Los diplomáticos poetas (Amado Nervo)

El retrato de su gran amigo y la reseña de una obra entonces recién publicada es lo que presenta el poeta nicaraguense en un texto publicado en el periódico argentino La Nación en junio de 1909. La copia digital de este material se encuentra en internet gracias a la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF) y puede ser consultado en esta liga

Cuando acaba de ascender en la carrera y el gobierno de S.M.C. acaba de condecorarle, un  nuevo libro de poesías viene á demostrar que el peso del uniforme no impide el vuelo. Indico a Amado Nervo.

Ese hombre dulce de cabeza cristiana, porta una espada decorativa. En nada se opone a la normalidad de las cosas que quien ha nacido para monje concluya sus pacíficos días en el noble y ceremoniosos cargo de introductor de embajadores; y substituyan á los ágapes conventuales los áulicos banquetes y al untoso  (benedictine) el toast bien recortado.

Aunque Amado Nervo es mejicano, nada en él encontraréis de azteca.  ¿Os he dicho ya que se parece a Jesucristo? Más ahora caigo en la cuenta de que os estoy hablando del Amado Nervo que yo he conocido hace algunos años en París, y cuyo busto, plasmado por el escultor Nava, su compatriota, figuró en uno de los alones. Si, aquel Nervo tenía ciertamente una cara Israelita y un aire nazareno. El de hoy, mutilado, pues extirpó su bella barba caracteristica y apartó su amable aire de ensueño, es el que corresponde a las atenciones del protocolo y al diario contacto con su jefe, el notorio mundano y distinguido señor de Beistegui, el mismo que regaló, si no me equivoco, al museo del Louvre de París, una famosa colección numismática.

En París pasamos juntos días de ilusión y de alegría, pimentados con el poco de locura y capricho que los bizarros años y el medio nos exigían. Allí tuvimos ciertas relaciones extraordinarias, ciertos amigos fantásticos, entre ellos el pintor Henry de Groux, loco ó genio; pero, desde luego, un tipo desconcertante, el cual nos fué presentado por otro personaje prodigioso, músico y ocultista, que tenía unas hijas encantadoras y nos leía unos alucinantes comentarios del Apocalipsis… Nervo ha hablado en alguno de sus libros, aunque someramente, de esos días incomprensibles. Nuestro contagio se extendió por el Barrio latino, a donde fuimos a perturbar la calma de unos cuantos pintores y escultores, compatriotas de Nervo y pensionados por su gobierno. ¡Oh¡, en diez años. ¡cómo ha cambiado el escenario y la corriente de nuestras vidas¡ 

Yo he admirado en Nervo siempre su amor de belleza, su culto misterioso de identidad. El simbolismo influyó mucho en él. Después, libre su personalidad lírica, fue por todas partes, en vuelo y en armonía. Tras largas complicaciones estéticas ha llegado a uno de los puntos más difíciles y más elevados del alpinismo poético, a la planicie de la sencillez, que se encuentra entre picos muy altos y abismos muy profundos. Por todo esto, pues sabéis ya, que Amado Nervo tiene mi amistad y mi admiración.

Desde (Perlas Negras), desde (Místicas), obras suyas primigenias, simpaticé con su suave ideología y con su culta sentimentalidad. Oí sus misas -misas rezadas,- con fraternal devoción. Y al llegar á la república Argentina tuve el placer de ser el primero en dar á conocer á mis amigos intelectuales á aquel hermano que hacía cosas muy bellas en la tierra de Moctezuma.

Desde la publicación de sus primeros libros hasta el que acaba de aparecer, (En voz baja), la evolución de Nervo ha sido variada, pero siguiendo siempre un solo rumbo. Ha sido un admirable sincero y por eso mismo es un admirable poeta.

Luego, tiene una, individualidad. Es de esos poetas privilegiados que ponen algo inconfundible en lo que producen. Para quien conozca su obra, una poesía de Nervo no necesita la firma, Además, es un poeta aristocrático, en el sentido original de la palabra. Su música es (de camera). Ha cantado casi siempre (en voz baja). Condición excepcional está en la sonante España y en nuestras Américas españolas donde hay cada estertor indígena y cada hombre-orquesta que ensordecen las áncoras. Así, de la risa diríase que no se oye en la producción de este lírico. A él se le ve sonreir. y, como de su tiempo, esa sonrisa es triste.Además él nos dira en un dístico: El proverbio latino harta razón tenía: “Non est magnum ingenieum sine melancholia“.

El poeta verdadero vive su propia meditación y la persecución de lo absoluto.

El poeta verdadero vive de su propia meditación y la persecución de lo absoluto es causa de inenarrables angustías. Hay que hacerse un alma de notario o de sportsman para librarse de las malas consecuencias que traen las incursiones y exploraciones dentro del propio espíritu. La diplomacia también es bastante útil para el caso.

Nervo, entre sus primeros libros y el que está recién salido de la imprenta, ha convidado a los amadores de bellas flores artísiticas, a la visión de muy bellos “jardines” decorados con los primores de su fantasia y en donde cantan, pájaros de encanto, exquisitas estrofas. también ha dado, en prosa, narraciones enigmáticas, entre ciencia y sueño: y ha demostrado un filosófico humor, en páginas sencillas y excelentes.

Nervo está en una edad que en Francia le colocaría entre los muy jóvenes academizables; pero que en Italia le condenaría a ser devorado por los futuristas del poeta Marinetti. Es célibe. Hombre de tranquilidad, de orden, con instintos de coleccionista y ciertos gustos de abad. Ha sido pronto y justamente ascendido en la carrera que hoy sigue, probando que, como decía alguien, los poetas además de los versos, hacen también o mejor que los otros hombres, lo que éstos hacen.

Más bueno sería que os halaguen ya algunos sones del ideal instrumento que con tanto arte y sutil elegancia toca este músico singular. 

“En voz baja” se compone de cuatro partes: la primera, que da el título a la colección; “La sombra del ala”, “Un libro amable” y “Del éxodo y las flores del camino”. El poeta dedica el volumen a su madre:

Madre: los muertos oyen mejor:

¡ sonoridad celeste hay en su caja !

A ti, pues, este libro de intimidad, de amor,

de angustia y de misterio murmurando 

                                          (“en voz baja”)

A una hermana espiritual expresa su deseo de poner en su obra,

el alma triste, arcana

sutil y misteriosa

que tienen los paisajes

Hya prosas y versos, dríamos en este caso recordando a Flaubert, que quisieramos estrechar contra nuestro corazón. Nervo no es de los incontenibles; es de los concentradores, de los de calidad. Creo que el poema de más extensión que ha escrito es “La hermana agua”. El resto de su producción se cristaliza en gemas o se diluye de reducidos elixires.

Aquí, ya da una delicada nota de intimidad amorosa a una “cabecita rubia, nido de amor, rizado y sedeño”; o de otra dirá:

¡Es su faz un trasunto de ideal tan completo!

¡son sus ojos azules de tan raro fulgor!

Sella todos sus actos un divino secreto…

¡No le habléis de amor!

¡Es tan notable el prestigio de sus manos sutiles!

¡es tan pálido el rosa de sus labios en flor!

Hay en ella el misterio de los viejos marfiles…

¡No le habléis de amor!

Tiene el vago embeleso de las damas de antaño,

en los lienzos antiguos en que muere el color.

No turbéis el silencio de su espíritu huraño!

¡No le hables de amor!

Sus intimismos no tienen relación con los de otros poetas, como Rodenbach, por ejemplo. Su “vieja llave” hecha de manera tan moderan- ¡y tan antigua!- es de una gracia melancolicamente doméstica y siendo tan personal, encuentra en el lector un eco de cnación conocida y de alto sentido por uno mismo.Son las reminiscencias de la casa d elos primeros años, saudades de tiempos ya lejanos que con su recuerdo traen al alma una vaga y sutil ternura. Y es algo criollo, algo americano y mansamente señorial al mismo tiempo:

Esta llave cincelada

que en un tiempo fue, colgada,

(del estrado a la cancela,

de la despensa al granero)

del llavero

de la abuela,

y en continuo repicar

inundaba de rumores

los vetustos corredores;

esta llave cincelada,

si no cierra ni abre nada,

para qué la he de guardar ?

Ya no existe un gran ropero,

la gran arca se vendió:

sola en un baúl de cuero,

desprendida del llavero

esta llave se quedó.

Herrumbrosa, orinecida,

como el metal de mi vida,

como el hierro de mi fe,

como mi querer de acero,

esta llave sin llvaero

¡nada es ya de lo que fue!

Me parece un amuleto

sin virtud y si respeto;

nada abre, no resuena…

¡Me parece un alma en pena!

Pobre llave sin fortuna

…y sin dientes, como una

vieja boca, si en mi hogar

ya no cierras ni abres nada,

pobre llave desdentada,

¿para qué te he de guardar?

Sin embargo tú sabías

de las glorias de otros días:

del mantón de seda fina

que nos trajo de la China

la gallarda, la ligera

española nao fiera.

Tú sabías de tibores

donde pájaros y flores

confundían sus colores;

tú, de lacas, de marfiles

y de perfumes sutiles

de otros tiempos, tu cautela

conservaba la canela,

el cacao, la vainilla,

la suave mantequilla,

los grandes quesos frescales

y la miel de los panales,

tentación del paldar;

mas si hoy, abandonada, ya no cierras ni abres nada,

pobre llave desdentada,

¿para qué te he de guardar?

Tu torcida arquitectura

es la misma del portal

de mi antigua casa obscura,

(que en un día de premura fue preciso vender mal!)

Es la misma de la ufana

y luminosa ventana

donde Inés mi prima y yo

nos dijimos tantas cosas,

en las tardes misteriosas

del buen tiempo que pasó…

Me recuerdas mi morada,

me retratas mi solar;

mas si hoy, abandonada,

ya no cierras ni abres nasa,

pobre llave desdentada,

¿para qué te he de guardar?

Esto es delicioso, sencillo y fino. No puede haber expresión más transparente y simple. De más decir que el autor de tales versos se le señala y clasifica entre los llamados modernistas.

En “Hojeando estampas viejas”, el lírico tiene la imprecisa sensación de una vida anterior, heroica y amorosa. En “Ruego” pide a un “âme soeur”, como dicen los franceses, piedad y suavidad; en “Til qu´on souge” becqueriza a su modo.

Expresa extraños sentires que le hacen dudar de si aun existe en este mundo. O recuerdos indefinidos:

Es un vago recuerdo que me entristece

y que luego en la noche desaparece;

y que surge un ignoto pasado,

que viene de muy lejos y como muy cansador;

que llega de las sombras de indefinido;

un recuerdo de algo muy bello que se ha idol

hace ya muchos siglos, hace…como mil años!

Y tantas desesperanzas !

Los alegres compadres protestan y se escandalizan. Es demasiada tristeza….¿Qué les pasa a los poetas jovenes de hoy, a los de la pasada y de la actual generación ? ¿No hay cosas risueñas que contar ?

Y los inenarrables de siempre. -¡Cómo! Un poeta americano que sigue las huellas de tales o cuales desconsolados europeos ! ¿Y vuestros ríos que parecen mares ? ¿Y vuestros bosques, y vuestros lagos, y la fecunda zona que el sol enamorado circunscribe ? ¿Y los libertadores? ¿Y el oprobioso yugo y el león de España? ¿Y la virtud de vuestras matronas? ¿Y la patria por fin? ¿y la patria?

Muchas más interrogaciones hay que dejan estupefactos a los cisnes, bajo la sombra, ni siquiera de Bonhomet, sino del convencido e inmortal Framaceútico. Nos dicen los buenos gustadores no hagamos caso de esas preguntas. En este bello breviario, una desolada y encanecida Bella del Bosque durmiente, dice lo irreparable. Hay “languideza” en versos fatigados. ¿Quien dirá que no es hermosamente valiente y castizo, ese romance empieza:

Clavo su castillo el conde

en la roca más hostil

del monte;…

Y remembranzas de la pasada pasión, y cosas que habrían complacido a rené y a Olimpio. ¡Un romántico! Sí, Nervo es un romántico. Un romántico del siglo XX. Esto no sienta mal, porque ya sabeis la opinión de Stendhal sobre el particular. El se declaró romántico. Y, además, era cónsul.

Saludemos, pues, a la señorita a quien en este libro se le expresa:

Angélica y oriana,

Melisandra y Cordelia,

Margarita y Ofelia

Te llamarán hermana.

A lo cual agrega el poeta fatal haciéndose el viejo -¡no tanto, amigo mío, no tanto!:

¡Oh! que no pueda yo, señora mía,

aguardar que el botón se vuelva rosa,

embotando del tiempo que me acosa

la tiranía !

Toda esa “nonchalance” impera en la primera parte del volumen. Canticos discretos, breves en su mayor pate, a la sordina “en voz baja”.

“La sombra del aula” debìa estar bajo la invocación de Montaigne. Es un conjunto de variaciones sobre el “Que sai-je” eterno.

…Pero, dí ¿qué esfuerzo cabe

en un alma sin bandera

que lleva por donde quiera

su torturador ¡quién sabe!

…………..

Oh padre de los vivos, a dónde van los muertos,

a dónde van los muertos. Señor, a dónde van

 ………….

Oh buena hada, ¿tendrá Dios

piedad de nosotros?

………..

Más, ya todos sabemos que el poeta puede cambiar con el instante, siendo su sucesión de impresiones y sensaciones a veces tan variadas como la naturaleza misma. De este modo, no causa extrañeza el paso de algunas horas sonrientes y de algunos momentos optimistas. Aprobad, pues, que por estas, por aquellas razones diga el cantor en veces: ¡está bien! Y, pues llega “papa Enero” estos versos:

Papa Enero, que tienes tratos

con los hielos y con las nieves

(y que sin embargo remueves

el celo ardiente de los gatos),

Guarda en tu frío protector

 el cuerpo y el ánima en flor

 de mi niña de ojos azules,

(en cuyas ropas y baules

hay castidades de alcánfor)

Mantén sus ímpetus, esclavos,

mantén heladas sus entrañas,

(como los fjords escandinavos

en su anfiteatro de montañas)

¡Pon en su frente de azahares

y en su mirar hondo y divino,

remotos brillos estelares,

quietud augusta de glaciares

y claridad de lago alpino !

El vive la vida europea. Mas, de pronto le asaltan los recuerdos de su tierra. Madrigaliza a una niña de diez y seis años. A su amigo el ex embajador Casasus, noble poeta, escríbele clásicamente:

Libio, yo estoy prendado de tal modo

de la naturaleza peregrina,

que ansiando en mi amor loarlo todo,

Le grito ¡bis! al ruiseñor que trina:

¡Olé! a la onda que cuajo en espuma

y ¡hurra! al sol que calienta y que ilumina

¡Gracias! digo al clavel que me perfuma

o al lirio que brotó bajo mi planta

y ¡bravo! a la oropéndola que empluma!

Y rima otras galanas palabras y casa otras lindas ideas, con una innegable maestría.

“El éodo y las flores del camino” es la parte del verso de un libro en verso y prosa publicado con ese título. es un corto “reisebilder”. Notas de viaje, líricamente expuestas y rimadas. es su “Parcours du reve au souvenier”; pero lejos de Montesquieu-Faezensac – Irlanda, Londres, Bretaña; y París, y mujeres, y artistas; y otra vez París; y Flandes; y Lucerna, y Bohemia; e Italia; y París, y mujeres; y arte; y Paris; Paris !

***

¿Te acuerdas mi querido colega, de aquella joven parisiense, que en una comida de amigos, en su casa, te cantó unos versos hechos por ella, tan triste y tan dulcemente, versos de adiós? ¿Y que poco tiempo después se murio ?…..Aquella era una de tantas ilusiones de París. Ahora me he acordado de ella.

 

Ruben Dario

 

Madrid, julio de 1909