Poetas Vindictas: voces lejanas siempre vivas

La colección Vindictas de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM es el tema de esta reseña sobre poetas latinoamericanas con referentes remotos, pero vigentes hoy entre la creciente exigencia de una equidad de Género.

Guillermo Gutiérrez Nieto

De acuerdo con el diccionario de la Real Academia de la Lengua, vindicta es sinónimo de venganza, de satisfacción del daño recibido, la cual se hace pública por la sola razón de justicia, para ejemplo del público. Y a eso responde la colección literaria Vindictas, de la Dirección de Literatura y Fomento a la Lectura de la Coordinación de Difusión Cultural de la Nacional Autónoma de México (UNAM), que incluye obras escritas por mujeres y no editadas al menos desde hace 20 años.

El objetivo de esta colección, que además de su veta literaria comprende materiales audiovisuales sobre artes escénicas, danza, música ciencia y filosofía, es hacer visible la obra de autoras del siglo veinte, quienes “debido a una visión machista de la literatura no tuvieron difusión y quedaron fuera del alcance de los lectores a pesar de su relevancia literaria y de mantener una vigencia asombrosa”.   Para enriquecer la colección y lograr un diálogo intergeneracional, en cada libro se incluye la presentación de una autora nacida a partir de 1980. El resultado en los títulos presentados hasta ahora es trascendente ya que ha abierto espacios a voces nuevas, a mujeres que han luchado en los tiempos más recientes por la equidad de género.

La notable aceptación de la colección, que originalmente comprendió únicamente novelas de autoras latinoamericanas, ha ampliado sus géneros y en la actualidad comprende memorias, cuento y poesía. Esta última expresión ha germinado dentro de la añeja colección Material de Lectura, donde se creó la serie Vindictas. Poetas latinoamericanas, que ha publicado selecciones poéticas de: Aláide Foppa (Barcelona, 1914 – Ciudad de Guatemala, 1980), María Enriqueta Camarillo (Coatepec, Veracruz 1872-1968) y Winnét de Rokha (Santiago, Chile, 1892-1951).

Aunque unidas en la colección, cada una de estas voces es singular. La más conocida de ellas es Foppa, cuya veta poética definitivamente es una parte velada que la publicación revela. Por su parte, Camarillo, la autora mexicana de la serie, resulta una novedad, lo mismo que un deleite aún cuando algunas de sus obras emergieron alrededor de un siglo atrás. Y si existe canon que resuma realidad e imaginación, bien pudiéramos tomar como ejemplo a Rokha. Empero sería mezquino decir tan poco de estos poemarios, los cuales permiten identificar rasgos específicos de autoras que son referentes fundamentales en la geografía literaria de nuestro continente.

Un aspecto fundamental en la poética de Alaide Foppa es su exploración de la maternidad, no desde una postura de celebración, sino desde una ambivalencia compleja y honesta: “Tú me vas a quitar / ese retazo de mi vida / que me han dejado los otros: / casi nada, / pero me duele desprenderme / de lo último que me queda”. A pesar de su activismo político, su obra se mantiene al margen de esta esfera; lo que encontramos, más bien son conclusiones sobre la condición de la mujer, sus poemas confirman que la sociedad determina su identidad por medio de la relación con otros y así lo plasma: “Ya casi no me encuentro / quisiera reconocerme, / siquiera un momento, / en el agua del tiempo”. Otra faceta visible es la relación entre el lenguaje y el silencio, en cuyo nos dice: “morir en el instante / en que ya no se puede / soportar la espera”.

En el caso de María Enriqueta Camarillo, quien también fue pianista, dibujante, ensayista y traductora, las vetas visibles en sus poemas son la tragedia y la solemnidad. Como lo refiere Valeria List en su introducción, sus poemas se encauzan hacia la pérdida, la soledad, la imposibilidad de ser feliz; hablan de la imposibilidad de consumar el amor. Pero sobre todas las cosas, remarca List, la tristeza por lo ausente confluye en toda su obra como un visor a través del cual mira al mundo. Una muestra de esa tristeza melancólica por la soledad y la pérdida está registrada de esta manera: “¡Nadie en mi mal me acompaña ¡ / ¡no hay unos ojos que lloren / por esta angustia de mi alma!… / …Y el árbol soltó sus hojas…/ y me parecieron lagrimas…

Por su parte, en Winnét de Rokha, cuyo nombre original fue Luisa Victoria Anabalón Sanderson y en sus orígenes creativos firmó como Juana Inés de la Cruz, lo que es más visible es su multiplicidad de identidades y estados de conciencia. Y no hay nada más cierto ya que la selección presentada, en particular el poema “Formas del Sueño”, confirma una desconfiguración creativa que desafía a sus lectores. Símil de Foppa en cuanto a activismo político, Winnét de Rokha lo mismo plasma el agobio por el quehacer cotidiano, que no acaba nunca y es un eterno retorno, que una imaginación desbordante, centrada en una aguda observación de lo circundante y en interpretaciones desdobladas de lo onírico: “Yo escribo / para aquellos que acierten / comprender mi alma enferma / de belleza, de hastío / al vivir la existencia”

En conjunto, esta colección poética, que forma parte de la colección Material de Lectura, es un posicionamiento crítico a la realidad actual respecto a las demandas de equidad de género en diversos espacios y ámbitos. Es también una interpretación precisa del área editorial de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM sobre el rumbo que pueden tomar los proyectos editoriales sustentados en nuestra circunstancia actual. Sin duda, el reposicionamiento de autoras que en su época no fueron valoradas en su verdadera dimensión es para celebrarse Larga vida a esas voces que no obstante su lejanía, siguen vigentes.