Tía Juve y su Juan

Felipe Sánchez Reyes

Para mi hermana Malu y sus hijos.

Tía Juventina, hija de mi tío Rosalino Reyes, también, como yo, tuvo el siguiente sueño quince días antes del deceso de Juan, que hoy al mediodía, día del temblor, día de la muerte de mi prima Inés Reyes en Maryland -hermana de Cheo-, y un día antes del cumpleaños de Juan, me lo dijo hoy que la visité en su casa del pueblo.

– “Qué crees, Richard, que en mis sueños llegó Juan a mi casa con cuatro botes, llenos con trozos largos, abundantes, de carne, como de gallina o totole. Y que le digo, -¡Pero miiira, mijito, cómo vienes cansado cargando los cuatro botes!

– No se preocupe por el peso, Tía Juve. Se los traigo, para que me haga un favor y los reparta: uno para mi suegra María, otro para mis cuñados, otro para usted tía y otro para mi cuñado Richard.

– Pero si tu suegra ya murió, miiijito.

– Yo sé que pronto los van a necesitar, tía, por eso vengo con usted. Son para que usted me haga un molito ¡bien chingón! y para que lo reparta.

– Así me dijo, mijito. Fíjate que de pronto desperté aún medio dormida y no le di mucha importancia, sino hasta después que me dijeron que falleció el difunto, mi Juan. Entonces, ¿yo creo que el vino a despedirse de mí, no crees, mijito? Yo creo que cuando yo me muera no vas a venir a mi entierro. Se queda viéndome a los ojos, luego mira a otro lado y vuelve con la cuchara a su cazuela.

– Sí, tía, tiene razón y también vendré a su entierro. Y ahora qué está preparando de comer que hule tan rico.

– Pos no te digo, mijito, que el molito de pollo que me pidió, Juan, para cumplirle su último deseo. Pero como él pasó a mejor vida, mejor te lo sirvo y nos lo comemos ahorita, ¿no mijito?

Después de su levantada de cruz, mi hermana Lety también lo soñó, hoy me lo comentó por su cel, un día después de la muerte de mi tía Margarita, mi comadre y esposa de mi tío Che Reyes en Las Águilas. Él llegaba, joven y sano, con su pantalón y guayabera blancos, después de abrir su taller mecánico de refrigeración frente a su otra casa, recoger unos papeles y salir. Ella, cuando salió a la puerta de su casa para ir a la tienda por su pan y leche, se lo encontró cerrando la puerta de su taller con llave y con un folder bajo el brazo.

-¿Qué haces, compadre, tan temprano? –Nada, comadre, sólo vine a recoger este folder con papeles que allá me hacía falta. Se despidió con su sonrisa y ojos brillantes, caminó moviendo sus brazos y cuerpo. En el sueño, ella recordó que él ya había fallecido, entonces volteó a verlo, fue cuando vio que poco a poco se fue esfumando en la neblina de la mañana con el folder azul y su ropa blanca.