Bésame Mucho y el equívoco coreano

Para Verónica

No recuerdo quién fue el primero, pero ocurrió poco tiempo después de mi llegada a Seúl. “¡Ah, mexicano!” Solía exclamar mi interlocutor, por lo general un hombre de cierta edad. Después de intercambiar algunas frases banales y corteses en inglés, sobre el clima y el tequila, se acercaba un poco más y me decía, en confidencia: “mi canción favorita es Bésame mucho”. “¡También es la mía!” Le respondía de inmediato, con sinceridad, no solo por impulso diplomático. ¿Cómo no sentirse conmovido por esta canción entrañable, escuchada desde niño, dedicada al amor inmediato, y por lo mismo a la entrega absoluta? 

Piensa que tal vez mañana 

Yo ya estaré lejos, muy lejos de aquí,

Bésame, bésame mucho, 

Como si fuera esta noche la última vez… 

Bésame mucho me habrá acompañado a lo largo de varios años en Corea, reapareciendo aquí y allá de manera imprevista. Una noche, el director general para América Latina de la cancillería coreana invitó a los embajadores de la región a una cena amistosa de fin de año. Era un aficionado del canto. A la hora del café se paró frente a un micrófono y entonó una canción en español. La siguiente fue Bésame mucho, difícil de cantar porque exige una amplia modulación vocal. Mereció los aplausos que le prodigamos. Lo felicité y me confesó que era adicto al noraebang o “cuarto de canto”, como se le conoce en Corea al karaoke. Tras varias incursiones al noraebang en el barrio estudiantil de Hongdae, pude comprobar, en las escasas páginas de música latina de sus catálogos, que invariablemente se hallaba Bésame mucho

La interpretación de la cantante Lee Keum-hi en los años sesenta inmortalizó la melodía de Consuelo Velázquez en Corea. Falleció hace tiempo, pero la encontré en el internet. En blanco y negro, ante una extraña orquesta tropical compuesta por coreanos —había bongós, clave y trompetas— esta mujer menuda se contoneaba con la naturalidad de una cabaretera.  Sin duda su voz y su irresistible sonrisa hacían olvidar en aquellos años las privaciones y el cansancio por las excesivas horas de trabajo. 

Bien conocía Julián Téllez, de la Ciudad de México, la fascinación coreana por la canción. Por ello, bautizó su fonda seulense “B Mucho”. En sus escasos metros cuadrados, se condensaba un máximo de kitsch mexicanísimo, la bolsa del mercado con Frida rozaba el retrato de Zapata, y los coreanos hacían cola para probar sus enchiladas verdes y sus inconfundibles enfrijoladas. El Covid lo obligó a cerrar. 

Un par de años después, un embajador coreano retirado que sirvió en México, creador del extraordinario Centro Cultural y Jardín Latinoamericano de Goyang, a las afueras de Seúl, me enseñó algo más: Bésame mucho era la canción favorita del presidente Noh Tae-woo. Fue el último militar que gobernó Corea, al entregar el poder a un civil en 1993. También fue el primer jefe de Estado en visitar México. Cantó el himno de Consuelito en el antiguo palacio del Ayuntamiento ante el cabildo de la ciudad y el jefe del Departamento del Distrito Federal. El público lo aplaudió a rabiar, ¿qué mayor homenaje podía hacerle a México y a su cultura?

Hace unas semanas nos encontrábamos, un grupo de amigos de México y de Latinoamérica, terminando una larga comida a la orilla de un ancho río. La sombra de la pérgola mitigaba el calor, quedaba vino blanco en las copas. El señor Han, nuestro anfitrión, es un hombre tranquilo, de habla quieta y pausada: se dedica a la cría de esturiones y las largas horas de intimidad con los peces lo han vuelto un tanto retraído. Preguntó por nuestras canciones favoritas coreanas y luego, inevitablemente, mencionó Bésame mucho. A pregunta mía, confirmó que se le asocia al presidente Roh Tae-woo.  “¡Es una canción que habla tan bonito de las flores!”, soltó. “¿De las flores?” respondimos al unísono, asombrados. “Sí, – prosiguió-, de flores cuyo aroma es exquisito.” “¿Cómo es eso?”, protestamos, “es una canción de amor donde uno le implora al otro ¡”bésame mucho”! Kiss me a lot!”. “En efecto, eso descubrí hace poco, continuó. Durante muchos años, pensé que era el nombre de una persona. En la versión coreana se repite ‘Bésame mucho-ya’, en mi idioma eso puede interpretarse como ‘¡Hey, tú, Bésame mucho!’.” Esto es, como  decir ‘¡hey,  tú, Juan Carlos!’ O: ‘¡hey tú, María Luisa!’.

“Entonces – preguntamos- ¿cómo traducen ‘Bésame mucho’ al coreano?” Se rascó la cabeza. “’Kisseu’,  ‘Manhi kisseu haejusaeyo’ (많이 키스해주세요). “¿Kiss?, insistimos. ¿En inglés? ¿No hay un verbo coreano?”. Dudó. “Existe el verbo ‘tocar los labios’, pero suena muy extraño en el imperativo: ‘¡Júntense nuestros labios!’  Hay otra palabra, ‘po-po’, pero se usa cuando uno le da un beso a la mejilla a un niño.” Seguíamos confundidos. ¿Parecería que el concepto de “besarse” no existe en la sociedad coreana? En todo caso ya sabíamos que, en público, eso es inconcebible. Las manifestaciones de amor son del dominio privado y en la calle, a lo mucho, las parejas se dan la mano. 

Busqué la letra de la versión coreana. Traducida al español, dice así:

Bésame, bésame mucho (en español, en cada repetición)

Una sola vez es corto, otra vez para mí 

Bésame, bésame mucho  

Ya quiero ser el amor tuyo 

Me abrazan tus ojos que se abrieron como una flor

¿Quién en este mundo se habría imaginado acerca de nosotros?

Bésame mucho sigue siendo una canción de amor en coreano. Mas transformar una lacerante súplica de besarse en “ojos que se abrieron como una flor”, es un equívoco del que por seguro nunca se enteró Consuelo Velázquez.