Agenda 2030: redoblar esfuerzos ante desaliento actual

Pedro González Olvera

La Organización de Naciones Unidas (ONU) acogió recientemente una reunión de alto nivel para examinar el avance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (18-19 de septiembre, 2023). Como se sabe estos fueron lanzados en 2015, con el nombre de Agenda 2030, 17 objetivos además de 140 metas repartidas entre cada uno estos, y la esperanza de que cumplieran las segundas, que no se habían logrado mediante los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que buscaban, en pocas palabras, una mejor vida para las masas de desposeídos del mundo, a través de la erradicación de la pobreza, el aseguramiento de una prosperidad para todos y, como parte de la agenda de desarrollo sostenible, la protección del medio ambiente.

La evaluación realizada por los representantes de los países que participaron en la reunión exhibe un panorama francamente pesimista, pues el avance en los nuevos objetivos es desalentador. Si en exámenes previos a 2019, la situación indicaba que era posible conseguir buena parte de esas 140 metas, ahora casi todo está en duda.

Previo a la reunión, la ONU lanzó un documento con el título Informe de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2023: Edición especial,el cual incluye datos como los que destacó el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres:

“Los avances para más del 50 % de las metas de los ODS son endebles e insuficientes, y el 30 % están estancados o han retrocedido. Estos incluyen metas esenciales sobre la pobreza, el hambre y el clima. Si no actuamos ahora, la Agenda 2030 podría convertirse en el epitafio del mundo que podría haber sido”. Es decir, si nos atenemos a este panorama, los ODS van al fracaso, como de hecho sucedió con sus antecesores.

De acuerdo con un comunicado de la ONU, solamente el 15% de las 140 metas acordadas van por buen camino, mientras casi la mitad se han retrasado y cerca de un del 30% ha tenido un avance elemental o incluso se encuentra por debajo de cómo estaban en 2015. El referente a la igualdad de género es un buen ejemplo de lo que está sucediendo, si se mantiene el rumbo actual, se tardará 286 años en cerrar las brechas en cuanto a la protección jurídica y la eliminación de leyes discriminatorias marcadas en el Objetivo número 5.

Si nos referimos al Objetivo número 4 sobre la educación, la situación es muy parecida. El impacto de años de falta de inversión y de pérdidas de aprendizaje permite pronosticar que, para 2030, unos 84 millones de niños no irán a la escuela y 300 millones de quienes van a la escuela, la dejarán sin saber leer ni escribir. En esta tendencia la pandemia de COVID  tuvo consecuencias alarmantes por la cantidad de población infantil que se vio obligada a abandonarla y que ni siquiera contó con los recursos necesarios para tomar clases de manera virtual.

Con las mismas tendencias, 575 millones de personas seguirán viviendo en la pobreza extrema en 2030, y sólo un tercio de los países alcanzarán la meta de reducir los niveles nacionales de pobreza a la mitad, tal y como establece el Objetivo número 1. Dadas las tendencias históricas, solo un tercio de los países habrán reducido a la mitad sus tasas nacionales de pobreza en 2030 con respecto a 2015 y casi una de cada tres personas (2,300 millones) sufría inseguridad alimentaria moderada o grave en 2021. En 2020, cerca de 1,100 millones de personas vivían en barrios marginales o en condiciones similares en zonas urbanas.

El avance hacia la cobertura universal de salud se encuentra estancado y más de la mitad de la población mundial no cuenta con servicios sanitarios esenciales, mientras que aproximadamente dos mil millones a las personas tienen dificultades financieras graves para pagar de su bolsillo los cuidados médicos que precisan. Hasta aquí lo reportado por el comunicado de la ONU.

Varios elementos se conjugaron para que esto sucediera; en primer lugar, la pandemia, que generó daños enormes no sólo en el campo de la salud, con millones de muertos y enfermos, sino también en las economías del planeta entero; en segundo lugar, la crisis conformada por “el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación que están teniendo repercusiones devastadoras y duraderas”; y, en tercer lugar, la guerra desatada por la invasión de Rusia a Ucrania, una de cuyas consecuencias fue el aumento en los precios de productos alimentarios y de energía.

El corolario de los anteriores factores combinados fue la desatención al avance de los ODS por falta de recursos financieros que tuvieron que destinarse a la atención de los efectos de la pandemia y de la inflación. Por ello, se ve complicado que en este momento que se cumplan las metas fijadas para el 2030. En ese sentido, el informe citado líneas arriba expone cinco medidas urgentes:

  1. Los jefes de Estado y de Gobierno, hombres y/o mujeres, deben comprometerse a tomar medidas aceleradas, sostenidas y transformadoras en los próximos siete años, tanto a nivel nacional como internacional, para cumplir la promesa de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
  • Los gobiernos deben promover políticas y medidas concretas, integradas y específicas para erradicar la pobreza, reducir la desigualdad y poner fin a la guerra contra la naturaleza, haciendo hincapié en la promoción de los derechos de las mujeres y las niñas, y el empoderamiento de los más vulnerables.
  • Los Gobiernos deben fortalecer la capacidad, la rendición de cuentas y las instituciones públicas en los ámbitos nacional y subnacional para acelerar el avance hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
  • La comunidad internacional debe volver a comprometerse en la Cumbre sobre los ODS, a cumplir con la Agenda de Acción de Addis Abeba (2015) y movilizar los recursos y las inversiones necesarios para que los países en desarrollo, y en particular los países en situaciones especiales y los que experimentan una vulnerabilidad aguda, alcancen los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
  • Los Estados miembros deben facilitar que se siga fortaleciendo el sistema de las Naciones Unidas para el desarrollo e incrementar la capacidad del sistema multilateral para afrontar los problemas que surjan y solventar las lagunas y deficiencias de la arquitectura internacional relacionadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible que han quedado patentes desde 2015.

Las anteriores sugerencias, fueron un factor importante para que en la Declaración final de la reunión de alto nivel los representantes se declararan dispuestos a redoblar los esfuerzos, desde la lucha contra la contaminación por plásticos hasta la reducción de la brecha digital pasando por el aprovechamiento de la inteligencia artificial para el beneficio de la humanidad.

También afirmaron que “las acciones deben estar a la altura de la magnitud y el alcance de las crisis que afectan a nuestro mundo…Esta situación, sostienen,  exige que intensifique el empeño de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030. La verdad es casi imposible que se logre estas buenas intenciones mientras no hay verdaderos esfuerzos por aumentar la cooperación internacional hacia el desarrollo”.

Asimismo, la declaración emanada de la Cumbre de Alto Nivel para analizar los avances y retrocesos de los ODS renueva el compromiso con la acción inmediata y colectiva para construir un mundo sostenible, inclusivo, próspero y resiliente en el que “nadie quede atrás para 2030”. El eje central de la declaración es la implementación y, sobre todo, el financiamiento al desarrollo. Según este documento urge asignar 500 mil millones de dólares al año para estar en condiciones de alcanzar las metas de los ODS. Además, como lo expresa un comunicado al concluir la reunión, hay un sólido respaldo a la reforma de la arquitectura financiera internacional para que refleje las necesidades Sur Global:

“Apoyamos la reforma de las instituciones financieras internacionales y los bancos multilaterales de desarrollo como clave para las inversiones a gran escala relacionadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible a fin de abordar mejor los desafíos globales”, a fin de que “la arquitectura financiera internacional, incluidos sus modelos de negocio y capacidades de financiamiento, se haga más adecuada a su propósito, equitativa y receptiva a las necesidades de financiamiento de los países en desarrollo, para ampliar y fortalecer su voz y su participación en la toma de decisiones económicas internacionales, las normas entorno y la gobernanza económica global”.

A fuerza de ser sinceros, el panorama resulta complicado si nos atenemos a lo obtenido por la cooperación internacional para el desarrollo, pues son pocos los países desarrollados que otorgan el 0.7% del PIB[1], porcentaje al que se han comprometido desde hace tiempo.

Por otra parte, se persigue la creación un mecanismo eficaz de alivio de la deuda, que de nuevo se cierne como una Espada de Damocles sobre los países subdesarrollados y subraya la necesidad de establecer un financiamiento privado a tasas más accesibles para ellos.

La declaración busca, asimismo, impulsar la inversión en la transición a las energías renovables, promover el acceso a internet para todos, crear 400 millones de empleos decentes y ampliar la protección social a más de cuatro millones de personas. La esperanza de que esto suceda debe alentar a la comunidad entera a buscar los mecanismos necesarios destinados a cumplir no sólo con los ODS, sino con todo lo que se refiera a la construcción de un mundo mejor.

Sobre estos puntos tampoco hay grandes esperanzas, pues a pesar del compromiso formal de los líderes del mundo para cumplir con estas metas, la realidad suele ser muy necia, en la medida en que los países del Sur Global, como se le denomina ahora al conglomerado los países subdesarrollados, carecen de las capacidades financieras, como ya se dijo, para atender las estrecheces que padecen.

Otro rubro lo constituyen los combustibles fósiles. Si se piensa tan sólo en la cantidad que se usan en la actualidad, parece casi imposible lograr en los siete años que le restan de vigencia a los ODS lograr avances trascendentes en la transición hacia las energías renovables. Resulta significativo al respecto que la “Agenda de Aceleración de la acción climática haya pedido a los países desarrollados que lleguen a cero emisiones netas lo más cerca posible de 2040, y las economías emergentes lo más cerca posible de 2050, señaló, y que se ponga fin a las subvenciones a los combustibles fósiles, que según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) alcanzaron la increíble cifra de 7 billones de dólares en 2022”.  

De manera similar, aunque el internet ha llegado a convertirse en una herramienta indispensable para gran parte importante de la humanidad, existe otra parte que no lo tiene o que lo tiene exclusivamente de manera parcial, por lo que pensar en que toda la población mundial puede contar con esta herramienta es casi una utopía; si agregamos las dificultades que muchas personas para acceder a una computadora, una laptop o un teléfono celular, entonces podemos imaginar el tamaño del desafío.

Pero hay avances a pesar de las adversas condiciones y, desde luego, no todo está perdido, pues existen cifras que alientan la esperanza. El mismo informe proporciona los siguientes datos:

  • La proporción de la población mundial con acceso a la electricidad ha aumentado del 87% en 2015 al 91% en 2021, con cerca de 800 millones de personas que se sumaron al uso de la energía eléctrica.
  • En un dato por demás alentador, se da cuenta que, en este último año, 133 países ya habían alcanzado la meta de los ODS relativa a la tasa de mortalidad de los menores de 5 años, y se espera que otros 13 más lo hagan para 2030.
  • A pesar del freno impuesto por la pandemia al crecimiento mundial de la industria manufacturera, las industrias de tecnología media-alta y alta mostraron sólidas tasas de crecimiento.
  • Los países en desarrollo instalaron una capacidad de generación de energía renovable per cápita récord de 268 vatios en 2021. Además, el número de personas que utilizan Internet ha aumentado un 65% desde 2015, alcanzando los 5300 millones de la población mundial en 2022.
  • Entre 2015 y 2022, el creciente acceso al agua potable gestionada de forma segura, al saneamiento en las mismas condiciones y a la higiene básica hizo que 687 millones, 911 millones y 637 millones de personas más tuvieran acceso a estos servicios esenciales, respectivamente.
  • El tratamiento eficaz del VIH ha reducido significativamente las muertes relacionadas con el sida en el mundo en un 52% desde 2010, y al menos una enfermedad tropical desatendida ha sido eliminada en 47 países.
  • El número de países con estrategias nacionales y locales de reducción del riesgo de desastres se ha duplicado desde 2015, lo que indica una mayor concienciación y preparación para gestionar y reducir su impacto.

De acuerdo con el informe, el secreto para conseguir los avances en materia de desarrollo y en la construcción de un futuro mejor para todos se encuentra en la combinación de una acción colectiva, una firme voluntad política, y el uso eficaz de las tecnologías, los recursos y los conocimientos disponibles.

Si tal combinación de factores se obtiene entonces es  más factible sacar a de millones de personas de la pobreza, mejorar la igualdad de género y situar al mundo en una senda de bajas emisiones para 2030. El afianzamiento de los ecosistemas de datos también será clave para comprender en qué situación se encuentra el planeta y qué hay que hacer para alcanzar los ODS.

En tal dirección, el informe recomienda varias medidas para salvar a los ODS, entre otras:

  1. Ampliar las inversiones en pisos de protección social como porcentaje del PIB en el presupuesto nacional y hacer cambios institucionales para promover un enfoque integrado a fin de lograr una protección social adaptable, con capacidad de respuesta a las crisis, y crear nuevas oportunidades de empleo decente en las economías del cuidado, digital y verde.
  • Movilizar la acción política por medio del Acelerador Mundial del Empleo y la Protección Social para Transiciones Justas de las Naciones Unidas para canalizar fondos de fuentes públicas y privadas internacionales y nacionales, incluidas las instituciones financieras, hacia tal fin.
  • Crear políticas activas del mercado de trabajo para ayudar a los trabajadores a perfeccionar sus competencias y adquirir otras nuevas a fin de conservar su empleo o cambiarlo, adaptarse a las transiciones verde y digital y encontrar formas de salir de la pobreza.
  • Recurrir a medidas especiales y cuotas para promover la paridad de género en todos los niveles de la toma de decisiones de la vida política y económica y acelerar la inclusión de las mujeres cerrando la brecha digital, invirtiendo en empresas propiedad de mujeres y reduciendo la carga de cuidados y doméstica sin remuneración que soportan.
  • Ampliar el acceso a la educación preprimaria, la nutrición y la atención de la salud, y aprovechar la reunión de alto nivel sobre la cobertura sanitaria universal, que tendrá lugar próximamente, para reforzar los sistemas nacionales en este rubro.
  • Invertir en infraestructuras digitales básicas inclusivas y accesibles para garantizar la conectividad significativa de todas las personas y fomentar la alfabetización digital y en el uso de datos dentro y fuera del sector público.

No sabemos si, primero, estas medidas se van a aplicar o, segundo, si existen las condiciones, y la voluntad necesaria para ello. Sin embargo, la disyuntiva es clara, la humanidad se acerca a pasos agigantados al desastre colectivo y e necesario un esfuerzo, sobre todo por parte de los países ricos, en términos de aportaciones al desarrollo del conjunto de la sociedad internacional, de lo contrario, ésta caerá en el abismo de la destrucción garantizada. Parece un escenario apocalíptico aunque no es irreal. O los ODS se toman en serio o el mundo será cada vez más peligroso, que ya es decir. Al menos para tomar conciencia de tal peligro deberían servir las reuniones de alto nivel, más allá de sus documentos finales.


[1]“Es un estándar internacional que expresa el volumen de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) que debe proporcionar un país desarrollado midiéndolo como porcentaje (0,7%) de su riqueza total (RNB: renta nacional bruta). La fijación de este objetivo se debe al informe final de la “Comisión Pearson” (1969), que planteaba que fuese alcanzado en 1975, y en esos mismos términos fue adoptado por la Asamblea General de la ONU en octubre de 1970 como compromiso para todos los países económicamente avanzados. Ya en ese momento el Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE manejaba una definición de AOD muy similar a la actual, adoptando en 1972 el concepto que hoy sigue en vigor.

Únicamente Suecia y Holanda llegaron a tiempo a la Meta del 0,7, siendo los primeros países en cumplir el objetivo (1975); en los años posteriores se unieron Noruega (1976), Dinamarca (1978), Finlandia (1991), Luxemburgo (2000) y, por último, Reino Unido (2013). En 2005 los entonces 15 estados miembros de la UE asumieron el compromiso de alcanzar todos ellos en 2012 la Meta del 0,7; en 2008 revisaron este objetivo y decidieron retrasarlo hasta 2015, fijando para 2012 el objetivo intermedio de 0,56%. Todos estos objetivos se han incumplido.” S/A. http://realidadayuda.org/glossary/meta-del-07