Fuego Graneado (IV)

Dramaturgia para reuniones virtuales

Luis Ayhllón

VII

Sra. Roldán

M:  ¿Qué hace ella aquí?

L:    Mira/

M:  ¿Qué hace aquí?

SRA. ROLDÁN: Yo/

L:   ¿Me escuchas?

M:  No.

L:    Sólo déjame explicarte…

Moisés sale de la reunión.

S:    ¿Y ahora?

L:    Espéreme…

S:    ¿Se salió?

L:    No sé.

S:    Se salió…

L:    Sí, creo que sí.

S:    Qué ca-bron-ci-to.

L:    Perdónelo. No es fácil para él.

S:    Pues sí.

L:    No es fácil.

S:     No entiendo por qué.

L:    Se va a conectar, no se preocupe.

S:    No estoy preocupada, Lucas.

L:    Sí, bueno. Sí… ¿Cómo pasa la cuarentena?

S:    ¿Por qué no le dijiste?

L:    ¿A Moi? ¿Decirle qué?

S:     Que me iba a conectar.

L:     No sé, es muy temperamental.

S:     Es muy descortés de su parte.

L:     Lo sé.

S:     Es inadmisible.

L:     Lo sé. Creo que ya regresó. ¿Moi, Moi?

Moi está en negros.

L:    Ahí está. Prende tu cámara. Prende tu cámara. Señora, háblele por favor.

S:    Hola, Moi. Si no quieres poner la cámara está bien.

L:    Moisés, levanta la mano si estás escuchando.

Moi levanta la mano.

L:    Ahí está, señora Roldán. Ahí está mi hermano. Levantó la mano.

S:    Ah, mira. Levantó la mano. Qué bonito. Levantó la mano.

       Un hombre tenía dos hijos. Al primero le dijo: hijo, ve a trabajar en la viña…

Moi aparece a cuadro con los ojos vidriosos.

M:   ¿Por qué me andaba toqueteando cuando yo era un niño?

S:     ¿Qué?

M:   ¿Por qué?

L:     Moi…

S:     No escuché bien.

Moi pronuncia más lento.

M:   ¿Por qué me andaba toqueteando cuando yo era un niño?

S:     No se escucha. La señal de internet no es muy buena.

M:    No se haga, conteste.

L:      Moi…

M:    Conteste…

S:      Mira, hijo. Quiero que sepas algo. No tengo internet de fibra óptica.

M:    ¿Fibra óptica?

S:      La fibra óptica es más rápida. En esta colonia no hay instalación de fibra óptica.

M:    ¡Conteste!

L:      ¿No escuchas, Moi? Es una cuestión de fibra óptica.

M:    ¿Qué?

S:      Mira, hijo. Cuando decidí salvar a tu hermano, sí lo sabes, ¿verdad? Antes de tirarse del puente, sólo escúchame. Tu hermano te quiere mucho. Cuando decidí salvarlo, me hice responsable de él. Cuando salvas la vida de una persona, te conviertes en el ángel de esa persona para siempre. Y yo me acerqué a ti porque tu hermano te necesitaba.

M:    Yo era un niño.

S:      Dios habla a través de mí.

M:    Usted le lavó el cerebro a mi hermano.

L:      No me lavó el cerebro.

S:      Lucas, cierra la boca.

L:      Perdón, señora.

S:      Hay veces que hago cosas que no recuerdo. Yo sólo soy un instrumento de Dios. Dios se manifiesta de muchas maneras a través de mi cuerpo. Un hombre tenía dos hijos. Al primero le dijo: hijo, ve a trabajar en la viña/

M:    ¿Por qué está aquí?

S:      Es un acto de piedad.

L:      Yo se lo pedí.

M:    Te está manipulando.

M:    ¿Hasta cuándo vas a tener que soportarla?

S:   Quiero que sepas algo. Una vez caminaba por la calle, paseaba con mi jauría de perros, antes de que desaparecieran los perros de las calles. Antes de este nuevo Estado de pets frendlis, donde la gente los ha domado y les pone gorritos y calcetines. Es ridículo, pero bueno, en realidad… Mira… caminaba con ellos, alegremente, por la ciudad, cuando vi un árbol en llamas.

L:   ¿Por qué estaba en llamas?

S:   Me acerqué, lo que vi en el árbol ardiente, fue la figura de tu madre devorando a sus hijos. Y fue cuando Dios me guió hasta tu hermano.

L:   No me había contado eso. ¿Cómo se manifestó Dios para guiarla?

S:    A través de los perros, hijo. Ellos me guiaron hasta ti, en ese puente, a punto de besarte con la muerte.

L:   Exactamente, señora Roldán, ¿qué vio en el árbol que ardía?

S:    Vi a tu gorda madre, comiéndoselos, a los dos.

L:    En las figuraciones, ¿mi madre tenía colmillos?

S:    No, no tenía colmillos. Sólo era una masa amorfa de carne que los deglutía, como las gaviotas cuando se tragan una enorme rata.

L:    ¿Nosotros éramos las ratas?

S:     Es poesía, Lucas.

L:    Ah, perdón. Nunca he sido… seeee… ¿qué lo hizo quedarse con nosotros en casa?

S:    Mi compromiso con Dios y con ustedes.

L:    ¿Usted quemó a nuestra madre?

S:     No, hijo. ¿Cómo crees? Eso lo hizo ella por su cuenta.

M:   ¿Por qué salió usted primero del departamento?

S:     ¿Qué? No te escuché, hijito.

M:    ¿Por qué salió usted primero?

S:     ¿Salí yo primero?

M:    Sí, Lucas me dijo que usted salió primero.

S:     Ah, caray. ¿Eso le dijiste?

L:      …

S:    Lo importante es que ella fue la que decidió inmolarse.

L:    Como aquél monje tibetano.

S:    No. Lucas. Es importante que te diga algo: no hay relación posible entre ese monje tibetano y tu madre. No. ¿Me puedes decir qué madres tiene que ver? ¿Cómo es posible siquiera que compares la muerte de aquel hombre en busca de un ideal y tu triste madre?

L:    Era poesía.

S:    No, Lucas. Eso no es poesía. Eso es una reverenda pendejada.

L:    Perdón, señora.

La señora Roldán se contiene y sonríe hacia Moisés. Suaviza su voz.

S:    Un hombre tenía dos hijos. Al primero le dijo: hijo, ve a trabajar en la viña…

Moisés abandona la reunión.

S:    ¿Ya se fue otra vez?

L:    No sé. Sí. Creo que sí.

La señora Roldán dice con una voz suave y tierna:

S:    Qué cabroncito. No ha cambiado nada.

L:    Perdónelo.

S:    ¿Por qué madres le dijiste que yo salí primero del departamento?

L:    No sé.

S:    Vales para pura madre, Lucas.

L:    Perdón, señora.

La señora Roldán sale de la reunión.

L:    Señora, señora… Levante la mano si está ahí.

VIII

Lucas se queda solo

  • Gracias por aceptar la invitación.
  • ¿Sabes por qué la acepté?
  • No.
  • Porque no hablo con nadie, Lucas. No tengo con quién hablar.
  • Ah. Bueno. Como sea, lo agradezco.
  • ¿Estás borracho?
  • Borracho, borracho. Na.
  • Oye, ¿y ese traje?
  • ¿Lucas?
  • ¿Qué te pasa?
  • Murió…
  • ¿Quién?
  • La señora Roldán…

Pausa.

  • ¿Qué?
  • Sí.
  • ¿Se murió?
  • Sí.
  • ¿En sentido figurado?
  • No. En sentido del carajo.
  • No mames. ¿De qué?
  • Corona.
  • No mames.
  • Sí.
  • ¿Colgó los tenis por el corona?
  • Sí.
  • Chale.
  • Sí.
  • Lo siento por ti.
  • Gracias.
  • Está cabrón.
  • Sí.
  • Qué cosa.
  • Sí.
  • Pero, ¿no guardaba su sana distancia?
  • No sé.
  • ¿No hacía la cuarentena?
  • Según yo, sí.
  • ¿No seguía las instrucciones de ese doctor agradable?
  • El corona no hace distinciones.
  • No.
  • No importa que seas rico.
  • Ajá.
  • Presidente de un país.
  • Sí.
  • O una santa.
  • ¿Qué?
  • Porque tú dices…
  • A ver, Moi. ¿No me escuchaste?
  • Sí.
  • Se murió la Señora Roldán. No estoy para tu puta mala leche.
  • No es mala leche.
  • Sí lo es.
  • Sólo digo que del virus no se salvan ni las santas.
  • Ahora que lo mencionas.
  • Sí.
  • ¿Por qué madres no sales?
  • ¿Adónde?
  • Si eres inmortal, ¿por qué no sales al parque? A ti el corona te hace los mandados. ¿O no?
  • ¿A qué salgo? Ya te dije que no tengo a nadie.
  • Sí.
  • No me gusta la gente.
  • Sí.
  • Prefiero estar aquí.
  • Eso me queda claro. Pero, ¿por qué no sales a dar la vuelta?
  • Voy al laboratorio para recoger mis plaquetas.
  • Ajá.
  • Salgo a cobrar la renta de un cuarto que tengo.
  • Ajá.
  • Sí salgo. ¿Por qué no se salvó a sí misma?
  • Ella hacia milagros para los demás.
  • Hija de su…
  • Respeto, Lucas. Estoy de duelo. No voy a tolerar/
  • Ya, ya, ya. Está bien.
  • Salud.
  • Estoy jurado.
  • ¿Qué?
  • Lo que oyes.
  • No seas mamón.
  • Juré que dejaría esa madre.
  • Esas son mamadas, Moi. Nadie en su sano juicio jura pendejadas.
  • Estaba pedo.
  • ¿Cuándo?
  • Cuando lo juré.
  • ¿Lo ves? ¡No cuenta, entonces! Dios sabe que no cuenta.
  • Sí cuenta. Yo tengo palabra.
  • La palabra de los borrachos es volátil. Salud.

Silencio.

  • Te doy mi pésame. Que Dios la tenga en su santa gloria.
  • Gracias, Moi.
  • Lo siento. Sé que la querías.
  • Era un amor transparente.
  • Sí.
  • Un amor, un amor…
  • Sí, me imagino.
  • Hasta le escribí una canción.
  • ¿Qué?
  • Le escribí una canción.
  • ¿En serio?
  • Sí.
  • Órale.
  • ¿Quieres escucharla?
  • Sí, Lucas.

Lucas se acaba su trago y se sirve otro.

  • Fue usted una santa

Una fuente de sabiduría

No como la suripanta

de la bruja que nos dio la vida…

  • A ver, Lucas.
  • Espera.
  • No. Ya no quiero escuchar.
  • ¿Qué pasa?
  • ¿Quién es la suripanta?
  • ¿Quién va a ser?
  • Mira, pongamos las cosas claras. Hagamos un convenio.
  • Es un himno, déjame terminarlo. El réquiem para la Señora Roldán.
  • No. No. Pongamos las cosas claras.
  • Se murió la señora Roldán. Tu santa. Mamá se inmoló a sí misma. Ya. Cefiní. Se acabó. La vida sigue.
  • Hoy la enterraron, pendejo. Es muy reciente. Debo vivir mi luto.
  • Pues vívelo tu solito, a mí no me metas. Si quieres hablar otra vez conmigo, se acabó. No quiero que la vuelvas a mencionar, mucho menos faltarle el respeto a mamá.
  • Lárgate, pues. Déjame solo con esto.

Moisés sale de la reunión. Lucas se acaba su trago se sirve otro. Mira hacia cámara.

  • Yo sé que usted sí me ve, porque usted es omnipresente, como Dios.

Pinche corona.

Señora, yo la amo.

La amé siempre.

Gracias por todo.

Por salvarme la vida.

Por entrar en mi vida.

¿Por qué no me habló?

Digo, yo, yo, yo habría, habría…

estado con usted,

La hubiera acompañado.

Vi a su hermana.

Con todo respeto.

Qué hija de…

Me dio la cajita…

Gracias por la cajita…

Pero no entiendo…

¿Por qué me dejo esta cajita?

No hay nada en ella.

No entiendo.

No sé que voy a hacer sin usted.

A lo mejor lo que dejé pendiente.

A lo mejor regreso a ese puente.

¿Qué significa la cajita?

¿Qué putas significa?

Señora Roldán,

¿y si me lleva con usted?

De seguro tiene un buen asiento en ese teatro…

de seguro está rodeada de ángeles…

Puta madre…

Bueno, la dejo descansar…

Lucas sale de reunión.