Fuego Graneado (III)

Dramaturgia para reuniones virtuales

Luis Ayhllón

V

3 gramos de alcohol

  • ¿Por qué me buscaste, Moisés?
  • No sé.
  • ¿Por qué me buscaste?
  • No sé.
  • Oye…
  • Sí.
  • ¿Estás pedo?
  • No… Sí… Más o menos… Tú también.
  • No estoy pedo-pedo.
  • Sí.
  • No-no.
  • ¿Qué?
  • No, nada…
  • Esto…
  • ¿Qué?
  • Nada… Nada…
  • No es justo…
  • ¿Qué?
  • Pinche vieja.
  • ¿Para eso me hablaste?
  • No…
  • ¿Entonces?
  • Bueno, ¿ya… no?
  • Sólo quiero que me aclares algo.
  • Sí.
  • ¿Por qué dices, por qué dices que mamá era inmortal?
  • Porque era in-mor-tal.
  • ¿No es en sentido figurado?
  • Era inmortal.
  • ¿Cómo lo sabes?
  • Porque sí. Porque sí.
  • Okey. Salud.
  • Salud.
  • No te duermas.
  • No.
  • ¿Cómo te diste cuenta?
  • ¿De qué?
  • A ver, Moisés. No puedes seguir el hilo. Sigue el hilo.
  • Está bien. El hilo.
  • Síguelo.
  • Sí. El hilo.
  • ¿De qué estamos hablando?
  • ¿De qué?
  • Sí, ¿de qué?
  • No sé.
  • ¿Por qué era inmortal?
  • Nunca dijo.
  • ¿Cómo te diste cuenta?
  • Chingo de veces.
  • ¿Cómo?
  • Ella, ella… ¿por dónde vives?
  • ¿Cómo?
  • Pues ella, ella tenía, tenía accidentes.
  • Ajá.
  • Una vez, una vez/
  • ¿Una vez qué?
  • Tenía accidentes, y nunca le pasaba nada.
  • Ajá.
  • Sólo con fuego, eso decía.
  • ¿Por qué me preguntaste dónde vivo?
  • Vamos por unas chelas.
  • Moisés, estamos en medio de una cuarentena.
  • Me vale madres.
  • No se puede.
  • Me vale madres.
  • Neta, no se puede.
  • ¡Vamos por unas chelas!
  • No se puede. Nos podemos contagiar.
  • ¡Me vale madres!
  • Soy población vulnerable.
  • ¿Por qué?
  • Porque soy hipertenso.
  • Yo también.
  • No se puede.
  • ‘ta madre. Estoy hasta mi pinche madre.
  • Lo sé.
  • Ya no sé qué hacer.
  • Lo sé.
  • Mejor a la verga, Lucas.
  • Tranquilo.
  • No, ya, a la verga.
  • No. Esto va a pasar. Oye…
  • ¿Qué?
  • ¿Por qué no me invitaste unas chelas antes?
  • Porque eres un ojete.
  • No, yo… Mira, yo tengo un hijo.
  • ¿Tienes un hijo?
  • Sí. Yo tengo uno.
  • ¿Qué edad tiene?
  • 10 años.
  • ¿Y su mamá?
  • No estamos hablando de su mamá.
  • Okey. ¿Dónde está?
  • Con su mamá.
  • Ah… ¿Y?
  • No me deja verlo.
  • ¿Por qué?
  • Se llama Moisés.
  • ¿Qué?
  • Moisés.
  • No mames.
  • ¿Qué?
  • ¿Cómo se llama?
  • Como tú. Moisés. ¿Qué tienes?
  • Nada.
  • ¿Estás llorando?
  • Ya no llores.
  • Moisés.
  • Moi.
  • Moi. Ya, güey.
  • No lo dije para/
  • Es que/
  • No lo dije/
  • No mames…
  • Pues sí, se llama Moisés.
  • ¿Y por qué putas le pusiste así?
  • ¿No te gusta?
  • Sí, pero. No mames.
  • Le puse así, porque así se llama mi hermano. Pero ya no llores.
  • Perdón.
  • ¿Estás bien?
  • Partía cebolla.
  • ¿Qué?
  • Mamá partía cebolla cuando la hice enojar.
  • Ajá.
  • Me dijo que se iba a picar las venas.
  • ¿Qué hiciste?
  • Y se las picó frente a mí.
  • Ajá.
  • Le salió mucha sangre.
  • Ajá.
  • Como para llenar una cubeta.
  • Sí.
  • Después me pidió perdón.
  • Ajá.
  • Me dijo que ella era inmortal.
  • Ajá.
  • Estaba como si nada.
  • ¿Te pidió perdón?
  • Sí. Por el susto. ¿No me crees?
  • No, sí.
  • Okey. Sale, salúdame a tu hijo.
  • ¿Ya te vas?
  • (Asiente)
  • ¿Qué vas a hacer?
  • Voy a dormir.
  • ¿Nos hablamos mañana?
  • (Asiente)
  • ¿Estás bien?
  • (Asiente)
  • Que descanses, hermano.

Moisés sale de la reunión.

VI

Moisés

  • Estuve hablando con un amigo médico. Él dice que cuando somos niños tendemos a confundir la realidad con la fantasía. Si nuestra realidad es una plasta de desgracias, es más fácil que nuestra mente de niños se invente otra realidad y complemente todo con sueños o fantasías.
  • Ah, qué bien.
  • ¿Lo ves?
  • Sí. ¿Por qué me dices eso?
  • Tienes que aceptar que no todo fue cierto.
  • ¿Cómo qué?
  • Como esas cosas de mamá.
  • O tus mentiras acerca de la señora Roldán.
  • No he mentido.
  • Entonces, ¿por qué no creernos?
  • ¿Vivir en una fantasía?
  • La realidad es lo que es.
  • Pero ya estamos grandes.
  • Lo que pasó pasó.
  • Sí, pero no todo es cierto. En tu caso, eras un niño, y hay que estar consientes de eso.
  • Si no me crees, y si venimos del inmenso vientre de ballena de mamá, ¿cómo es que a ninguno de nosotros nos gusta beber sangre?
  • ¿Cómo sabes?
  • ¿Cómo es eso? ¿Contesta?
  • A mí sí.
  • ¿A ti sí, qué?
  • Necesito sangre para sobrevivir.
  • No seas mamón, Moisés.
  • Sangre y alcohol.
  • El alcohol es entendible. Sin alcohol la humanidad completa se habría extinguido.
  • No es broma.
  • ¿Me estás diciendo que también eres un vampiro?
  • Eso digo. Me estoy abriendo contigo. Después de saber que tengo un sobrino que se llama como yo, algo pasó dentro de mí.
  • ¿Qué pasó?
  • Pues, me conmoví. Es la edad. Supongo.
  • Se llama como tú porque tú eres mi hermano.
  • Ya sé. Y eso cala.
  • Pero creo que vives en una fantasía y es necesario que lo reconozcas.
  • ¿Qué quieres que reconozca?
  • Que tienes un problema.
  • ¿Y luego?
  • Que hables con un profesional. Este doctor que te digo tiene un consultorio. Es mi amigo y podría hablar contigo por zoom, si lo deseas.
  • ¿Hablas en serio?
  • ¿Qué?
  • Me abro contigo y me sales con eso.
  • ¿Qué?
  • No voy a hablar con ningún doctor.
  • Moi…
  • No lo voy a hacer.
  • Es por tu bien.
  • Y menos en una puta cuarentena. A ver, Lucas. ¿Quién vive en una fantasía?
  • Tú vives en una fantasía.
  • ¿Y tú?
  • Yo no. Yo vivo la vida.
  • Tu vida es una mierda.
  • Pues sí, eso no se puede negar. Pero no me invento mamadas.
  • ¿Y lo de la Señora Roldán?
  • Todo lo relativo a la señora Roldán es verdad.
  • “La señora Roldán es una santa”
  • Y lo es.
  • ¿Cómo va a ser una santa? Cuando te dormías salía al pasillo, me vigilaba cuando entraba al baño y una vez me toqueteó todo. Era una cerda, Lucas.
  • Hizo eso porque temía que te hicieras maricón.
  • ¿Tú lo sabías?
  • Sí.
  • ¿Tú sabías que le gustaban los niños?
  • No era porque fueras un niño. Podrías haber sido un verjoletón. Ése no era el punto. Todo partió de una preocupación genuina.
  • Ah, ya.
  • No te enojes. Antes las cosas se hacían diferente.
  • ¿Hacía milagros?
  • Bueno, sí. Ya te dije que me salvó la vida. Aún la escucho en mis sueños. Una vez, y esto lo vi con mis propios ojos, Moisés. Una vez, le quitó a un niño un linfoma.
  • ¿Y cómo lo sabes?
  • Porque el niño se recuperó al cien por ciento. Otra vez, le regresó la vista a una mendiga que pedía limosna en la calle. Y yo lo vi, nadie me lo contó.
  • ¿Y eso no es mezclar la realidad con la fantasía?
  • No, Moi. Cristo hacía milagros. Es de cristianos hacer milagros. Sucede todos los días en nuestra santa iglesia. Bueno, no todos los días. Pero gente que bebe sangre y es inmortal es una aberración, la creación de una mente enferma. Date cuenta de la diferencia.
  • No digas nuestra santa iglesia.
  • ¿Por qué?
  • ¿Y esos curas pedófilos?
  • Siempre tienes que ver el lado negativo de las cosas.
  • Me he intentado matar en varias ocasiones.
  • Me he cortado las venas.
  • Abrí la llave del gas y me la pasé inhalándolo durante horas.
  • Me aventé de la azotea.
  • Me inyecté cocacola.
  • Y no me pasa nada.
  • Nada.
  • ¿No dices nada?
  • Pruébalo.
  • ¿Qué?
  • Que no te pasa nada. Vamos.
  • ¿Por qué no me crees?

Moises bebe un trago de cloro y tose. Va al fregadero de la cocina y vomita.

  • ¿Ves?
  • No me gusta su sabor.
  • Pícate las venas. A ver.
  • No, ¿y luego quién limpia, Lucas? Soy inmortal ya te lo dije.
  • ¿Y qué haces para conseguir sangre?
  • La compro en una clínica. Ya tengo mis contactos. No necesito mucha.

Moisés saca del refrigerador una muestra de sangre.

  • ¿Ya ves?
  • Con más razón, necesitas ayuda.
  • No. Soy feliz, ya me acepté como soy. Por eso mamá me cuidaba más a mí. Porque soy especial. ¿Lo ves?
  • Soy especial, Lucas. No me veas así. Odio tu cara de profesor de civismo que todo lo juzga, que nada cree.
  • Soy inmortal.
  • ¡Soy inmortal!

Moisés sale de la reunión.