VERÓNICA, 10 años – Presentación

Carlos Milá

Seguidor tenaz de las tendencias visuales, Carlos Milá hace una presentación de la serie Verónica, Diez años de José González Vites, artista cuya expresividad exhibe gran reflexión y sensibilidad. La serie de 12 piezas se presenta íntegra en cambiavías, convirtiéndose en la primera exhibición virtual de esta revista.

A Karla Burgueño

La sonriente Afrodita volvió a Pafos para encontrar su bosque cercado y el incienso de su altar. Allí las Gracias la bañaron y la ungieron con ese divino aceite que reluce sobre la piel de los dioses sempiternos, y le pusieron sobre su cuerpo una hermosa vestidura que hechizaba a cuantos la contemplaban.

Homero.

Los  “papiers collés” de Braque, por ejemplo, no muestran en ningún momento el grado de libertad y fantasía apreciable en la obra de Picasso; su utilización del color era más restringida. Al contrario de Picasso y Gris, Braque nunca empleó “papiers collés” con pintura al óleo, sino sólo con dibujo; los papeles pegados o se representaban a sí mismos o eran planos de color. Alrededor y dentro de ellos organizaba la composición.

Douglas Cooper.

Introducción.

Rescato del pasado moderno, fragmentos, no discursos ni programas completos, ni proyectos de futuros no cumplidos. Como pedazos de esculturas rotas venidas de un más allá desconocido, como materiales maltratados por la erosión y el descuido, así confronto la obra siempre singular y prometéica del maestro pintor José González Veites (N. 1957) cuya elaboración de “papiers collés” pintados integran su presencia en nuestro espacio de primavera.

Dichas parcialidades o restos tratan de revivir el color de otros mundos y otras edades para tratar de seguir transformando el arte de estos tiempos. Inapropiado sería continuar erigiendo actitudes vitalistas en medio de un mundo de borrasca y sucesos poco prometedores. Sin embargo, es un paliativo a un llamado a la cordura y a la elaboración de una poética pictórica que valientemente no claudica del todo con su pasado más inmediato en colindancia con el siglo anterior. Sin cortar de tajo con la herencia de la primera modernidad, José elige certeramente a sus efigies en los momentos claves de la creación y el estallido de la búsqueda de lo que fue novedoso y alentador. Sigue persiguiendo el quehacer estético sin perder la fe en ello.

Sin dejar de lado el motivo lírico que esta serie de obras sobre papel emite con elegancia y firmeza, se alude a pasajes íntimos en la vida personal de Veites. Sin embargo no deja de existir cierta discreta monumentalidad arquitectónica que eleva sus resultados a un equivalente de cantos cifrados entre los pentagramas de secreta armonía.

  1. Muro Cromático (Luis Barragán, 1902-1988)

La primera reminiscencia del trabajo de González Veites me conduce inevitablemente a los pasillos de las construcciones del arquitecto mexicano Luis Barragán. Pude visitar el convento de las Capuchinas Sacramentarias del Purísimo Corazón de María y, en segunda instancia, Casa Gilardi, en el año de 2016. De la primera pude sentir el regocijo por el colorido de los muros que lucen en distintas perspectivas efectos completamente sorprendentes. En ellos puedo encontrar -en comparación con nuestro querido artista plástico- aquella cruz desnuda de ornamentos, cuyos ritmos elevados proyectan su larga sombra cromática sobre los muros verticales en una especie de oración interna, y conmueven los distintos intercambios lumínicos que permiten un ir y venir de colores que se vuelven unas veces más lánguidos y otras se vivifican gracias a la interacción luminosa. De igual forma sucede en las franjas ascendentes, en oposición a los ritmos horizontales dentro de las composiciones de Veites. Su paleta de papeles pegados y coloreados riman constantemente: rojo-naranja- amarillo-café-azul ultramar, y la presencia del gris que en ocasiones sirve de apoyo en la exaltación de los juegos cromáticos y lineales. La magia sorprende en nuestros autores comparados, mientras que los espacios llenos siempre de austeridad, tanto en la entrada como desde la fachada de Casa Gilardi, son una promesa de hermosura ante el secreto recorrido de sus salas y habitaciones, hasta descubrir el área inmaculada de los efectos de la piscina interna. Ahí el plano rojo intenso se transparenta en el agua cristalina y la geometría se continúa en los reflejos inauditos de quietud y de paz ensimismada. De ello Veites logra los ecos coloridos en sus papeles pegados, como si de aquella luz líquida se tratara. De estos fragmentos de memoria se desprende la belleza como ética.

  1. Muro Textural (Gunther Gerzo, 1915-2000)

Si bien la textura es parte inherente de las artes visuales de todos los tiempos, no fue sino hasta el surgimiento del cubismo cuando se experimentaron por vez primera distintos tipos de acabados de superficie como un tema específico. Pasan poco después a ser materia de investigación dentro del marco teórico del arte ruso de vanguardia a lo que ellos denominaron como factura.

En la serie de José precisamente hay un fuerte aspecto de trabajo textural de naturaleza más bien gráfica, en este caso caracterizada por el alto contraste en el juego fondo-figura, utilizando fondos claros contra textura oscura o viceversa, aludiendo así mediante lo visual al otro sentido: El tacto.

La amistad singular y prolongada que sostuvo González Veites con el pintor mexicano Gunther Gerzo es harto significativa y por ello me complace citar tres obras que he conocido directamente y que forman parte del acervo del Museo Carrillo Gil en la Ciudad de México. Se trata de un período específico de Gerzo: Lab-ná  (1959), Paisaje Clásico (1960) y Eleusis (1961).  En ellos todavía conservó un interés por el aspecto textural. Y evito decir  “matérico” debido a que éste segundo término lo remito al uso directo de los materiales en estado bruto.

Hablemos de textura: Estas tres obras recuerdan el mundo antiguo y los aspectos arquitectónicos de la cultura maya y la cultura griega. En ellas Gerzo ya tenía un lenguaje propio de tipo geométrico al que añade la valoración textural. Prefigura en ellas un paisajismo arquitectónico del que Veites aprenderá en cierta manera, a adquirirlo dentro de su propio repertorio. Pero mucho más tarde la propuesta de Gerzo se hizo puramente geométrica, encontrando los espacios lisos y completamente lineales, mientras que González Veites hasta la fecha conserva este interés por estimular en su obra la visión y el tacto. A dicha constancia la denomino ‘belleza como sueño’.

  1. Ventanales (Curzio Malaparte, 1898-1957)

En un plano completamente imaginario he resuelto asociar la obra de González Veites con la casa Malaparte (Punta Masullo, Capri, 1938-1943), obra privilegiada del racionalismo italiano, polémica en su construcción debido a la poca claridad en los hechos de su proyección, lo que llevó a cierta confusión que perduró durante muchas décadas entre la autoría del arquitecto Adalberto Libera y del propio Malaparte. Tomando como referencia a los textos de Marida Talamona, se señala de manera resuelta a Malaparte como el verdadero gestor de la obra arquitectónica que fue su casa.

Me convence lo resuelto por Talamona, pero haciendo hincapié en cierta colaboración de Libera en la adquisición de permisos de construcción, cierta intervención en el trazado de los planos, la concepción espacial y poética del escritor de “Técnica del golpe de estado”, y la ayuda del albañil Amitrano. La historia del asentamiento y construcción de la casa es larga al igual que sus meta-relatos artísticos y políticos. Pero asocio todo ello con la obra de González Veites sobre todo en el caso específico de los ventanales de dicha y célebre casa. El paisajismo arquitectónico predominante en sus interiores son las vistas hacia los puntos geográficos que se divisan estratégicamente, y que corresponden a sitios clave en el retorno mítico de Ulises u Odiseo a su hogar en Ítaca después de años de guerra en la toma de la ciudad amurallada de Ilión. Los puntos visibles son el escarpado de Matromania, Las tres grandes rocas de Faraglioni, la península de Sorrento, la isla de Sirens, la costa de Amalfi y la costa de Paestum.

Con ello quiero entablar una asociación, tal como se lo propuso Malaparte, entre los valores netamente modernos de completa austeridad, severidad y sin adornos ni decoraciones, y la búsqueda no de la fuga hacia el futuro vanguardista sino hacia el más inaccesible y notable pasado. Así pues, dejo establecida mi tercera sentencia para la obra del maestro Veites: su cualidad de despertar la belleza como una nostalgia. 

Tlalpan, Ciudad de México. Marzo de 2020.

Exposición ⇒


Referencias

DE SANTIAGO, José et al. ´´La pintura en los museos de México´´. En ´´Obras maestras de la pintura´´, 2 Museo Carrillo Gil. Edición Planeta, S.A. Barcelona – México. 1983. ISBN 84 – 320 – 6525 – 0 colección completa. E ISBN 84 – 320 – 6489 – 0 tomo 2. Impresión en España. Págs. 132-136.

ROBERTS, Jean Paul. ´´Casa Malaparte´´. Del Gallo, 2. Segundo de una serie de cinco números. Ejemplar de otoño 1994. Universidad Iberoamericana. Traducción de Susana González. Sin páginas numeradas.

RUY Sánchez Lacy, Alberto et al.  ´´En el mundo de Luis Barragán´´. Artes de México. Revista Libro Bimestral. Núm. 23. Marzo – abril 1994. Artes de México y del Mundo, S.A. de C.V. México, D.F.  Reserva del Título número 304 – 08. Como revista: ISSN 0300 – 4953. Como libro: ISBN 968 – 6533 – 15 – X.