Bitácora de un trajín internacional reciente

En el conglomerado de estrategias públicas que realizan los gobiernos destacan las relacionadas con su accionar internacional. En este ámbito, desde los albores de la actual centuria, México exhibe lo mismo vision de alcance amplio que yerros cuyas consecuencias inmediatas y mediatas son ya pauta del nuevo ciclo gubernamental presto a iniciar. Eso refiere el autor en esta cronologia de años recientes.

[ 1 ] La premisa

Desde poco antes de que iniciara su mandato como presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) dejó en claro que no se iba a ocupar en demasía de la política exterior y ni hacer una diplomacia presidencial. Con una contundente frase sintetizó lo que quería para México en sus relaciones con el mundo: “la mejor política exterior es la interior”; lo que quería decir que si al interior del país se establecía un orden pacifico, sin corrupción y con atención a las demandas del pueblo, ello era suficiente para dar una buena imagen, de respeto y autoridad en un contexto internacional por más complicado que fuera. Lo hechos le demostrarían que la frase no se iba a cumplir como era su deseo. Al final de sus seis años de gobierno los hechos demuestran que en materia de política exterior la imagen de México entre la comunidad internacional es la que él esperaba. Aquí presentamos apuntes sobre algunos de los claroscuros, más de los segundos que de los primeros, que caracterizaron el mandato de AMLO en materia de política exterior.

[ 2 ] Un Presidente singular

Desde el arranque de su presidencia AMLO enfrentó, obligadamente por lo demás, los problemas que siempre acarrea la relación con Estados Unidos. Tuvo ciertos éxitos. El principal, contener a Donald Trump en sus excesos y amenazas contra México, pero a un alto costo: el cambio de la política migratoria mexicana de puertas abiertas a los centroamericanos y de persona de otras partes del mundo que quisieran venir a México (pues según dijo el presidente, muy temprano en su mandato, el presidente “donde comen dos, comen tres”), a una serie de restricciones con contingentes de la Guardia Nacional cuidando las puertas fronterizas tanto en el norte como en el sur. O peor aún, aceptar que para cualquier efecto práctico México se convirtiera en un “tercer país seguro” al que el gobierno de Estados Unidos deportaría a quienes entraran sin documentos a pedir asilo, como lo narra el ex secretario de Estado, Mike Pompeo en su libro de memorias.

No cabe duda, de otro lado, que ante los ataques de Trump, el entonces responsable de la política exterior mexicana, se empeñó de sobremanera en responder a la nueva ola anti mexicana encabezada por políticos de extrema derecha, como el senador John Neely Kennedy y el representante de origen cubano Mario Díaz Balart, aunque esta ocasión expresando su preocupación por el tema del tráfico de drogas, en particular el fentanilo. Parece obvio que no lo logró.

[ 3 ] El giro con otro mandatario

Antes de esta andanada anti mexicana, por fortuna John Biden había llegado a la presidencia de Estados Unidos. El nuevo mandatario norteamericano mostró tolerancia desde el principio de su mandato, e incluso antes, hacia los frecuentes desplantes y cambios de humor del jefe del ejecutivo mexicano hacia Estados Unidos, como no reconocer su triunfo electoral hasta que no fuera oficializado por los órganos competentes, lo que técnicamente puede ser correcto, pero no tanto en política internacional, a menos que haya dudas sobre los resultados electorales. O bien, al no asistir a la Cumbre de las Américas bajo el argumento de que debía ser invitada la totalidad de los países americanos, incluidos Cuba, Nicaragua y Venezuela, cuyos gobiernos son inaceptables no sólo a Estados Unidos sino a otros países de América.

Ya con Biden en la presidencia se presentó una demanda inédita ante los tribunales estadounidenses en contra de los fabricantes de armas, en función del daño que sus productos causan, en manos criminales, a los mexicanos por la facilidad con que pasan la frontera y llegan a manos de las mafias mexicanas. La demanda no prosperó pero esta acción representó una victoria, si se quiere relativa para el gobierno mexicano y es que, en efecto, el sólo hecho de llevar a los fabricantes a los tribunales ya fue una ganancia en términos de imagen de México.

[ 4 ] Un vecino incómodo

En la relación con Estados Unidos quizá una de característica que hay que tomar en cuenta fueron las declaraciones ambiguas de AMLO, quien un día acusaba, no sin razón en diversas ocasiones, de intervencionismo a políticos estadounidenses, y al otro declaraba sin ambages tener buenos vínculos con la aún mayor potencia mundial. Se logró en términos generales de Ejecutivo a Ejecutivo, pero no sucedió lo mismo con el poder legislativo. Asimismo, se acabó con la Iniciativa Mérida y se sustituyó por un acuerdo más cómodo al gobierno de México, el Entendimiento Bicentenario, que subrayó la soberanía nacional como primera premisa y acepta la colaboración con el vecino del norte mediante el establecimiento de un enfoque integral y de largo plazo que oriente las acciones bilaterales a futuro.

En este contexto debe inscribirse el episodio de la detención del secretario de la Defensa Nacional en el gobierno anterior, quien fue arrestado en Los Ángeles acusado por la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) de cinco delitos vinculados al narcotráfico. La primera reacción del presidente fue celebrar el  arresto porque eso mostraba que en épocas anteriores había un “narco gobierno”. Sólo que no contaba con la reacción de las fuerzas armadas mexicanas que, a trasmano, exigieron que el gobierno mexicano pidiera la liberación de Cienfuegos y su regreso a México. A partir de las presiones, la actitud gubernamental cambió. El presidente dijo entonces que las acusaciones contra el general eran fabricadas y una posible venganza porque no había conseguido una cooperación como la que tenía con la Marina años antes de su administración. El ahora ex canciller Marcelo Ebrard fue el encargado de negociar la libertad del ex secretario de la Defensa, aparentemente con la amenaza de retirar toda la cooperación con la DEA si ella no se concedía. Sin duda fue una buena negociación de parte de México.

[ 5 ] Regreso a la normalidad

Las relaciones bilaterales en la era Biden no están exentas de contradicciones, sin embargo, el intercambio frecuente de visitas de funcionarios de un lado y del otro, permitió si no superar los problemas si al menos atemperarlos. No tenemos en este recuento una crisis parecida a las que se sucedieron durante el gobierno de Donald Trump. El presidente Biden prefirió el dialogo y aceptar la relativa autonomía que el vecino del norte históricamente ha aceptado para México en su política exterior en asuntos que no afecten su seguridad, como ahora la migración y el crimen organizado.

[ 6 ] La pandemia

Una importante tarea fue la adquisición de las vacunas contra la pandemia de Covid. Lo que en sus inicios parecía una más de las responsabilidades de la Secretaría de Salud, se convirtió en la denominada “diplomacia de las vacunas”. Primero, porque logró obtenerlas donde las hubiera, lo mismo en los grandes laboratorios privados que en China o Rusia; segundo porque desplegó toda una estrategia de donación de vacunas a países latinoamericanos y caribeños, a veces en un acto de redistribución, o sea entregar vacunas sin costo de las que, a su vez, se habían recibido de la misma forma; y tercero, por la tarea de rescatar a mexicanos varados, cerca de 20 mil, en distintas partes del mundo a causa de la suspensión de vuelos y cierres de aeropuertos por temor a la propagación del virus.

Este último aspecto merece reconocimiento ya que el operativo fue eficiente, permitiendo la vuelta a suelo nacional de personas que por uno u otro motivo estaban fuera de él y no contaban con las medidas desesperadas que se impusieron ante la emergencia sanitaria. Se trata de una extensión de las tareas de protección que todos los días realizan las Embajadas y los Consulados de México en cualquier parte del mundo, en un área en la que se ha acumulado mucha experiencia y mucho trabajo. Miles de mexicanos saben lo que significa ser atendidos por los funcionarios, sobre todo los de carrera de esas dependencias mexicanas, gracias a lo cual han podido ser atendidas sus demandas, desde visitas o salida de la cárcel hasta su retorno al país, pasando por ayuda económica que les permite sobrevivir o la recuperación de sus pasaportes,

[ 7 ] Una vecindad afable

Respecto a los vecinos latinoamericanos, uno de los principales quehaceres fue alcanzar la consolidación de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC), mediante la asunción de la presidencia pro tempore durante un par de años. Lo hizo bajo la óptica generalizada en el gobierno de México de que podía constituirse como una alternativa a la Organización de Estados Americanos, a la que se considera un organismo obsoleto que sirve en la justificación de golpes de Estado. Las reuniones iniciales fueron exitosas en términos de asistencia de representantes de los países de la región, excepto Brasil, cuyo presidente (Jair Bolsonaro) se negó, invariablemente, a asistir donde estuvieran presentes Cuba, Venezuela y Nicaragua. Visto a distancia, parece que tampoco hubo esmero para que asistiera Brasil, al menos mientras esa persona tuviera el mandato.

Empero, el objetivo mexicano se ha ido diluyendo al dejar la presidencia de la CELAC en otras manos; ni se consolidó, ni parece tener un futuro halagüeño. No hay un consenso en el proyecto de que la OEA deje su lugar a la CELAC. México no cuenta con apoyo del resto de los países latinoamericanos en su batalla en pro de la desaparición de la OEA, sólo los tres países mencionados líneas arriba, como no lo tuvo antes para derrotar al actual secretario general en su reelección. Menos propicio parece ahora el horizonte de la CELAC ante el pleito abierto del gobierno mexicano con el Secretario General de  la OEA y después del enfrentamiento entre la representante de México en el organismo  y los del Caribe a raíz de un tema enlazado con el presupuesto del esta última organización. Y si vemos con seriedad la propuesta de crear una agencia espacial latinoamericana, divulgada como uno de los grandes logros de la CELAC, no parece contar con los recursos necesarios en una aventura de ese tamaño.

Otro de las labores que se llevaron a cabo respecto de Latinoamérica fue el despliegue de planes específicos de cooperación con tres países centroamericanos, Guatemala, Honduras y El Salvador, y otros de El Caribe para implantar dos programas sociales: Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro en Centroamérica y el Caribe (al que se le configuró para que llevara este nombre), mediante apoyo financiero a esos países para que pudieran crear empleos y evitar la migración masiva que se distinguió durante todo el sexenio con el nombre de las “caravanas de migrantes”.

Según la Agencia Mexicana para la Cooperación Internacional para el Desarrollo (AMEXCID), en información contenida en el sexto informe de labores de la Secretaría de Relaciones Exteriores, “en el periodo que comprende del 1 de julio de 2023 al 31 de julio de 2024, la AMEXCID continuó implementando el programa ‘Sembrando Vida’ en Guatemala, Belice y Cuba. Adicionalmente, más de 3,600 beneficiarios de la AMEXCID en El Salvador y Honduras han sido atendidos a través de la colaboración ‘Sembrando Oportunidades’ en conjunto con la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID)”. Se trata de un proyecto cuyo éxito, aún relativo, no se puede escatimar.

[ 8 ] Una diplomacia incautada

Hasta aquí hemos mencionado los éxitos, con sus limitaciones, pero en sentido contrario, podemos hablar de varios problemas, algunos de ellos, que pudieron haberse evitado, si el Presidente hubiera hecho un esfuerzo. En el marco de lo que podemos llamar la “diplomacia presidencial”, se manejaron varios frentes abiertos por el jefe del Ejecutivo por reclamos u opiniones sin ninguna limitación sobre asuntos históricos o contemporáneos o francamente internos de otros países. En el primero de los casos tenemos la solicitud por carta que AMLO hizo al Rey de España y al Papa Francisco, a fin de que el primero, a nombre de su gobierno, y el segundo, a nombre de la Iglesia católica, pidieran perdón por los excesos cometidos a las poblaciones indígenas durante la conquista española. La ausencia de respuesta española fue el detonante para que el presidente considerara “en pausa” los vínculos; y además criticó a las trasnacionales de ese país que solo venían a “robar”. El Papa no tuvo empacho en pedir perdón, parece que una de las especialidades del jefe del Estado Vaticano estriba en eso.

Posteriormente, la cancillería realizó actividades con el propósito de que la relación bilateral con España se condujera por un sendero menos complicado, con la realización de la XIII Reunión Binacional México España (la más alta instancia de reuniones de este tipo), misma que el presidente desautorizó muy poco después de su celebración y tan sólo un día después de una visita oficial a México del ministro de Relaciones Exteriores español, José Manuel Albares.

[ 9 ] Tiempo de desencuentros

Con varios países hubo desencuentros. El primero se dio a raíz del golpe de Estado efectuado en contra del presidente de Bolivia, Evo Morales, quien intentaba reelegirse y en una serie de episodios confusos, los jefes de las fuerzas armadas bolivianas le sugirieron que “renunciara”. México le concedió asilo a Morales en la Embajada, así como a otros funcionarios de su gobierno y solicitó oficialmente revindicar y demandar el respeto al orden constitucional y a la democracia en Bolivia. Todo sumado llevó al nuevo gobierno, encabezado por Jeanine Añez Chávez, a declarar “persona no grata” a la Embajadora de México, situación que en los hechos significó un serio deterioro de las relaciones bilaterales hasta que hubo votaciones y resultó electo un compañero de Morales.

Una situación similar sucedió con Perú. A raíz de los acontecimientos en los que el presidente Pedro Castillo fue apartado de su cargo por tratar de dictar un estado de excepción y suprimir el Congreso, el presidente López Obrador se ha negado, hasta ahora, a reconocer al gobierno de Dina Boluarte. El conflicto escaló rápidamente con la declaración de persona non grata al embajador mexicano, después con la decisión de Perú de retirar a su Embajador, más tarde con la negativa del presidente de México a entregarle la presidencia pro tempore de la Alianza del Pacífico, finalizando con la declaración de persona no grata al mandatario mexicano y la respuesta de este con la declaración de que en tanto no existiera democracia en Perú, México no  tendría negociaciones económicas ni comerciales bilaterales. La verdad es que, al igual que lo han hecho otros mandatarios, el mandatario mexicano dejó, en el problema con Bolivia y en este, de lado el principio de no intervención y la Doctrina Estrada, sobre el reconocimiento de gobiernos.

Apareció entonces una figura diplomática inventada por AMLO que no llega a la ruptura de relaciones diplomáticas pero tampoco quiere tener nada que ver con la contraparte y que ha sido utilizada en diversas oportunidades, la de “pausar” las relaciones, ya sea con otros gobiernos o ya sea con embajadores acreditados en México, cuando no le parece que la situación se apega a lo que él considera correcto.

Ante ello, la actitud desde la Cancillería fue la de mantener la ecuanimidad y explicar que pausa quería decir que había una serie de acontecimientos de los cuales no se conocía cuál iba a ser el resultado final en Perú (sic) y que las relaciones no se iban a romper. Posteriormente agregó, en medio de la tormenta, que México no escalaría el conflicto y lo enfrentaría con “paciencia y sabiduría”. Con todo, no dejó de asegurar que en Perú se violaban los derechos humanos. En fin, no le encontró la cuadratura al círculo creado por el presidente.

El caso más grave en el contexto latinoamericano es el que se dio con Ecuador. La decisión del gobierno obradorista de asilar al ex vicepresidente Jorge Glas, acusado por el gobierno de Daniel Noboa del delito de peculado, para regresarlo a prisión en donde ya había estado por el delito de corrupción, fue el detonante para que las fuerzas armadas ecuatorianas invadieran la sede de la Embajada mexicana en Quito, violando todo lo establecido por la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961. Esto desembocó en la ruptura de relaciones entre los dos países y que el gobierno mexicano interpusiera una demanda contra Ecuador ante la Corte Internacional de Justicia. Es importante señalar que un motivo para el enojo ecuatoriano, que por supuesto no justifica la invasión de la Embajada, fue el comentario de López Obrador sobre las elecciones en las que el ganador fue Noboa, dando a entender que había habido fraude en las mismas, pues no era explicable que la candidata de izquierda fuera en primer lugar en las encuestas y después el ganador fuera Noboa, lo que de nuevo representa un acto de intervención en los asuntos internos de Ecuador.

Lo que es verdad en estas diferencias con los tres países latinoamericanos es que el principio de no intervención y la Doctrina Estrada fueron dejados de lado por las preferencias ideológicas del presidente y que, además, lo hizo de manera pragmática, o bajo las acciones cobijadas por el pragmatismo principista, como lo llama Rafael Velázquez, o bajo el postulado que hubo lo que llamo “causas superiores” que obligan a dejar temporalmente el principio y la doctrina mencionados. No es el único que lo ha hecho, otros presidentes igual han recurrido a la misma práctica, pero no lo hicieron con tanta frecuencia ni a modo que se desentendiera de ellos, paralelamente a que lo usara, por ejemplo, contra los Estados Unidos o el Parlamento europeo.

Con relación a otros países latinoamericanos, AMLO intercambió comentarios poco amables con el recién electo presidente de Argentina, Javier Milei, lo que añadió otro conflicto con vecinos del sur. En cambio, con Cuba, Venezuela y Nicaragua y sus gobiernos autoritarios o, según la perspectiva desde la que se vea, francamente autoritarios, “las relaciones fueron de la no intervención, el silencio, la mediación, el rechazo a las sanciones y la solidaridad más o menos abierta, en especial, con el país caribeño”.[1]

No olvidamos la Alianza del Pacífico, de la que no hubo un interés presidencial mayor, o sí lo hubo pero en modo negativo, cuando se negó a entregar la presidencia de este mecanismo multilateral a la presidente de Perú, bajo el pretexto de “no querer legitimar un golpe de Estado”, ni a un gobierno “espurio”.

[ 10 ] Otra vuelta al mundo

Europa no fue la excepción en esta errática conducta. En primer lugar no hubo un interés mayor por intensificar las relaciones con la Unión Europea, al contrario.  “En el periodo 2018-2024, las relaciones México-Europa entraron en una fase de distanciamiento, producto de la divergencia entre los valores nacionalistas enarbolados por el gobierno mexicano y el marco liberal sobre el cual se habían conducido desde finales del siglo XX. Hubo fricciones diplomáticas y tensiones en materia de inversiones, medio ambiente y derechos humanos. Los contactos políticos y diálogos sectoriales se redujeron y se acentuó su desinstitucionalización.”[2]Pero lo más grave fue el episodio en que AMLO envió una carta a diputados del Parlamento Europeo, a los que calificó, en un leguaje inusitado y muy poco diplomático, “borregos” e injerencistas, por haber aprobado una resolución en la que se pedía más protección a periodistas y defensores de los derechos humanos.

Sobre este mismo espacio geográfico, tampoco se concluyó el proceso de modernización del Tratado de Libre Comercio, un asunto que queda pendiente para la próxima administración presidencial.

Un desinterés semejante existió durante el gobierno de AMLO sobre Asia y África. En el primer caso, China fue objeto de acercamiento y alejamiento. A veces eran socios y otras veces era un país con el que se debía guardar distancia. Y de nuevo la diplomacia de las misivas. Una carta al presidente Chino, Xi Jin Ping, en la que pedía que detuviera los envíos de fentanilo a México, droga que después era enviada a Estados Unidos, fue apenas respondida por una funcionaria media de la Cancillería China, asegurando que su país no estaba enviando cargamentos de ese tipo a México. Y respecto de África, este continente francamente no existió en el pensamiento presidencial.

[ 11 ] Replicas a tambores de guerra

La cuestión de la invasión de Rusia a territorio de Ucrania y la ambigüedad con la que se manejó fue un problema adicional política exterior mexicana. Era obvio que se trataba de una violación flagrante al derecho internacional y así lo votó la Delegación mexicana en la ONU, pero el presidente prefirió mantener una postura de “neutralidad” y presentar un plan de solución al conflicto que ponía en pie de igualdad a los dos países, que no gustó a los ucranianos.

Una situación similar sucedió con los titubeos gubernamentales ante el enfrentamiento entre Israel y el Hamas, mientras que la Cancillería ha apoyado resoluciones en la ONU sobre la necesidad de avanzar en la solución de dos Estados y de sumarse a la investigación por parte de la Corte Internacional de Justicia para que verifique si Israel ha cometido genocidio, así como los llamados al cese inmediato de las hostilidades, el mandatario mexicano ha declarado que en el conflicto entre Israel y Palestina, el Gobierno de México ha actuado con mucha prudencia y neutralidad y no ha tomado partido y postura porque, justificó, no ayudaría a que se detenga esta guerra que suma más de 35 mil palestinos asesinados.

[ 12 ] Voces en otros ámbitos

Si en el espacio bilateral hubo problemas, el multilateral no fue la excepción. Reacio a los viajes internacionales, el presidente apenas realizó unos cuantos viajes. “A lo largo de su sexenio, AMLO sólo llevó a cabo una gira por Centroamérica y visitó Colombia, Chile y Cuba. Asistió una vez a una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU y participó en una reunión de la APEC en San Francisco. Llevo a cabo una visita a Washington para celebrar la entrada en vigor del T-MEC. Nunca llevó a cabo visitas a Europa, Asia, África u Oceanía. Su horizonte internacional fue muy reducido”.[3] En el Consejo de Seguridad propuso un Plan Global contra la Pobreza, para dar  una vida digna a 750 millones de personas. Su plan no tuvo el efecto deseado y por el contrario fue sujeto de críticas, sobre todo por no ser el foro adecuado para hacer una propuesta de tal naturaleza. No sólo esto, en repetidas ocasiones llamó a la ONU “florero”, porque según él no resolvía los problemas internacionales.  Salvo a la reunión de la APEC en San Francisco, no hizo acto de presencia en ningún otro foro internacional como el Grupo de los 20, motivo por el cuál la presencia de México como actor importante de las relaciones internacionales, terminó por desdibujarse, y por lo tanto también su capacidad de negociación mundial.

[ 13 ] Señales a los de casa

De los asuntos que más controversia causaron en el ámbito interno destaca el manejo del Servicio Exterior (SEM). Los nombramientos emanados directamente de Palacio Nacional de varios políticos, intelectuales y artistas, como Embajadores o Cónsules, implican que el presidente no confió nunca en el Servicio Exterior de Carrera o que utilizó los puestos diplomáticos para favorecer a exgobernadores de otros partidos por algún favor de tipo político. Además, con el acuerdo presidencial fueron nombrados varios diplomáticos de carrera de rangos inferiores, igual como Embajadores o Cónsules, mientras varios ministros  o Embajadores permanecían sin asignación de puestos o eran relegados a oficinas que no eran propias de su rango. Se eligieron primeros y segundos secretarios como Embajadores en países de América Latina, más por lealtad a un funcionario que por realmente contar con la preparación necesaria en la ocupación de tan alto cargo.

Incluso el presidente habilitó a su esposa como enviada especial por varios países para que fueron devueltos o prestados objetos históricos o artísticos que salieron durante el Virreinato o los primeros años de la independencia, como el llamado “Penacho de Moctezuma”, sin que obtuviera su cometido, para disgusto de nuevo del jefe del ejecutivo, que califico la negativa de Austria de “arrogante y prepotente”.

Esto es, una notoria descomposición de la columna vertebral del SEM impropia de la ya larga tradición de ascender por concursos de oposición, hasta lograr el anhelado último rango, precisamente el de Embajador. Aparte de la transgresión a la ley del SEM y de partir la columna vertebral del sistema de ascensos del primer servicio civil de carrera que existe en el país, el mensaje que se envió a las jóvenes generaciones es que vale más estar cerca de quien toma las decisiones que un esfuerzo meritocrático constante

Asimismo, en semejante tenor, el presidente acostumbró anunciar en sus conferencias de prensa cuando decide una flamante designación, incluso sin haber recibido el beneplácito del país receptor, como lo instruye la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas. Esta conducta concitó, por ejemplo, el rechazo público de la canciller de Panamá ante el anuncio de que el propuesto tenía acusaciones de acoso sexual.

Mencionemos también el fallido intento de nombrar Embajadora Eminente a la actual representante de México ante la OEA. La ley del SEM (Art. 24) consigna que entre los requisitos que deben cumplir los candidatos a ocupar una de las 10 plazas de este tipo se encuentra el de 10 años de antigüedad en el rango, requisito que la representante no cumplía. Las manifestaciones de desacuerdo fueron de tal amplitud, que tuvo que darse marcha atrás a esta decisión. Si el entonces responsable de la política exterior mexicana no fue al artífice de la medida, sí tuvo que cargar con el peso de su rechazo.

[ 14 ] Una política, dos voces

Aquí empezaba a aparecer lo que ya se perfilaba como una doble diplomacia, la presidencial y la de la SRE; por una parte la Cancillería decía una cosa o votaba en la ONU en un sentido sobre una determinada situación, como la invasión rusa a Ucrania, o la situación en Medio Oriente, con el enfrentamiento entre Israel y Hamas, en que la SRE reconoce el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación y apoya la fórmula de dos Estados, como base para alcanzar una paz duradera, mientras el jefe del ejecutivo declara que, en ambos casos México es neutral, haciendo un lado la larga tradición de México del respeto irrestricto al derecho internacional.

[ 15 ] El peso de la inercia

Este breve recuento podría alargarse, pues contrario a lo que deseaba el presidente de México, la política exterior tuvo siempre una presencia destacada, no siempre por los mejores motivos. No sólo por los ejemplos que hemos tomado para ilustrar lo sucedió en la materia durante el sexenio 2018-2024, sino porque al tiempo que estos ejemplos se sucedían, también se ejecutaba lo que podemos denominar “política exterior inercial”. Me refiero a que, a contracorriente de la cúspide, se continuaron desde la Cancillería y otras secretarías de Estado, visitas de funcionarios de otros países y viceversa, firma de acuerdos de todo tipo, principalmente de cooperación, actividad en los foros internacionales, sobre todo en la ONU por la Representación Permanente, en fin lo que se hace desde hace muchos años de manera cotidiana en la Secretaría de Relaciones Exteriores. Sólo basta repasar los informes anuales de trabajo de la Secretaría de Relaciones Exteriores para constatar la realización de la “política exterior inercial. Un ejemplo, del que ya hablamos párrafos antes es la protección a los mexicanos en el exterior, no sólo en momentos de catástrofes a tragedias, sino en el día a día de Embajadas y Consulados. [ C ]


[1] González, Guadalupe y Velázquez, Rafael. (2024). “Cambios y continuidades en la política exterior de México hacia América Latina: acciones deliberadas y reacciones forzadas.” En Rafael Velázquez, Jorge Schiavon y Adriana Sletza Ortega. La política exterior de México 2024-2030: Diagnóstico y propuestas. AMEI, México, 2024, pp. 67-76. Este libro, además de integrarse por artículos escritos por especialistas en diferentes temas es el primero que se elabora sobre el tema y con toda seguridad será de lectura obligada para los interesados en la política exterior de México.

[2] Ruano, Lorena. “Reconducir la relación con Europa”. En ibíd., p. 77.

[3] Pellicer, Olga. “Política exterior de México 2018-2024. Un sexenio atípico, un futuro incierto”, en Ibíd., p. 30