Felipe Sánchez Reyes
¡Para mis bravas guerreras: la doctora Reyna, la masajista Victoria y la maga Grace, mis Gabys maternales y fraternas que con su alimento, arte y cariño, arrancaron mi cuerpo yerto de entre los escombros de un cajón!
¡Gracias por sacarme del otro mundo, por alimentarme y sanarme!
Vamos a separar la realidad ordinaria de la extraordinaria. Abramos la cortina transparente que separa una realidad de la otra…
A veces, la realidad que vivimos o el exceso de trabajo, nuestra autoexigencia o vida emocional, no resulta grata y nos olvidamos de nosotros. Entonces bajamos nuestras defensas mentales, emocionales, físicas y, sin esperarlo, se nos aparece la enfermedad o el “covicho” –covid-19- y nos vence, como me pasó a mí, que me aprisionó la realidad ordinaria y no pude o no supe escaparme de ella.
Se me presentó como a todos los que terminamos asediados por los medios masivos y la nota roja, los vecinos o amigos cercanos. Primero, no tenía apetito y sudaba por las noches, perdí el olfato y el alimento carecía de sabor. Estaba devastada mi parte emocional y racional. Acudí al primer médico que hallé -no a la doctora que lleva treinta años de atendernos-, me auscultó, detectó el mal de moda y vende, el covid: todo es covid físico o psicológico a nivel mundial. Me dio mi receta, me llenó una bolsa de medicamentos, para aliviar mi malestar ¿físico, emocional, psicológico? y salí de su consultorio
Además me recomendó que fuera al módulo del covid, frente al Monumento a la Madre, para saber si tenía o no el “covicho”. Pero, para mi mala suerte, llegué cuando los encargados recogían sus instrumentos y se marchaban: nos atenderían al día siguiente de 9 a.m. a 4 p. m.
Torno a casa y me recibe la llamada de MIGaby: ya hice cita con Reyna, nuestra médica, y nos atiende en su consultorio en una hora. ¡Prepárate!, pasamos por ti en el coche para llevarte a la consulta. Llegamos con ella, nos recibe, le repito mis síntomas, me toma el pulso, la oxigenación y me receta el mismo medicamento que su primera colega.
Esa noche de sábado, mi amiga Guille me pone la primera inyección de tres: una cada tercer día. Al día siguiente tomo las pastillas en la hora indicada. Al tercer día mis fuerzas físicas se debilitan. El medicamento hace sus primeros estragos: falta de apetito, alimento insípido, si tiene sal o picante, me resultan salados o irritantes. Mis encías internas y lengua anidan llagas que me impiden pasar alimento, mi mirada perdida, sin brillo, ya no me pertenece ni me reconozco frente al espejo lunar. Por la madrugada, surgen las altas fiebres, la boca tan reseca cual los granos del desierto en busca de agua, y mi falta de oxigenación.
A la semana siguiente, al sonarme la nariz por la noche, aparece el primer síntoma: un hilo rojo de sangre fluye por mi fosa nasal. A las tres de la mañana comienza mi suplicio. Al recostarme de lado derecho, sale el primer combatiente, para darme batalla a través de un leve hilo de sangre por la nariz. MIGaby lo soluciona con paciencia, con un tapón de algodón lo asfixia y sofoca al instante, pero el enemigo no se deja amedrentar. A la madrugada siguiente, el adversario llega con un batallón para exterminarme: el hilo se convierte en manantial escarlata de sangre. Mi mujer lo sofoca con agua, entereza y toallas, en media hora. Yo me debilito cada vez más, me recuesto y dormito sobre la cabecera de la cama con un vaso de agua en el buró, para humedecer mi paladar reseco y no asfixiarme.
Llega el nuevo día por mi ventana y me encuentra débil, sin dormir. Ella, somnolienta y debilitada, hace a un lado sus cobijas cálidas, se para y prepara amorosamente el desayuno, la comida y la cena, para que me restablezcan la salud. Pero yo no tengo deseos de comer, o bien, si como algo, me lastiman las pústulas de mi boca y el paso del alimento por mi tráquea o mi estómago se siente lleno. Ella me reprende por comer poco y no querer mejorar mi salud.
Por el día, como niño recién nacido, sólo como, duermo y me encierro sin ánimo en la recámara, como nunca en mi vida laboral lo había hecho. Ella insiste en que salga a caminar, mas me resisto porque las piernas ya no sostienen mi cuerpo esquelético y camino con el cuerpo semi doblado de un anciano. Sólo veo pasar la trayectoria del sol, el vuelo de las aves, la llegada de los colibríes a su abrevadero, los edificios de enfrente y la vida de los otros a través de mi ventana.
Quizá es tiempo de estar conmigo y reflexionar sobre el aquí y ahora, pues aún desconozco mi futuro incierto. Entonces pensé como Alejandro Magno, en el lecho de su muerte: “Nunca estuve tan inactivo. ¿Qué es la felicidad? Miras hacia atrás y descubres que ahí estaba la felicidad en el hacer, nunca en el pensar”.
Durante dos madrugadas más, dos batallones enemigos redoblan su ataque y debilitan más mi cuerpo con hemorragia nasal. Llegan dispuestos a llevarme prisionero, encerrarme en un cajón y echarme encima la tierra negra. Ella también duplica su esfuerzo y coraje. Mitiga la sangre con tres toallas blancas que yo lleno de líquido rojo y ella lava, al mismo tiempo, en el lavabo del baño. Pasada una hora, ella elimina la hemorragia y nos acostamos: ella cansada y enojada contra el enemigo oculto; yo débil, pellejo y huesos.
Al día siguiente nos espera otra sorpresa. A su pena por mi enfermedad, se suma otra realidad ordinaria y más letal que la mía. Su sobrina Alice le informa por correo de voz que su padre joven, Ernesto, tiene también el “covicho”. Luego por cel le avisa angustiada: “¡Gaby, se está muriendo mi papacito y no sé qué hacer! ¡Acabo de llegar a su casa y está muy mal! Ayer le hablé por la tarde a su cel y no me contestó, porque su actual mujer le escondió el celular y el niño de ella echó el medicamento a la basura! ¿Qué poca madre de esta asquerosa vieja puta, no crees? ¡Fueron doce horas en las que pude llevarlo al hospital y salvarlo! ¡No creo que salga de ésta! ¡Se está muriendo en los brazos de mi hermano! ¡Mi hermano le da respiración de boca a boca y lo resucita, para decirnos que ya lo dejemos ir!”. Se oyen gritos de dolor y suspende la llamada.
MIGaby, por discreción y evitarme mayor dolor, va a la otra recámara, le marca al cel y recibe la triste noticia: ¡su querido primo Ernesto, melómano, festivo y dicharachero, que celebró con nosotros mi cumpleaños a inicios de febrero y le festejamos sus cincuenta y cinco años con un grupo de son cubano, acaba de morir en su casa! Su hija no sabe qué hacer, porque el llanto anega sus ojos, su mente y su vida, y le pide ayuda. A partir de ese momento, mi mujer se encarga de resolver por cel todos los trámites del sepelio con la funeraria.
Cuando tratamos de cenar, porque la pena es más fuerte que el alimento, un empleado de la funeraria le consulta por cel todos los datos personales de su primo, mientras otros dos conducen la carroza para recoger el cuerpo en casa de él. Horas más tarde, ella y mi otra Gaby me dejan solo en casa –me llenan de recomendaciones y me encargan con los amigos vecinos-, acompañan a su sobrina Alice con sus dos hermanos a la funeraria y al crematorio. Al nacer el nuevo día radiante, le entregan la urna con las negras cenizas de su padre, está hecha un mar de lágrimas y llena de autoculpas que la matarían al instante. Una semana más tarde, Alice comunica a MIGaby que, en su sueño, aparecí con una delgadez cadavérica que le aterró, lo cual era real.
Otra noche ambos sentimos algo extraño en la oscuridad. Yo vi sobre la pared una estela naranja de polvo que se esfumó sin dejar huella; y ella luchó fieramente contra un ser oscuro, descarnado, sin ojos, que venía por mí: “¡No te tengo miedo! ¡si vienes para llevártelo, antes tendrás que luchar y será bajo mis condiciones, no las tuyas!”. Cuando desperté, sentí su mano amorosa, entrañable, aferrada a la mía, me explicó algo inconcebible: que su primo Ernesto canjeó su vida por la mía, porque no quería llegar a verse viejo ni decrépito. Entonces supe que tenía otra oportunidad, otra vida para disfrutarla con ella.
Mientras tanto mi oxigenación era de 75-80 y mis amigas, preocupadas por mi salud, insistían en que MIGaby ya me hospitalizara, porque no resistiría la batalla por la vida. Pero yo sabía que si me internaban, quizá obtendría mi salud, pero sería tratado como un objeto más del hospital, perdería mi identidad y la compañía de mi mujer, mi casa y amigos, recuerdos y todo lo que conforma mi vida. Sería como una planta tropical trasplantada, abandonada, en un lugar extraño, insensible e inhóspito, que no recibe los rayos del sol, la lluvia, el aire ni el trino de las aves que se posan en sus ramas, la arrullan y dan vida.
Le enviamos un chat a nuestra doctora Reyna y una foto de mi estado actual, explicándole mi hemorragia nasal. Ella definiría el siguiente paso a seguir o mi hospitalización. Responde de inmediato. Me suspende un medicamento que adelgaza mi sangre y origina la hemorragia, me receta comer mucha carne roja. Entonces el enemigo huye y re refugia nuevamente en un rincón de mi cuerpo: era la primera conquista de MIGaby.
A partir de ese momento entran a la ofensiva mis tres adoradas y divinas Cárites o Gracias helénicas, a sanar mi cuerpo y alma. La doctora Reyna, Basilea, de ojos verdes, con decisiones firmes, medicamentos y recomendaciones por cel. La masajista Niké o Doña Vicky, que cura con medicina tradicional los males de mi cuerpo y con la sabiduría de la yema de sus manos y yerbas, revela que atrás de la enfermedad se oculta otro mal oscuro que elimina con su fe, baños de yerbas y cruces.
Enseguida entra Grace, la vidente maga celta de cabellera roja, que cura los males del espíritu, armoniza el alma y ofrece una realidad extraordinaria a sus amigos. Ella –me confesó en la primera vez que nos vimos y comimos en el restaurante yucateco- viajó con sus maestros sabios a rescatar mi cuerpo al lugar más recóndito del fondo de la tierra, fue el trabajo más difícil que se le ha presentado en la vida. Ella y MiGaby, en su intercambio de experiencias, confirman mi rescate y renacimiento
Las tres, cada una por su lado me confirman su cariño y preocupación, están al tanto y se informan, por chat o cel, de mi salud con Gaby. Además se integran al séquito de estas tres Gracias o la Santa Trinidad, mis queridas amigas amazonas adultas -Celia, Lolis, Norma y Chentito-, mis dos hermanas y las chicas de sangre joven: mis sobrinas y las sobrinas de la otra Gaby.
Grace, desde su adorado Valle de Bravo y su Velo de Novia, comienza su estrategia, para sanarme las heridas del alma y la autoestima, el amor a mí mismo y a la vida, con sus velas lunares y flores de Bach, con sus gotas de amor materno-fraterno –cual leche materna- y su mirada inteligente, con su realidad extraordinaria y palabras sabias, prácticas: no camines con el cuerpo encorvado, como me pasó una vez cuando yo también me enfermé, porque transmites la idea de persona derrotada; te sugiero que camines erguido, porque das la sensación de seguridad y triunfador, ¿no crees?
Ahora vamos a separar la realidad ordinaria de la extraordinaria. Abramos la cortina transparente que separa una realidad de la otra…
A partir de ese momento, a pesar de que yo no la veo por la distancia entre Valle de Bravo y la Ciudad de México, ella percibe mi deterioro físico, mi ánimo decaído y colabora con mi mejoría. Ella separa la realidad ordinaria de la extraordinaria, a través de la fe, la imaginación y la palabra apacible, mágica. Me ayuda a descubrir y abrir la cortina que separa una realidad de la otra, ¡un mundo fantástico, donde existen unicornios, hadas, duendes y dragones amigables! Al abrir la cortina me recibe una bocanada de aire en forma de inspiración que me ayuda a reinventar mi vida. ¡Nace mi pensamiento feliz y la alegría! ¡Empiezo a flotar en el aire acompañado de flores y mariposas, aves y estrellas mágicas!
Surge la voz dulce, tranquila de Grace que, cual psicopompo o valquiria, nos guía, a través de la plataforma digital, todos los días a las nueve de la noche: Enamórate de ti ¿qué te gusta de ti? ¿qué te impide ser así siempre: ¿el dolor o el coraje, el tedio o tu falta de amor por ti? Siéntate a la sombra del tejo sagrado, árbol de la vida y la muerte, que te protege en esta primavera de tus saboteadores y origina tu renovación personal: el amor a ti y a los otros. Ahora párate, posa tus pies en el suelo, descubre la energía de la tierra en tus pies y la energía del cosmos que desciende sobre tu cabeza. Las dos energías te inundan y te renuevan
Ahora celebra la primavera y la reconciliación de tu alma y tu cuerpo. ¡Mira cómo brillas todo! ¡Siente toda la armonía y la dulzura bajo la luz de la sabiduría! Ábrete a la inspiración de las Musas: la belleza, el arte y la escritura. Trasciende las limitaciones que te has impuesto y comparte tu amor con todos: con las almas de tu primo Ernesto y cuñado Eduardo que parten con velas y flores radiantes, y regresan a casa, brinda consuelo a tus deudos, amigos y familiares.
¡Gracias, por sacarme de otro mundo y alimentarme, por sanarme y mostrarme otra realidad extraordinaria! ¡Tu yo sabio te sigue sanando, logrando una salud perfecta que se funde con el amor universal! ¡Cuida que todos tus espacios se llenen con la energía positiva de la primavera, porque esta luna ensancha tu poder!
Han transcurrido tres meses. Aun hoy guardo secuelas en mi oxigenación y en mis pasos ligeros, al caminar o subir las escaleras de los seis pisos de mi casa o de MIGaby. Así salí de la realidad ordinaria y cruel, y entré a la extraordinaria que nos propone Grace. Aunque a veces, lo confieso, vuelvo a la primera, porque la traigo arraigada a mi piel y a mi ser. ⌈⊂⌋

Puebla, 1956. Ensayista, narrador y traductor. Licenciado en Letras Clásicas y Maestro en Literatura Iberoamericana (UNAM). Es coordinador de la Colección Bilingüe de Autores Grecolatinos, dirigida al Bachillerato de la UNAM y es profesor-investigador de la UNAM (CCH Azcapotzalco), donde imparte las materias de Griego y Taller de Lectura y Redacción. Su obra incluye: Poesía erótica: Safo, Teócrito y Catulo (UNAM-CCH, 2020), Teócrito: poemas de amor, desamor y otros mitos (UAM-A, 2019), Pétalos en el aula. La docencia, lecto-escritura y argumentación (UNAM-CCH, 2018), Totalmente desnuda. Vida de Nahui Olin (Conaculta-IVEC, 2013). Ha colaborado en las revistas, Tema y Variaciones de Literatura, Texto Crítico, Liminar, La digna Metáfora, CambiaVías, Eutopía y Poiética.