Los bosques sagrados (V-Fin)

Luis Ayhllón


Luis Ayhllón, cineasta y dramaturgo, concluye con esta entrega su saga de narraciones , las cuales en conjunto forman un amplio relato escénico denominado El Principe-Princesa. Esta colaboración es la tercera y última parte del apartado denominado Los Bosques Sagrados.


Tercera parte

4

– Es un día cálido.
– Sí.
– El sol se cuela en forma de agujas a través de las hojas.
– No sé cuánto hemos dormido.
– Ni yo.
– Pero creo que abrimos los ojos al mismo tiempo.
– Sí.
– A lo mejor dormimos durante días.
– A lo mejor.
– O fueron años. No lo sé.
– No siento el cuerpo.
– Ni yo.
– Tanto sueño nos dejó molidas.
– Sin embargo, muevo el brazo y me duele.
– Me duele, también.
– Muevo las piernas y lo mismo.
– ¡Auch!
– Parece que han pasado años.
– Pero no es así.
– ¿Qué vamos a hacer?
– Tenemos dos opciones.
– Ajá.
– Según el mapa, es aquí.
– ¿Qué?
– Sí, así es.
– ¿Ya llegamos?
– Según el mapa, sí. Llegamos. Mira.
– ¿Y el lago?
– No hay ningún lago.
– Pero…
– No hay nada aquí. Te dije lo del lago antes porque/
– Entiendo, entiendo. Ni siquiera puedo llorar.
– Pero, reír…
– Reír, siempre.
– La risa es una cascada.
– Y es más antigua que el bosque.
– Pero menospreciada en el reino.
– Los aguafiestas.
– Y nos mantiene vivas.
– Sí, sí.
– La risa.
– ¿Entonces?
– Bueno, la primera sería bajarnos del árbol del sueño y continuar a pie.
– ¿Hacia dónde?
– Hacia ningún lugar.
– ¿La segunda opción?
– La segunda, se me ocurre… Aunque la esposa del panadero no dijo nada, aunque no dijo nada…
– ¿Qué?
– Podríamos, podríamos.
– ¿Qué?
– Trepar hacia arriba.
– ¿Y luego?
– Pues nada. ¿Y si no estamos perdidas y el lugar que buscamos está arriba?
– ¿Y arriba qué podría haber?
– Muchas cosas.
– ¿De dónde sacas eso?
– Sucede en los cuentos.
– Sucede, sí.
– Ese lugar debe estar arriba. Es el único camino probable.
– Si fuéramos una vía láctea.
– Pero, pues…
– Ni modo.
– Vamos, pues.
– Subamos.
– Sí.
– Subimos a través de las ramas.
– Con diminutas agujas de sol en la piel.
– El árbol viejo es un laberinto.
– No es fácil encontrar pasadizos para seguir ascendiendo.
– Nos topamos con nidos.
– Y búhos milenarios.
– Quienes sólo nos observaban.
– Acostumbradas a los embusteros…
– …las primeras veces los mirábamos con desconfianza.
– Esperando engaños.
– O acertijos.
– Pero no…
– Nos cedían el paso.
– Incluso uno, con cataratas en los ojos y lentes de fondo de botella…
– Irguió su enorme ala y pronunció con voz de barítono:
– Pasen, niñas: éste es su árbol.
– Pronto escalar era como caer, de lo rápido que lo hacíamos.
– Dos niñas en los huesos escalaban.
– Dos niñas sonrientes.
– Con dolor en la carne.
– Subían hacia las nubes.
– Tras muchas horas de escalar entre las ramas…
– Tuvieron nuevamente que descansar.
– Sí, estábamos exhaustas.
– Entre las ramas del árbol inacabable.
– …
– …
– …
– …
– Y arriba, ¿qué habrá?
– Una aldea entre las nubes.
– ¿Y en la aldea?
– Un inmenso lago.
– ¿Y en torno al lago?
– La aldea.
– ¿Y en la aldea?
– El lago.
– Ya lo dijiste, ¿qué más?
– Las casas son de dulce y chocolate.
– ¿Qué más?
– Los caminos de colores.
– ¿Qué más?
– Una aldea entre las nubes.
– ¿Y en la aldea?
– …
– ¿Y en la aldea?
– Un lago. Un lago.
– …
– …
– …
– …
– …
– …
– …
– …

FIN