Viaje de Verne a México

La característica más notable de la obra de Julio Verne es, acaso, la de ser precursor de la literatura de ciencia ficción. No es para menos, si en su abundante creación, agrupada en lo que se conoce mejor como los Viajes extraordinarios, el escritor viaja al centro de la tierra, de la tierra a la luna, alrededor de la luna, cinco semanas en globo, en una ciudad flotante, da la vuelta al mundo en ochenta días, navega veinte mil leguas de viaje submarino y remonta otro caudal de hazañas asombrosas.

Seguramente Verne se encuentra en los primeros sitios, si no el primero, de los escritores franceses más leídos del mundo. Durante una época lo era o lo disputaba con A. Dumas. Una entrada de Wikipedia señala que desde 1979 es el segundo autor más traducido del mundo, luego de Agatha Christie. Como fuere, Verne no sólo hizo buena literatura, también inventó un universo literario propio. Hasta el lector medianamente interesado identifica al Nautilus y al Capitán Nemo.

La ubérrima fantasía de Verne dio lugar a un nuevo género en literatura. El hombre imaginaba cualquier cantidad de pistas, de proyectos y conceptos que complementaba luego con el diseño y concepción de instrumentos, aparatos, objetos, máquinas y utensilios, también producto de su fantasía, muchos de los cuales se tornaron realidad andando el tiempo y hoy forman parte de las facilidades cotidianas de que goza y hace uso la humanidad.    

Si bien los Viajes extraordinarios forman el bloque supremo y más vistoso de su obra, Verne escribió sobre una amplia variedad de temas y asuntos, todos ellos desarrollados -casi siempre- en países y lugares remotos, en regiones y sitios alejados, desconocidos, inexplorados, a los que el autor nunca viajó como no fuera con su fecunda imaginación y sus profundos estudios sobre la precisa geografía e historia de los espacios y las circunstancias que narraba. No abundan los escritores que puedan igualar a Verne en intereses y conocimientos geográficos.

Además de escribir sobre esa gama de temas, escribió novelas y relatos cuya trama se desarrolla o está referida a asuntos en cada uno de los continentes. Historias en países, territorios y regiones de América, Asia, África y Europa -escrupulosamente documentadas- hallan vida en la pluma del escritor que redacta elaboradas y lejanas fantasías desde su inspirado y más bien inmóvil escritorio en Amiens, el lugar de residencia de su madurez. El contraste con sus personajes, en movimiento siempre, es notable, pues Verne habría viajado escasamente un par de veces fuera de Francia.

En su amplia literatura se registran varias obras referidas o desarrolladas en la América hispano hablante, tres de las cuales obtuvieron amplia popularidad. La más reconocida es El soberbio Orinoco (1898). Aborda en ella la dimensión geográfica del inconmensurable río venezolano, con una narrativa ondulante que despliega en el establecimiento de su curso infinito. En La jangada (1881), subtitulada Ochocientas leguas por el Amazonas, Verne refiere la inquietud de una familia mientras realiza un recorrido a lo largo del inmenso río.

Sólo como digresión anotaos aquí que Verne escribió relatos sobre tres ríos, de los que dos -citados ya- se ubican en Sudamérica, en tanto que el tercero lo dedica al río europeo por antonomasia el Danubio y fue publicado póstumamente.

El tercer relato referido a América Latina es Un drama sobre México y su historia es curiosa. El librito tuvo una génesis errática, digamos. Se desarrolló en dos versiones. El primer libro, de 1851, fue titulado Los primeros navíos de la marina mexicana.

Fue uno de los primeros textos elaborados y publicados por Verne, anterior a los legendarios Viajes extraordinarios. Significó una novedad su aparición en el Musée de familles. Varios años después, el texto fue revisado y publicado, en 1876, con el título Un drama en México y subtitulado Los primeros navíos mexicanos.   

El relato, que anunciaba ya los Viajes extraordinarios, contiene una parte geográfica y una parte técnica. Ofrece un recorrido entre Acapulco y la Ciudad de México, como pretexto para una evocación de la cadena de cordilleras del inmenso plateau – la majestuosa meseta del Anáhuac, como establece el libro celebratorio de Verne de la Societé de Geographié (Jules Verne, Voyageur Extraordinaire, París, 2005), a quien seguimos en estas notas.

Verne viajaba con su poderosa imaginación, sustentando el camino que construía al andar con acuciosos estudios históricos y geográficos. Su escritorio en Nantes, París o Amiens se convertía en una embarcación que lo mismo navegaba, volaba o rodaba. De hecho, los personajes que se dirigen de Cuernavaca al Popocatépetl completan su jornada a caballo y a ratos a pie.                                              

La historia es corta, de unas cuarenta páginas, de modo que más que una novela, parece un cuento largo, de lectura deliciosa.

La trama del relato refiere el amotinamiento que tiene lugar en dos embarcaciones españolas en el Pacífico, las cuales son conducidas de Guam -una de la Islas Marianas- a Acapulco. Los cabecillas del amotinamiento se embarcan en el recorrido que deberán hacer a la Ciudad de México para la venta de los dos navíos a las autoridades centrales del país.

Es suficiente saber que ese recorrido es invención pura de la imaginación -previa lectura del Varón von Humboldt y otras-, con un itinerario y descripciones extraídas de sus estudios, para tener una idea de su poder creativo. Los viajeros realizan los siguientes tramos: de la isla de Guam a Acapulco; de Acapulco a Pigualan; de Pigualan a Tasco; de Tasco a Cuernavaca; y de Cuernavaca al Popocatépetl.

Cualquier lector mexicano quedará sorprendido cuando advierta la prodigiosa descripción que el gran escritor hace de la preparación de la barbacoa de chivo, sin citar su nombre, puesto que no lo conocía.

El relato pone de relieve que la importancia literaria radica en la forma, en la descripción que hace Verne del recorrido, más que en la trama: la intención de los dos protagonistas españoles de vender las embarcaciones al gobierno de la nueva república.

La versión que tuvimos a mano corresponde a un bello librito de pasta azul, con sello de la Editorial Hexágono S. A, publicado en la Ciudad de México, en 1986.  Insólitamente no se cita el nombre del traductor. El prólogo -un tanto curioso- es de Carlos Monsiváis

La infalible Editorial Porrúa cuenta también con una versión (Colección Sepan cuantos… No. 571), sin prefacio o introducción, y cuya traducción parece ser la misma que la citada en el párrafo anterior; y tampoco cita al traductor.

 Las virtudes de Verne como el formidable escritor que fue, las disputan otras cualidades que lo identifican, tales como la de ser un visionario con múltiples iluminaciones, ser precursor de la novela científica, así como un adelantado, un inspirador del cine, del radio, la televisión, los submarinos, los aviones, los rascacielos, los telégrafos y algunas invenciones más.  

San Miguel de Allende, diciembre de 2024