rojas, quien en abril de 1944 realizó un atentado fallido contra el presidente Ávila Camacho, con el movimiento scout: “el frustrado magnicida participó como invitado de honor en los festejos de aniversario del grupo XIII de la asociación scout, fundado en la vecina población de Mixcoac, D. F.”

La otra veta de la obra, de gran despliegue documental y singularidad, es el desarrollo del movimiento scout en México, así como su respectiva vinculación con el símil internacional. Al respecto, la parte de que narra las peripecias de “los artistas de pantalón corto” y de toda la delegación mexicana que participó en Moisson es de gran valía ya que con un conglomerado de personajes se exhiben las diferencias socioeconómicas imperantes desde entonces en nuestro país y los esfuerzos que cada uno de ellos –escultistas y autoridades acompañantes- realizan para concretar este viaje, desplegando una vinculación internacional sin paragón previo.

El correlato de este episodio es que la visión de los artistas se sobrepuso tanto antes como después del referido Jamboree. Sus peripecias después de Moisson confirman lo dicho por Ibargüengoitia en uno de sus escritos:

“hay que admitir que la manera en que algunos de nosotros interpretamos el escultismo, nos desarrollamos y, en cierto sentido nos logramos, repugnaba con los conceptos fundamentales del establishment scout de aquella época”.

Así, después del encuentro internacional ambos recorren Francia, Italia, Suiza e Inglaterra con otros integrantes de la delegación mexicana, alojándose en hogares de los scouts con quienes trabaron amistad. Al final, la repetida amenaza de sanción de las autoridades scouts mexicanas contra ambos artistas no se hace realidad ya que se integraron a nuevos grupos o fundaron otros nuevos hasta su salida del movimiento.

En la última parte del libro, que incluye algunos aspectos de la vida de Ibargüengoitia y Felguérez después de que se alejaron del escultismo, la ruta cronológica de Reyes Fragoso deja de ser exhaustiva y concluye con la muerte del primero en 1983 y con la fundación en 1998 de un museo con su nombre, en el caso del segundo. Por su parte, el epílogo es una remembranza del encuentro que él sostuvo con Joy Laville, esposa de Jorge Ibargüengoitia, en Jiutepec, Morelos, donde ella tenía su estudio y donde le compartió algunas de las fotos que conforman la parte iconográfica del libro, al igual que los parches scouts que su esposo utilizara en los episodios narrados.

Dos artistas en pantalón corto. Ibargüengoitia y Felguérez, scouts, es un gran testimonio de vida. Es también una obra que permite conocer el germen artístico de personajes con expresividad diferenciada, aunque afín en su forjamiento creativo. El estilo narrativo de Arturo Reyes Fragoso, que fluctúa entre la biografía y la crónica, es disfrutable en todo momento; no hay duda que él se adentró en el pasado de ambos para permitirnos ponderar su genialidad y su personalidad. ⌈