El escritor y diplomático mexicano comparte su visión acerca de su obra, destacando la valía de la crónica entre los géneros narrativos y la importancia de una escritura sin límites territoriales.
GGN-. En tus obras hay tránsito amplio, lo mismo en estilos que en lugares. ¿Cuál es tu balance en las escalas estilísticas que has tomado? ¿En cuál te sientes más cómodo? ¿Cuál otra te gustaría explorar?
DGP-. Sin duda alguna para mí el género madre en muchos sentidos es la crónica por que la crónica puede y permite dar paso, vía libre a muchos otros géneros. Dentro de la crónica se puede echar mano de la poesía, se puede echar mano de recursos literarios, se puede echar mano de recursos periodísticos. Es una manera, creo, muy sencilla de aproximarse a la literatura en su forma más extensa, en su acepción más amplia . Es un género que yo he utilizado en dos de las cuatro obras que tengo publicadas –Los jueves en Nairobi y La primavera de Damasco– que son crónicas, un género que me ha permitido entender mejor mi relación con la literatura, mi relación con la escritura y también de escribir de una manera acuciosa y de una manera que quizá no hubiese podido lograr haciendo uso de otros géneros, circunstancias, personajes y contextos. Es un género al que le estoy muy agradecido, un género que de cierta manera también ha sido formativo de Kapuściński y Alma Guillermo Prieto, con el cual me he llenado los ojos, la mente y el corazón y sin duda he llenado de tinta digamos la pluma con la que he escrito muchas cosas publicadas y no publicadas. La crónica es importante es un género, además muy latinoamericano; no podemos dejar de mencionar a Gabriel García Márquez y sus inicios en el periodismo pero también quizá a Elena Poniatowska y muchos otros. Es un género creo que a mí me ha dado grandes oportunidades. Dicho esto, por supuesto he explorado la poesía. La poesía para mi es una gran conocida, una gran amiga, una gran escucha, un lugar al cual recurrir cuando hay necesidad de hacer viajes al interior. Es un género que me gustaría explorar ya en manera más concreta en el futuro y por supuesto seguir trabajando la novela. Están ahora en formación algunas otras que siempre, como todos los autores, tenemos algo en el tintero proyectos; tengo un par que están circunscritos específicamente al genero de novela. Así, la poesía la considero como la siguiente frontera y la novela como el medio para seguir creciendo como persona y como escritor.
GGN-. En las cuatro obras que has escrito hasta ahora, ¿has afrontado entrampamientos que te hayan obligado a tomar rutas imprevistas o te has mantenido firme a un objetivo creativo prestablecido?
En este caso de las cuatro obras publicadas me he mantenido firme en un objetivo ya preestablecido, quizá con la única salvedad de la recién editada, que está ahora en librerías “Un mundo de historias”. De las tres anteriores, la novela “ La foto del recuerdo” nació como tal, como una historia que quería ser contada como novela; fue una idea preconcebida, con un objetivo fijo, al menos en la cabeza, aunque, por supuesto, el proceso toma tiempo, lleva a dar vueltas de timón, pero si muy claro desde el inicio qué le iba a decir al lector: en qué iba a consistir, dónde comenzaba, dónde terminaba y como iba a ser presentada al lector. Los otros dos libros nacen a raíz de la necesidad de contar o de describir a los lectores por ejemplo Nairobi y la fatal Kenia. Por otro lado Damasco la capital siria entonces también ya nacen de cierta manera con un camino trazado y para ello como decía hace unos momentos y contestando una pregunta echando mano de la crónica. El último de mis libros, que es una colección de relatos breves, una colección de cuentos, no nace de manera tan preconcebida quizá como los otros tres. Surge a partir de una revisión que hago a mis archivos, obras inacabadas, proyectos en constante formación. Me topo con dos o tres cuentos, algunos relatos breves que escribí en distintos momentos de mi vida. Los leo, los releo, los vuelvo a leer y me doy cuenta que puede haber algo ahí que me sirve para responder una pregunta que me he hecho de manera constante a lo largo de los últimos cinco años: ¿dónde estamos en este momento como género humano? ¿por qué estamos viviendo las circunstancias que estamos viviendo como humanidad? Viene de ahí la coyuntura y así nace un mundo de historias, con la intensión de dar respuesta a esas preguntas echando mano de relatos breves de cuentos que escribí mucho antes, trayéndolos e hilándolos con otros que nacieron a partir al menos de que se da en mi cabeza la idea de crear una colección de cuentos un poco con este hilo conductor.
GGN-. ¿Hasta qué punto piensas en tus lectores cuándo escribes? ¿Son determinantes en algún momento en las pautas narrativas que asumes?
DGP-. Es una pregunta difícil. Creo que aquella persona que usa la escritura como medio para explicarse el mundo y para comunicarse con el mundo no necesariamente por tener un interlocutor sino simple y sencillamente para dar rienda suelta al cúmulo de ideas y de pensamientos y de sentimientos, asume el ejercicio como escribano, como el ejercicio de tomar una pluma y sentarse frente a un teclado asumiendo un ejercicio muy egoísta y muy personal en el cual el eventual lector juega siempre un segundo plano. Para mi ese siempre ha sido un poco el leit motif que me lleva a sentarme todos los días y hacer el ejercicio de la escritura como algo muy personal; es algo con un sentimiento muy egoísta y que no tiene en consideración quizá a un tercero que pueda eventualmente sentarse a leer. Dicho eso, en mis cuatro obras que tengo publicadas si he tenido, quizás sobre todo si hablamos de “Un mundo de historias”, el compendio de relatos breves y cuentos el más reciente y de los dos libros de crónica que mencioné previamente, sí he tenido mucha conciencia del lector por que el principio de los dos libros de crónicas era explicar, era compartir, era traer a Damasco y Nairobi al lector, idóneamente mexicano en general hispanoamericano, era narrar desde una perspectiva mexicana esos dos lugares tan distantes pero que sin embargo yo considero cercanos a la idiosincrasia al sentir y al vivir mexicano. Era por primera vez, al menos en el caso de Nairobi, escribir en español mexicano describir en español mexicano esas latitudes. El libro de cuentos era con un propósito distinto, pero también con una conciencia muy clara de que habría lectores para el mismo si asumía un proceso más acucioso. Aunque el inicio o el propósito inicial de hacer esta colección me permitió responder a una pregunta mundial, en cierto momento el proceso jugo un rol muy central. Creo que estamos hoy en un mundo del que México no está exento; el momento es un parteaguas en la historia y en la conciencia como humanidad y como género humano. Entonces ahí también creo que, de manera diferente debido a las vías electrónicas, el lector vino a ser un elemento esencial en el proceso de hacer ese compendio de relatos.
GGN-. Aunque tu trayectoria diplomática, así como tu experiencia como periodista, son perceptibles en tus obras, sería interesante conocer cómo es tu proceso creativo. ¿Qué nos puedes decir al respecto?
DGP-.Yo creo que para mí el proceso creativo siempre ha sido, no un enigma pero si un proceso difícil de entender, de compartir y de escribir. Es algo que responde quizá a mi circunstancia como ser humano, como escritor, como diplomático, como las diferentes identidades que yo como cada individuo poseemos y que responde a circunstancias muy específicas. Puede ser una experiencia de vida, puede ser una idea que veo la necesidad de compartir y ahí es donde inicia el proceso creativo para mi; empieza con la idea o el punto de partida, es una circunstancia de vida sin duda alguna. En lo personal puede estar más vinculado con lo profesional, más vinculado con la inquietud filosófica-académica o con algo que quiero compartir. Ese es siempre el punto de partida y el proceso conlleva sin duda una investigación rigurosa en archivos; soy una persona que se casa o se ha casado mucho con la idea de buscar lo que existe, de echarse clavados en la historia, de contextualizar todo trabajo, incluso si se trata de trabajos de ficción y a partir de ahí digamos ese trabajo más de talacha, mas de ejercicio académico o de investigación, nace plenamente el proceso más creativo, más allá de los cánones que da realmente quizá a la imaginación.
GGN-. En perspectiva con tus obras previas, “Un mundo de historias”, parece ser la más íntima, la más personal, ¿qué hay de cierto en ello?
DGP-. Yo creo que todas tienen algo personal. Creo que cada pedazo de literatura que creamos o cada escrito que producimos, cada cuento, cada poema, cada novela, cada relato breve, lleva consigo algo de quien lo escribe. Lleva algo del autor porque al final del dia somos incapaces de hacer una separación de nuestro bagaje cultural ideológico y personal, va algo impreso ahí sin duda alguna. La fuente de la imaginación de cualquier autor es sin duda su experiencia personal, sea en lo que ha vivido o lo que ha vivido, a traves de los demás y todo eso va implícito. Entonces yo creo que cada obra lleva algo del escritor. Esta obra que comentas puede ser un poco más personal al Diego de hoy en dia, a ese Diego preocupado por el devenir del mundo, por la fragilidad del tejido social, por la incertidumbre con la que inicia el 2018. En ese sentido no solamente esta obra , si no todas tienen algo de íntimo y personal. “Un mundo de historias” quizá lo refleja en mayor medida porque resume cuarenta historias, cuarenta años de ideas y trata de responder una pregunta fundamental creo para el género humano hoy en dia.
GGN-. Aunque no son perceptibles conexiones temáticas de tus obras, lo que el lector inevitablemente encuentra son ciudades y personajes, ¿podría definir este rasgo un estilo narrativo cosmopolita?
DGP-. Me definiría como un escritor que trata traer el mundo a México y llevar a México al mundo. Trata de entender el mundo a traves de los personajes, personajes aterrizados en un contexto sociocultural, en un contexto socioeconómico, en un contexto del lenguaje, en un contexto geográfico, pero los personajes al final del dia son humanos con rasgos que aspiran a despertar en el lector una empatía indistintamente que los veamos en lugares tan distintos. Sí escritor cosmopolita en el sentido que no hay para mí en la literatura ningún tipo de frontera o no debería de haberlo. La literatura que busca crear muros o crear fronteras es una literatura que se queda corta; es una literatura que realmente no se desarrolla a su máxima capacidad. La literatura justo se trata de eso entonces: es una literatura quizá con rasgo cosmopolita, pero lo que pretendo es lleva a viajar sin necesidad de salir de casa o de salir de la ciudad, viajar a traves de las paginas, descubrir en ese gran mundo que es la literatura algo propio algo que también es parte de mí.
GGN-. ¿Algo más que quieras agregar?
DGP-. Agradecer la gran oportunidad de conversar y compartir. Creo que hoy más que nunca tenemos que echar mano de la cultura en general del arte y sin duda alguna de la literatura, de la lectura y de la escritura para entendernos mejor como sociedad, para entendernos mejor como país y para entender mejor el mundo en que vivimos y el mundo que quisiéramos vivir. Muchas gracias. Ø