Pedro González Olvera
Hace casi siete años, el Embajador Miguel Marín Bosch escribía un artículo en un diario de circulación nacional en el cual manifestaba que a pesar de constituir uno de los capítulos más sobresalientes de la historia de la diplomacia mexicana en el siglo XX, realmente se conocía poco el pensamiento y la vida de Alfonso García Robles…
Marín Bosch argumentaba que esto sucedía porque al Premio Nobel de la Paz mexicano no le gustaban demasiado los reflectores y no era un comunicador “natural”, lo que a futuro ha obstaculizado un tanto su pleno conocimiento, al menos como lo merece una personalidad extraordinaria, reconocida por sus propios méritos con el más alto premio al que puede aspirar quien dedicó una buena parte de su vida a la diplomacia, el derecho internacional, el desarme y la búsqueda de la paz.
Traigo a colación lo dicho por Miguel Marín ya que a mi juicio, y como lo he constatado en las aulas, la figura de Alfonso García Robles es desconocida y su mayor reconocimiento se reduce a identificarlo como uno de los Premios Nobel con los que cuenta México gracias a la labor realizada por la UNAM para destacar a varias de la figuras de talla internacional egresadas de sus aulas. En ocasiones incluso hay que ser insistente para que se aplique y conozca el significado de lo que a los ojos de la opinión pública mundial y nacional es la obra cumbre de García Robles, me refiero por supuesto al Tratado para la Proscripción de Armas Nucleares en América Latina y el Caribe (más conocido como Tratado de Tlatelolco).
Por eso es importante la labor que ha llevado a cabo Alberto Enríquez Perea para rescatar las obras que a lo largo de su fructífera vida elaboró García Robles, publicadas en 5 volúmenes (aunque se espera que en el futuro alcancen 13 o14 en total), de manera conjunta con el sello editorial del Colegio Nacional y con la marca indiscutible del acucioso y talentoso investigador, a quien le debemos otras investigaciones sobre diplomáticos mexicanos y momentos importantes de la diplomacia mexicana, entre ellas la iniciativa que dio lugar al libro colectivo Homenaje a Alfonso García Robles. Premio Nobel de la Paz (1982), publicado por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
A propósito de la aparición de la primera parte de las obras del Premio Nobel de la Paz, se destacan algunas consideraciones respecto a lo inédito de la figura de Alfonso García Robles.
En primer lugar, se constata que se trata de un hijo de las mejores tradiciones de la Revolución Mexicana, para ser más precisos de la diplomacia que germinó al calor de ese primer movimiento social del siglo XX. Es en este contexto donde emerge una diplomacia ajustada al derecho internacional y a principios y valores éticos que van a posicionar a México como un paladín en la defensa de las mejores causas de la humanidad, entre ellas la lucha por el desarme, sin que esto suene a simple retórica, y a enfrentar una realidad que en el ámbito de las relaciones internacionales se presentó con mucha frecuencia de alta dificultad para la diplomacia y los diplomáticos mexicanos.
En toda su carrera, ya sea en como funcionario internacional o como representante de México, García Robles dio muestras amplias de su apego a los principios que años más tarde, evolucionados y por su importancia intrínseca, fueron plasmados en el artículo 89, fracción X, de la Constitución mexicana.
No es gratuito, así que en su trabajo denominado “Política Internacional de México”, contenido en el Volumen 3 de la colección de referencia, García Robles afirme que si se quisiera sintetizar en un lema conciso los ideales que inspiraban al mandatario de la época, Manuel Ávila Camacho, en la dirección suprema de la política exterior de México, “bastaría emplear la expresión ‘igualdad internacional’”.
En esta expresión, según el autor, se concentran todas las características de la tradicional actitud de nuestro país en sus relaciones con el mundo, tradición nacida en el difícil siglo XIX mexicano y consolidada con la Revolución mexicana, características que se resumen en cuatro postulados dobles: justicia y humanismo democrático, autonomía y paz, progreso económico y seguridad social y solidaridad continental y cooperación universal.
En toda esta concepción García Robles abreva de su formación disciplinada y estricta como jurista, especialmente en materia de derecho internacional, iniciada en la Facultad de Derecho y continuada en el Instituto de Altos Estudios Internacionales, que actualmente es parte de la Universidad de París, en 1936 y en la Academia de Derecho Internacional de La Haya en 1938. Como jurista él forma parte de la estirpe donde se encuentran otros destacadísimos diplomáticos mexicanos: Isidro Fabela, Genaro Estrada, Luis Padilla Nervo, Jorge Castañeda y Álvarez de la Rosa, Antonio Gómez Robledo, Gilberto Bosques, Narciso Bassols, Francisco Cuevas Cancino, Luis Quintanilla, entre muchos otros.
Asimismo, debemos ver a Alfonso García Robles como integrante de una generación de diplomáticos que, como dice la autora Leticia Bobadilla, “fueron testigos del derrumbe de la Sociedad de las Naciones y las sucesivas crisis de los años treinta, diseñaron las estrategias diplomáticas en el período de entreguerras y al finalizar la segunda guerra mundial representaron a México en los organismos internacionales. Conscientes de la necesidad de crear un orden justo y duradero, se entregaron a esa causa a partir de 1945”.
Aunado a ello, se debe reconocer que fueron también en extremo inteligentes, honestos e íntegros y con una capacidad de adelantarse al análisis de los acontecimientos, lo cual les permitió hacer un exacto pronostico del devenir de la realidad de su época que los llevaba a plantear propuestas nacionales de solución a problemas internacionales que ya oteaban en el horizonte, como sucedió en los planteamientos del gobierno mexicano frente a los reclamos por la expropiación petrolera o frente a la construcción de un nuevo orden internacional que fuera opuesto al enfrentamiento bipolar que puso al mundo por muchos años al borde de la destrucción nuclear.
García Robles fue también un educador nato. Formó varias generaciones de miembros del Servicio Exterior Mexicano, tanto en sus adscripciones multilaterales como en la única Embajada que ocupó en su Carrera (Brasil) o en la propia Secretaría de Relaciones Exteriores, cuya titularidad estuvo a su cargo durante casi un año, o bien por medio de las conferencias impartidas a jóvenes universitarios que llenaron las aulas de instituciones educativas que habían tenido la visión de invitarlo a compartir sus conocimientos.
Por todo lo anterior, este primer adelanto de las obras completas de Alfonso García Robles debe ser tomado como lo que es: un acontecimiento ensayístico del cual deben abrevar todos aquellos interesados en los asuntos internacionales del ayer para enfrentar con éxito los retos del presente y el futuro y un excelente medio para conocer el pensamiento de uno de los más importantes diplomáticos de la historia mexicana. Ö
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El pensamiento internacional de Alfonso García Robles. Alberto Enríquez Perea (Compilación y Prologo). Alfonso García Robles. Obras. (5 Volúmenes). México, El Colegio Nacional, 2014.
Licenciado y Maestro en Relaciones Internacionales por la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM ; tiene una Especialización en Promoción Cultural por la UAM y ha sido profesor en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, en el área de Relaciones Internacionales. Autor de artículos publicados en revistas mexicanas y extranjeras. Diplomático retirado con rango de Embajador. Actualmente es profesor investigador de la Universidad del Mar, campus Huatulco, adscrito el Instituto de estudios Internacionales “Isidro Fabela”.