Redacción cambiavías
Como ocurre en el deceso de figuras de la cultura, sobre Francisco Toledo se escribió y se habló bastante en los medios nacionales e internacionales. Su faceta de pintor y grabador sin duda es predominante, aunque su pasión por los libros también merece un reconocimiento.
En su genialidad creativa, los libros siempre fueron una compañía notable de Francisco Toledo (1940-2019), pintor y grabador cuyo deceso el pasado 5 de septiembre lamentó el mundo cultural nacional e internacional. Además de su ingente mapa pictórico y gráfico, el autor oaxaqueño fue editor, creador de editoriales y revistas, autor de libros de artista y un gran coleccionista de libros.
Toledo divulgó textos antiguos de México, Oaxaca y Juchitán, como Cartas y Telegramas, del Archivo de José F. Gómez. Igualmente realizó ilustraciones y grabados para diversos relatos y mitos zapotecos (Cuento del Conejo y el Coyote, entre ellos) o para obras clásicas como Pinocho y Esopo. Con algunos escritores creó libros ilustrados como Nuevo Catecismo para Indios Remisos, con Carlos Monsiváis, o Una vieja historia de la mierda, con Alfredo López Austin. Un lugar especial ocupan sus recreaciones gráficas para obras de Franz Kafka (Informe para una Academia) y de Jorge Luis Borges (Manual de Zoología Fantástica).
En el ámbito de las revistas y los documentos históricos encontramos reminiscencias en los años setenta con las colaboraciones que realizó con Macario Matus y Víctor de la Cruz. Su primera acción como editor, la concretó a su regreso de Europa, con la fundación de Ediciones Toledo, enfocada fundamentalmente en poesía aunque también abarcando otros géneros. De gran tradición, esta editorial sobrevivió varias décadas y posteriormente dio vida a Editorial Calamus.
Otro ámbito de gran calidad estética son sus libros y carpetas de artista. Entre las ediciones limitadas que caracterizan estos materiales encontramos Toledo/Sahagún Chilam Balam, con el texto del Popol Vuh; Trece maneras de mirar un mirlo, con poemas de Wallace Stevens; Guchachi, con textos prehispánicos, o El Inicio, con poemas de Verónica Volkow.
Su cercanía con los libros se constata también con su labor como ilustrador. En esta vertiente la exposición El Mono de la Tinta. Francisco Toledo ilustrador en la galería del edificio central del IMSS, reunió más de un centenar de obras (grabados, acuarelas), así como cartas y libros, materiales que dejan fuera de duda la pasión de Toledo por el quehacer editorial. ⌈⊂⌋